Cecilia Guardati
Las elecciones regionales del 25 de noviembre tendrán como eje central el debate soberanista. La creación de un Estado catalán gana consenso al calor de las políticas de ajuste del gobierno español.
La campaña electoral de cara a las elecciones regionales del próximo 25 de noviembre en Cataluña arranca esta medianoche entregada al crucial debate soberanista que desafía a España y con la discusión sobre el modelo de salida de la crisis en segundo plano.
Más de 5 millones de catalanes están llamados a votar la composición de un nuevo Parlamento regional por decisión del actual presidente nacionalista Artur Mas, quien busca una mayoría absoluta para liderar la creación de un Estado catalán independiente de España e integrado el Unión Europea (UE).
Dos sondeos publicados hoy, coincidiendo con el inicio de la campaña, dan el triunfo a la formación liderada por Mas, Convergencia i Unió (CiU), aunque difieren en cuanto a si obtendrá mayoría absoluta o no.
Artur Mas anticipó los comicios tras la multitudinaria manifestación separatista que tuvo lugar el pasado 11 de septiembre en Barcelona, y el posterior rechazo del presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, a su proyecto de pacto fiscal, similar a la soberanía presupuestaria que tiene el País Vasco.
A pesar de que Mas se mostró partidario de la independencia en el pasado, esta opción no había sido nunca el proyecto de la fuerza política que él lidera, CiU, y tampoco es una idea compartida por todos los miembros de esta federación formada por dos partidos catalanistas de derecha.
El giro del líder nacionalista tuvo lugar en un momento de fervor independentista abonado por la grave crisis económica y los reiterados rechazos de Madrid a los reclamos catalanes de ampliación de su autogobierno y de cambio de la forma de gobierno de España instaurada en 1978.
Mas se presenta ahora a los comicios como el único garante de un proceso de creación de un “Estado propio” para Cataluña dentro de la UE, con una “hoja de ruta” que pasa por la celebración de un referendo soberanista que Madrid rechaza por “anticonstitucional” y sin garantías por parte de Bruselas.
Los comicios suponen “la oportunidad histórica de que el pueblo catalán pueda emprender un camino de autoafirmación nacional bajo el nombre del proceso de independencia o de creación de un Estado propio”, afirmó a Télam Josep María Reniu, profesor de Derecho Constitucional y Ciencia Política de la Universidad de Barcelona (UB).
“En función de la fuerza parlamentaria que obtengan los partidos que apoyan abiertamente el derecho a decidir- los sondeos dicen que será dos terceras partes – estaremos ante un escenario radicalmente nuevo”, indicó.
En cambio, Oriol Bartomeus, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) no está de acuerdo: “Hay un desfase entre lo que se dice y lo que está en juego en las elecciones”.
“Lo que se juega es si el partido que tiene mayoría conseguirá agrandarla hasta configurar un gobierno con mayoría absoluta”, añadió el analista, tras recordar que la formación de Artur Mas, antes y después de levantar la bandera del independentismo, votó con el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy reformas claves como la financiera.
Bartomeus prevé una campaña “agresiva” y en clave “patriótica”, porque tiene que serlo tanto para CiU como para el PP, a quienes le conviene “polarizar y tensar la cuerda para vaciar el centro”.
“CiU tiene interés en concentrar el voto catalanista y esto pasa por no hablar de la crisis económica ni de las políticas de ajuste que adoptó Mas, sino en centrar las elecciones en el debate identitario”, explicó en analista a Télam.
El PP liderado por Alicia Camacho, en el otro extremo, defiende la unidad de España a ultranzas con un mensaje que apela al “miedo” a la ruptura, a la profundización de la crisis y a la salida de Cataluña de la Unión Europea.
En esta lógica de polarización, los socialistas del candidato Pere Navarro, que mantienen una posición intermedia ya que defienden el “derecho a decidir” pero recuperaron el proyecto federalista, “pierden votos de todos lados” y se encaminan a su peor derrota, dice el profesor Bartomeus.
Ambos analistas coinciden en remarcar que en Cataluña hubo un incremento de la gente que considera que la independencia es una salida “legítima y democrática” por distintos factores, entre los que la crisis tiene un peso destacado.
“El apoyo a la independencia rondó entre el 10 y 15% en los últimos 20 años y a partir de 2010 se situó por encima del 20% y en el 2011 el 30%”, según Bartomeus.
Reniu, por su parte, subrayó que “la situación de crisis, que golpea con fuerza a Cataluña, puso en tela de juicio cuestiones que ya se daban por supuestas” –en referencia a que los catalanes “son contribuyentes netos al Estado español pero tienen un déficit galopante”-, y “una parte de la ciudadanía entiende que no hay problemas en ir más allá del límite constitucional”.
Con 7,5 millones de habitantes, la norteña Cataluña es la comunidad más rica de España pero también una de las más endeudadas – 40.000 millones de euros- con un déficit en torno al 8% .
El gobierno de Artur Mas, a la vanguardia en los recortes, tuvo que pedir recientemente un rescate al Ejecutivo de Mariano Rajoy para evitar el default, una situación que el dirigente nacionalista atribuyó al “expolio” que sufre Cataluña por parte del Estado español.