De acuerdo a los resultados oficiales divulgados hoy, el «sí» obtuvo el 60,4% de los votos, mientras que los opositores sumaron el 39,6% de los sufragios, sobre un total de 995.000 votantes, aproximadamente el 50% del padrón electoral.

El primer ministro de Irlanda, Enda Kenny, declaró que el voto por el «sí» envió «una poderosa señal al mundo diciéndole que el país tenía una actitud seria sobre la superación de sus desafíos económicos».

Por su lado, Gerry Adams, líder de Sinn Fein, el ex brazo político de la organización separatista IRA y opositor al tratado, aceptó sin cuestionamientos el resultado de la consulta.

Sin embargo, acusó al gobierno de haber jugado con los temores de la gente y afirmó que se había encontrado con muchas personas que habían votado «sí» con los «dientes apretados».

“En el curso de la campaña, el gobierno hizo una serie de varios compromisos firmes en cuanto a la eliminación de la carga del rescate bancario de la gente y también sobre el crecimiento e incentivos al empleo. Vamos a reclamar el cumplimiento de esos compromisos», afirmó.

El tratado aprobado por los irlandeses obliga a los países firmantes a reformar sus constituciones para implantar un límite al déficit al 0,5% del PIB y a aceptar sanciones cuando superen el 3% del PBI (el déficit de Irlanda fue del 13% en 2011).

Los sondeos indicaron que el temor a perder acceso a los fondos de rescate de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI) para países endeudados fue más fuerte que el enojo de los irlandeses por las medidas neoliberales que les redujeron los salarios, eliminaron beneficios sociales e incrementaron el desempleo.

El “sí” obtuvo el apoyo en las áreas rurales y entre la clase media de los centros urbanos, mientras que el “no” tuvo fuerza en zonas de clase trabajadora, según los resultados preliminares.

«Hubo una fuerte polarización de clases, donde los barrios populares votaron `No´ y las áreas más ricas votaron `sí´“, dijo el eurodiputado socialista Paul Murphy.

«La pelea sobre el referendo terminó, pero no contra la austeridad. Esto no es una aprobación a este gobierno, no es un aval del tratado y no es ningún aval a la austeridad. La gente tiene miedo”, subrayó.

El plan de control fiscal supranacional, impulsado fuertemente por Alemania, sólo requiere la aprobación de 12 de los 17 países de la eurozona. Pero si Irlanda se hubiera opuesto habría sido un duro revés para Berlín en momentos en que la crisis está arrasando a Grecia y España.

Irlanda ya fue rescatada en 2010 con una inyección de 85.000 millones de euros y la totalidad de su sistema bancario fue nacionalizado. Sin embargo, el otrora llamado «tigre celta» no logra levantar cabeza.