No es solo que el gobierno haya perdido su legitimidad llevando adelante unos recortes
contrarios a su propio programa electoral sino que ahora se atenta contra los ciudadanos
restringiéndoles sus derechos democráticos.
Una muestra más ha sido hoy tratando de demonizar las movilizaciones de decenas de
miles de ciudadanos. Desde hace días, desde el partido del gobierno y sus diputados se
viene trabajando para desacreditar las movilizaciones pacificas. La ultima perla fue la de
equipararlas con el golpe de estado del 23F de un grupo de militares. Tampoco desde los
diputados del principal partido de la oposición ha habido ninguna señal de acercamiento o
comprensión. Pero lo más grave es que tampoco se ha escuchado ninguna voz o gesto de
otros parlamentarios – y si la hubo fue sin resultados- de conectar con las decenas de miles de
manifestantes que de forma pacífica acudimos ayer al Congreso como ultima esperanza de que
fuéramos escuchados.
La desconexión entre el Parlamento español y la gran mayoría de los ciudadanos es patente.
Los argumentos que dan los poderes son justo lo contrario de cómo los presentan los que
manipulan. Los manifestantes fueron Congreso, no porque no les interese, todo lo contrario.
Fueron porque van perdiendo confianza y quieren volver a creer que a través de las leyes y
su cumplimiento, se puede mejorar la vida de todos los ciudadanos. NO es entonces que sean
anti-sistema o contra las instituciones, como reza la oficialidad. Lo que quieren es que esas
instituciones funcionen y trabajen para ser útiles a los ciudadanos, no a otros poderes.
Hay un argumento falso que hace que el gobierno, y también los diputados del Congreso,
tratando de deslegitimizar las manifestaciones ciudadanas diciendo: “nosotros somos los
verdaderos representantes elegidos democráticamente”. Tienen razón, pero es muy evidente
que algo no funciona, pues habiendo sido elegidos democráticamente, el deterioro social,
el malestar, la pedida de confianza en ellos y en la democracia, es alarmante. Los electores
parece no estar dispuestos a esperar 3 años mas a que se produzca un cambio de gobierno,
pues además, la oposición no cambiara nada esencial, será más de lo mismo. El grave
problema de España es que la receta de este bi-partidismo PPSOE ya no funciona. Este es el
principal problema.
Las manifestaciones de hoy revivieron por momentos el espíritu del 15-M, distendido,
abierto, comunicativo, más militante, de reencuentro, pero con cierto tono por momentos
festivo, después de 500 días de su eclosión. Esa fue la tónica general durante todo el día, solo
desvirtuada en ciertos momentos por pequeños grupos de infiltrados que distorsionaron con
actos violentos y dieron justificación a la policía para que desplegara su represión. Con estas
escaramuzas “la oficialidad” contenta, pues los titulares de la prensa recogen los heridos y
detenidos como la “gran noticia” resumen del día y así se “tapa” y “desacredita” las razones y
argumentos de los manifestantes, que sería lo importante a destacar.
Quizás esto sirva también a los convocantes para que se defina aun más claramente el carácter
no-violento de las manifestaciones y que implementen los mecanismos, como en su momento
hizo el 15M, para desalentar y si es necesario aislar a los violentos. Si no se avanza en esto la
lucha será totalmente infructuosa. La única vía por la se conseguirá un respaldo generalizado
de la ciudadanía es si las reivindicaciones se canalizan totalmente por el camino de la no-
violencia de manera sostenida.
En todo caso el 25-S demostró que los ciudadanos seguirán saliendo y no están dispuestos a
ceder. Esperemos que en algún momento se “sintonice” toda esa gran mayoría de afectados
y se tome conciencia de que cada uno es importante, para dejar de quedarse en casa y
salir todos a la calle. Llegara el día que esas hoy, decenas de miles, se conviertan en ríos
multitudinarios de gente. Cuando ese día llegue comenzaran a cambiar muchas cosas.
Trabajamos para que sea lo antes posible.
Una última nota a reflexionar. Con el 25S es una muestra más, como en muchas otras, de que
hoy son los ciudadanos y los pueblos los que están dibujando la hoja de ruta de los políticos y
las instituciones. Si los representantes no están a la altura de interpretar las señales que da la
población, quedaran barridos más pronto que tarde…