“Se los convoca a la manifestación. Con esto volvemos a las ceremonias en las que pedimos a nuestros espíritus que en cada acción que hagamos nos acompañen”, dijo Diego Ruiz, delegado del pueblo guaraní de la Tupac Amaru, intendente del Talar, durante la marcha para respaldar la investigación sobre la complicidad de Ledesma con la última dictadura militar.
En tanto, la certeza de que la empresa aún ahora sigue realizando este tipo de prácticas genera miedo en la población de Ledesma, sobre todo entre quienes deben ser testigos de los próximos juicios. El 20 de mayo, una de las testigos más emblemáticas de la Noche del Apagón, Eulogia “Rita” Cordero de Garnica, le decía a Página/12 que un hombre que ella casi no conoce pasó por la puerta de su casa en los últimos días y le dijo: “Pero tenga mucho cuidado porque los dinosaurios andan sueltos”. Y cuando ella le dijo “bueno”, él agregó: “Mire lo que le pasó a (Julio) López”.
El 18 de este mes se llevó a cabo una marcha en la que confluyeron las organizaciones políticas y sociales con los organismos de derechos humanos para apoyar los avances que hubo, pero sobre todo a lo que advierten como el fin del período de impunidad para el presidente del ingenio, Pedro Blaquier.
El juez federal Fernando Poviña le envió a la fiscalía la nueva denuncia por los hechos de 2005. Allí no impulsa una investigación porque un juez no puede hacerlo, sino que hace una denuncia a partir de los elementos que recogió en los allanamientos simultáneos que ordenó en dos de las sedes de la empresa Ledesma en Jujuy, el 26 de abril. En la denuncia, el juez habla de una posible comisión de un delito contra la Ley de Seguridad Nacional y aunque ahora debe ser la fiscalía la que valore la entidad de los datos y decida si impulsa una investigación, está indicando de alguna manera la decisión judicial de encuadrar el material encontrado como material de espionaje ilegal.
“Blaquier defiende sus intereses a costa de la vida de miles de jujeños –dijo Milagro Sala en el escenario de la actividad–: por eso es posible esta unidad y por eso es posible que seamos miles.” Habló Irma Peña, de Madres de Jujuy, y explicó que estaba “triste y preocupada”, que entendía que éste era un día histórico porque proponía un nuevo “reto para luchar contra la impunidad”, pero a la vez marcó esa sensación de “estar convencida de que estos cobardes, civiles del terrorismo de Estado, una vez más han tomado el camino de ampararse en artilugios legales”.
Poviña ordenó los allanamientos sólo diez días después de asumir en el juzgado. Entre los materiales, secuestró documentos de la época de la dictadura, como los legajos de los obreros, uno de los cuales era un dirigente gremial que está desaparecido. El legajo contenía un informe de Inteligencia sobre sus actividades familiares y políticas. Pero entre los documentos aparecieron además los informes que revelan un escalofriante detalle de seguimiento minuto a minuto de los preparativos de la Marcha del Apagón de 2005, una actividad que se realiza todos los años durante el mes de julio para recordar el secuestro de 400 personas en 1976. En el informe figuraban los datos de las patentes de los autos, los nombres de las personas que participaron, con la filiación política o el lugar de donde provenían. Estaba el contenido de las charlas informales que mantuvieron los dirigentes que llegaron de todo el país y los datos de lo que se había dicho durante los actos.
En el escenario también habló Hugo Condorí, presidente de la asociación de ex presos políticos. Condorí, que fue compañero de los dirigentes obreros de la obra social de Ledesma que están desaparecidos, denunció que el jueves por la tarde intentaron secuestrar a su nieto a la salida del jardín. Por un hecho fortuito, el secuestrador, que tomó al niño por detrás y salió corriendo, tropezó en un pequeño desnivel y cayó al suelo, lo que le permitió al nieto de Condorí escapar y volver a la escuela.
Rita Cordero declaró durante el Juicio a las Juntas. Fue una de las mujeres secuestradas durante la semana del 20 al 27 de julio de 1976, en lo que se recuerda como la Noche del Apagón. Su marido Agustín Donato Garnica era el fundador del sindicato de zafreros de Ledesma y a esa altura estaba preso. El 20 de julio, los carros que levantaron a 200 personas en esa noche la levantaron a ella de su casa y con ella se llevaron a dos de sus hijos que siguen desaparecidos. Rita estuvo secuestrada seis meses. Su marido pasó siete años en la cárcel. Ella perdió su casa. La semana pasada, cuando empezaron a escucharse las últimas noticias sobre el pedido de indagatoria a Blaquier y su salida del país, en el pueblo comenzaron nuevamente a agitarse los fantasmas que señalan a los ex detenidos como subversivos.
En la marcha había muchos jóvenes con estandartes, gorros, remeras y fotos con leyendas como: “Campesino, tu patrón no comerá más de tu pobreza”. También alentaban con canciones que decían: “… Y dale alegría, alegría a mi corazón, la sangre de los caídos se revelooó / y vas a ver las balas que vos tiraste van a volver…” Y luego, el “Olé olé olá a donde vayan los iremos a buscar”.