Por Mel Frykberg
Cuando entró en vigor el cese del fuego, el territorio palestino de Gaza lucía arrasado y sangriento luego de uno de los más intensos bombardeos nocturnos de Israel desde que lanzó su operación contra Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) la semana pasada.
El territorio parecía un lugar fantasma en la mañana del miércoles 21. Los gazatíes permanecían dentro de sus casas con temor, esperando la inevitable represalia de Israel por el atentado contra un autobús en Tel Aviv, perpetrado por extremistas palestinos.
Pero al caer la noche, el panorama cambió drásticamente. Miles de gazatíes salieron a las calles a celebrar el acuerdo de cese del fuego, que consideraban una victoria sobre Israel.
Más temprano ese mismo día, repetidos estallidos podían escucharse en torno al puesto fronterizo de Rafah, entre Egipto y esta franja de 40 kilómetros de largo y 14 de ancho. IPS fue testigo del paso de un convoy de ambulancias egipcias ingresando al territorio palestino para rescatar heridos.
Los guardias fronterizos palestinos obligaron a los periodistas que querían entrar a la franja a que firmaran un formulario que les exoneraba de cualquier responsabilidad si los reporteros sufrían algún percance.
En su «Operación Pilar de Defensa», iniciada el 14 de este mes, Israel atacó edificios y vehículos de medios de prensa, matando a varios periodistas y dejando a otros heridos.
Cuando el sol estaba a punto de ponerse, Gaza se volvía peligrosa: la mayoría de los ataques de Israel se producían de noche.
Durante la media hora que duró el viaje de 27 kilómetros que hizo IPS a lo largo de este territorio costero, barcos de la marina israelí dispararon misiles, mientras aviones de combate realizaban bombardeos.
Era demasiado peligroso tomar la ruta costera, pues estaba en la mira de las fragatas israelíes. La otra carretera principal a la ciudad de Gaza atraviesa varios centros de refugiados.
Los campamentos de Nusseirat y Brej habían sido bombardeados poco antes de que esta corresponsal de IPS pasara por ellos. Todavía se podían ver columnas de humo.
Solo unos pocos automovilistas se animaban a viajar por la carretera. Por ningún lado se veía a los gazatíes. Los comercios estaban cerrados y las estaciones de policía vacías. A excepción de pequeños grupos de jóvenes reunidos en algunas esquinas, este enclave costero estaba desierto.
La atmósfera de incertidumbre y temor era palpable. El taxi que transportaba a IPS se detenía cada tanto para permitir que esta y otros periodistas tomaran fotografías de la infraestructura dañada, incluyendo puestos policiales, instituciones del gobierno y viviendas.
«No creo que durmamos esta noche. Esperamos una fuerte represalia por el atentado contra el autobús», dijo Ihab Afifi, empleado del Ministerio del Interior, en diálogo con IPS.
Pero la sangrienta venganza nunca llegó, luego de que Israel y Hamás, con mediación de Egipto y Estados Unidos, alcanzaran un acuerdo de cese del fuego.
Cuando se propagó la noticia de la tregua, («Hudna», en árabe), los gazatíes salieron a festejar. Las mujeres entonaban cánticos, niños y niñas llevaban banderas y hombres jóvenes disparaban al aire como forma de celebración.
Los automóviles hacían sonar sus bocinas mientras pasaban entre miles de personas marchando.
Prevalecía una sensación de logro y unidad. Había banderas de todos los partidos políticos, incluyendo de Fatah y Hamás.
«Es diferente al fin de la última guerra con Israel hace cuatro años. Nadie celebró entonces. Esta vez, Israel declaró el cese del fuego y no pudo dictarnos los términos como antes», dijo a IPS el gazatí Muhammad Abu Qeef mientras celebraba.
«Hemos demostrados que podemos hacerle pagar un costo militar y político a los israelíes. Nuestros cohetes llegaron a Tel Aviv. Los israelíes también saben lo que se siente estar asustado», añadió.
Por primera vez en días, combatientes palestinos armados y de uniforme salieron de sus escondites.
Los palestinos sentían que ya no estaban bajo la bota de Israel, y eso les daba nueva confianza. Sentían que habían ganado el conflicto.
Mientas, muchos israelíes expresaban su furia contra el primer ministro Bejamín Netanyahu, pues consideran que el cese del fuego fue una capitulación frente a Hamás.
Los israelíes creen que el cese del fuego llegó demasiado pronto, y que la operación contra el movimiento islámico quedó inconclusa.
Muchos habitantes de la sureña ciudad israelí de Sderot, que sufrió la mayoría de los ataques con cohetes desde Gaza, salieron a las calles para protestar contra Netanyahu.
Sin embargo, analistas políticos coinciden en que las condiciones del actual cese del fuego no difieren mucho del que puso fin a la Operación Plomo Fundido, realizada entre fines de 2008 y principios de 2009. Algunos incluso alertan que es solo cuestión de tiempo para que resurjan las hostilidades.
No obstante, todos parecen concordar en que Israel no solo fracasó en derrotar a Hamás, sino que por el contrario dejó a esa organización con más fortaleza política, más armas y más apoyo regional.