El 9 de septiembre 2012 por las calles de Santiago de Chile, se desarrolló la marcha por los derechos humanos que se realiza todos los años hacia el Cementerio General, en homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado desatado tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, auspiciado por el gobierno de EE.UU. en complicidad con la derecha política y económica chilena.
Por Leyla Marisol
La marcha fue convocada en la plaza Los Héroes a las 10 de la mañana, adonde fueron llegando poco a poco las personas con sus banderas y lienzos, colectividades políticas, sociales y culturales como comparsas, agrupaciones musicales y teatro que se sumaron al homenaje. Alrededor de las 10 y media comenzó la marcha rumbo al cementerio, se escucharon gritos alusivos a los muertos y desaparecidos; también consignas alusivas a la contingencia actual como las demandas estudiantiles y la represión al pueblo mapuche que igualmente se hicieron oír. Las calles se llenaron de una inmensa columna multicolor y cánticos compuestos por miles de jóvenes, mujeres, hombres y niños unidos por un solo objetivo: recordar al presidente Salvador Allende, a los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos. Numerosas personas que se encontraban en los edificios aledaños se asomaron con banderas del Che Guevara y de Salvador Allende en apoyo a los manifestantes.
Cuando la columna estaba en la calle Recoleta próxima al liceo Valentín Letelier, sin mediar provocación alguna, las fuerzas policiales irrumpieron en la marcha con vehículos lanza aguas y lanza gases provocando indignación en los manifestantes. Aún así la marcha siguió su rumbo propuesto hacia el interior del cementerio, afuera quedaron algunos jóvenes encapuchados enfrentándose hacia carabineros con barricadas y piedras, mientras la policía militarizada ejercía una brutal represión hacia la columna de marchantes, sin distinguir quienes se manifestaban de manera pacífica o quienes lo hacían de manera más radical.
Como es costumbre la marcha prosiguió hacia las tumbas de Miguel Enríquez y de Víctor Jara, donde se desarrollaron discursos e improvisados actos culturales con cantantes populares. La emoción fue el componente común entre los que estaban en el lugar y cantaron a coro las canciones de Víctor. Los familiares del cantor popular se dirigieron a los presentes, agradeciendo el homenaje y celebrando que la mayoría de la juventud chilena lleve en el corazón el recuerdo de su música y de su pensamiento político y que en las marchas estudiantiles siempre esté presente su figura y su música. No estuvo ajena también la exigencia de justicia por el crimen cometido hacia su persona por parte de los militares que lo tenían prisionero en el ex estadio Chile, estadio que en la actualidad lleva el nombre de Víctor Jara en homenaje a su obra artística, haciendo hincapié en que cualquier manifestación de anhelos de justicia es bienvenida e importante.
Lentamente la concurrencia se empezó a retirar del lugar de manera tranquila y con una gran consternación por los sucesos ocurridos hace 39 años en Chile, cuyo recuerdo aún sigue fresco en la memoria de muchos chilenos que vivieron en carne propia la violación a los derechos humanos. También los jóvenes que poco a poco van sabiendo lo que sucedió en los días oscuros de la dictadura, tanto en materia de violación de los derechos humanos como la instauración del modelo neoliberal y sus consecuencias; hoy los jóvenes exigen en las calles, en los foros, redes sociales, y diversos canales de difusión el desmantelamiento de la herencia dictatorial de Pinochet: el fin a la constitución del 80 y sus leyes orgánicas, la renacionalización de los recursos naturales y tantas otras amenazas a la soberanía nacional.