Unos pocos miles de sindicalistas y militantes de izquierda se manifestaron en las calles de París para apoyar las huelgas generales de sus vecinos del sur (España, Portugal, Grecia, Italia, Chipre y Malta) y también para dar una señal inequívoca a François Hollande, presidente de la República desde hace 6 meses, de que no está haciendo lo que se espera de él.
“Mucha gente tiene esperanzas en lo que pueda hacer Hollande, yo personalmente no creo que vaya a cambiar nada” nos decía una representante sindical de la CGT. “La elección de François Hollande ha debilitado la lucha social y ha provocado que la gente se relaje”, el cambio de régimen dulcificó la percepción del estado, antes era distinto “mucha gente no hubiera sobrevivido a cinco más de sarkozysmo”. Una idea que se repite en los testimonios de otros manifestantes “en comparación con Sarkozy hemos ganado mucho terreno en lo que se refiere a libertades individuales, pero seguimos dominados por las finanzas, los bancos y las agencias de notación” aportaba Robin, uno de los pocos manifestantes que no ostentaba banderas o pegatinas de partidos o sindicatos.
Interrogados sobre la magra cantidad de manifestantes, todos los entrevistados hablaron de la falta de consciencia de los franceses y de los parisinos en particular. “Francia sigue siendo uno de los países más potentes de Europa y todavía no siente la crisis como la sienten España, Portugal o Grecia y los franceses no se dan cuenta de lo que se avecina porque están todavía protegidos, pero vendrá de todas formas y la gente no lo ve” nos relataba Edouard, otro manifestante “libre”. “Este trimestre se perdieron 50 mil puestos de trabajo según el gobierno y eso no hace que la gente salga a la calle”, “aquí sólo hay sindicalistas, le gente común no sale a la calle, aquí ni siquiera hubo huelga” agregó.
Un lamento también compartido por Antoine, envuelto en una bandera del Partido de Izquierda, liderado por Jean-Luc Melenchon, “Lamentablemente aquí en Francia no hacemos huelga general pero es importante mostrarle a los dirigentes europeos que hay otra política posible y que no pasa por la austeridad si no por la redistribución de la riqueza. Los franceses todavía no han tomado consciencia de esto, porque no han sido tocados fuertemente por la austeridad, pero cuando empiecen a sentir los recortes seguramente se darán cuenta. Eso espero”. Y sobre lo que muestra el modelo de ajustes de Grecia o España opinó lo siguiente: “se ve claramente que el camino de la austeridad no es el buen camino, hace sufrir a la gente y no permite relanzar la economía hacia arriba, no se sale en esa dirección”.
La manipulación y la ebullición
Marta, una española que vive en París hace cuatro años, nos cuenta sus impresiones: “Mientras la gente tenga un Ipod, un ordenador y dinerito para sus juergas, de lo demás pasa olímpicamente. Es muy triste. Estamos perdiendo todos los derechos que habían conseguido nuestros antepasados y que no vamos a tener para el futuro de nuestros hijos. Y lo que es peor, lo que tienen en este presente. Deberíamos movilizarnos todos a la calle porque estamos manipulados por gente que sólo quiere poder y nada más que poder”.
Una militante comunista nos dice que “el pueblo está de rodillas”, Robin nos habla “de un robo de las financieras y los bancos” y Théo vuelve sobre la necesidad de ser solidarios y comprender que Francia está siguiendo el mismo camino de austeridad que Portugal, Grecia o España “Sabemos que nosotros vamos a sufrir las mismas medidas aquí en Francia, así que si no nos apoyamos en este momento y no encontramos soluciones alternativas a nivel europeo entre los pueblos no vamos a poder salir de esta”. Para continuar diciendo “En Francia hay mucha gente resignada, que no se mueve porque piensan que el cambio no es posible. No ven el interés de manifestarse porque tienen miedo de que no sirva para nada. Igual creo que el enojo está presente y la consciencia también, en parte”. Le pregunto sobre esa toma de consciencia “si nos guiamos por los medios de comunicación no se ve que haya ningún cambio, mantienen el mismo discurso que antes de la crisis, neoliberal, hípercapitalista y todo eso. Pero cuando se va a reuniones políticas, a ver documentales comprometidos hay siempre mucha gente, más gente de la que había hace algún tiempo. Estuve en una reunión sobre el marxismo que estaba llena, hace algunos años no hubiera sido posible. Hay una pequeña ebullición”.
Ebullición que puede verse en un buen número de jóvenes militantes y sindicalistas que no pierden las esperanzas de torcer el rumbo de la política francesa y europea. Pero el bajo número de manifestantes y el sopor general que se respira en las calles parisinas no permiten albergar un gran optimismo.
Los convencidos siguen convencidos, los análisis y propuestas de unos y otros no difieren demasiado, cancelación de la deuda pública, oposición a los planes de competitividad del gobierno socialista, luchar contra la especulación y recuperar la democracia perdida en Europa. Quizás si todos los partidos de izquierda se unieran podría darse una señal clara de fuerte resistencia al desgobierno que se vive en Europa.
El apartidismo se ha mostrado anecdótico en esta manifestación, parece ser que el descrédito de la política paraliza las revueltas sociales. La cooptación de los sindicatos ha mermado su representatividad y el alcance de sus acciones y proclamas. Es necesario trabajar en la construcción de una alternativa a nivel de pueblos, como insinuaron todos y cada uno de los entrevistados en la fría tarde parisina del 14 de noviembre.