Intervención en la presentación del libro «Perspectivas desde el Humanismo sobre las encrucijadas del mundo actual»

Un sistema de creencias opera, porque aunque no es la realidad, es tan
fuerte lo que la gente cree, que a pesar de saber que la están engañando lo
mismo funciona.

El sistema económico-social de Chile es supuestamente de libre mercado,
pero de libre no tiene nada, porque al fin y al cabo es la dictadura del capital
o dinero. Es la economía del canibalismo, donde los peces más grandes se
comen a los más chicos.

Pero la pregunta que uno se hace es, aun sabiendo, que el sistema es
tan injusto, ¿por qué se mantiene? Porque nos hicieron creer que no hay
otro posible. Y también nos hicieron creer que las grandes empresas y
los bancos son los que aportan al crecimiento de una economía. Que es
gracia a esas entidades que tenemos trabajo y las pequeñas empresas
tienen a quien vender sus productos. Entonces de acuerdo a este sistema
de creencias, a estas empresas hay que apoyarlas. Como se diría en el
campo: “Al rico hay que cuidarlo porque es el que nos da la pega”

La economía en Chile está basada en el apoyo de todo el aparato estatal a
las grandes empresas y los bancos.

A que nos referimos con “grandes empresas”. Son empresas que transan
sus acciones en la bolsa. No estamos hablando ni de pequeñas, ni
medianas empresas. Son grandes conglomerados que controlan toda
la economía, la política y los medios de comunicación, controlando
así también lo que la gente opina y por lo tanto lo que todos seguimos
creyendo.

Y estas grandes empresas son de propiedad de muy pocas familias,
conocido como los “grupos económicos”.

¿Y como empezó toda esta historia?
Con el plebiscito del 80 nos impusieron una Constitución que fijó todo el
marco político-social y económico de Chile, que hasta el día de hoy perdura.
No se ha cambiado ni un ápice. En esta Constitución se establecieron
los cimientos para el crecimiento de estos grupos económicos, los cuales
asociados con capitales transnacionales, han logrado apoderarse de las
principales áreas de producción y empresas del país.

Pongamos un ejemplo concreto de cómo funciona este sistema explicando
el funcionamiento de los Fondos de Pensiones
Los fondos de pensiones que al día de hoy representan el 80% del PIB,
cifra bastante alta y que es dinero que pertenece a todos los trabajadores,
los cuáles no tienen ningún derecho de decidir, están invertidas en

las acciones en la bolsa o bien se depositan en los bancos. Es decir
los trabajadores estamos financiando el crecimiento de estas grandes
empresas y bancos. Y cuando solicitamos un préstamo al banco (que al fin
y al cabo es nuestra plata) nos cobran un interés sanguinario. Y al momento
de jubilarnos con suerte percibimos un 30% de nuestro sueldo promedio.

Son cada veces menos empresas que controlan lo que más consume la
gente (servicios, alimentos, salud, pensiones). Es un oligopolio que logra lo
que ya todos conocemos: La colusión. Ellos se logran poner de acuerdo en
los precios que van a vender y la cantidad que van a producir. Obteniendo
de este modo millonarias y no-éticas ganancias. Esto lo vimos en el caso de
las farmacias, los pollos, Isapres, AFP, Bancos, etc.

Y luego en la noticias se dan a conocer los números de estas empresas
y todos aparecen muy “sorprendidos e indignados” y reclaman que el
Estado debería fiscalizar más. Cosas que es imposible, porque por más
fiscalización que se ponga lo mismo van a lograr una forma de encontrar la
salida porque todo el aparato jurídico- legal está armado a su favor.

¿Y cuál es la salida a todo esto?
La única salida es dejar de creer en aquellos que sustentan este sistema,
los cuáles nos hacen sentir que no hay otro modelo económico posible. Hay
que abrirse a la posibilidad de construir un nuevo modelo de sociedad que
ponga al ser humano como valor central y no al enriquecimiento de unos
pocos.

Es, en ese sentido, muy interesante lo que sucede en cada uno de nosotros
con el movimiento de estudiantes. Ellos lograron instalar ciertos temas, pero
sobre todo lograron mover en nuestras cabezas ciertas creencias que nos
parecían imposibles de modificar. Por ejemplo que la Educación Superior
NO podía ser gratis.

Los poderosos todavía siguen poniendo eso como argumento, pero es en el
ciudadano común que ya ve eso como algo que se debe y puede cambiar.
Esto según los humanistas será el germen del cambio.

Y sumado a eso si pudiéramos asomarnos a través de la cordillera y ver lo
que sucede en nuestros países vecinos (pero no por la TV chilena), mejor
aún, porque tendríamos experiencias reales que si se puede construir un
modelo económico donde las personas y no las mega-empresas sean la
prioridad.