«Brasil merece la verdad, las nuevas generaciones merecen la verdad y sobre todo, merecen la verdad quienes perdieron amigos y parientes y que continúan sufriendo como si ellos muriesen de nuevo y siempre cada día», aseveró Rousseff emocionada hasta las lágrimas.
La presidenta brasileña, una de las miles de personas que fueron arrestadas y torturadas en Brasil por el régimen militar, aseguró que al darle posesión a los siete integrantes de ese grupo «no nos mueve el revanchismo, o el odio, o el deseo de reescribir la historia de una forma diferente a como aconteció».
Nos mueve la necesidad imperiosa de conocerla en su plenitud, sin ocultamientos, sin camuflajes, sin vetos y sin prohibiciones, sostuvo.
Integran el grupo el exministro de Justicia José Carlos Dias, el magistrado del Superior Tribunal de Justicia Gilson Dipp, la abogada Rosa María Cardoso, el exprocurador general Claudio Fonteles, el diplomático Paulo Sergio Pinheiro, la psicoanalista María Rita Kehl y el jurista José Cavalcante Filho.
A la ceremonia asistieron todos los expresidentes brasileños vivos posteriores al régimen militar: José Sarney, Fernando Collor, Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inácio Lula da Silva.
Sobre los miembros de la Comisión, la mandataria aseveró que en su selección no estuvo motivada por criterios personales o por evaluaciones subjetivas. «Escogí un grupo plural de ciudadanos de reconocida competencia, sensatos y ponderados».
Los siete integrantes de la Comisión de la Verdad tendrán dos años para elaborar su informe a partir de declaraciones y la recopilación y análisis de documentos, aunque sin la posibilidad de llevar a los autores a la justicia.
Pese a no tener un fin punitivo, en el texto aparecerán los nombres de los criminales y sus actos.
La imposibilidad de enjuiciar a los criminales está dada por la vigencia de la Ley de Amnistía, aprobada en 1979, todavía bajo el régimen militar, la cual impide el procesamiento judicial de los autores de torturas, asesinatos, desapariciones y otros delitos cometidos en esos 21 años.
El régimen militar en Brasil no fue un hecho casual o aislado, sino vinculado a otros procesos similares que enlutaron varios países de la región desde la década de 1960 hasta la de 1990 del siglo pasado, todos surgidos bajo la égida del estadounidense Plan Cóndor.