El dirigente y cineasta de 38 años aseguró que su país sufre una «crisis de democracia participativa» para la cual «ni la alianza de derecha (en el gobierno) ni la Concertación de centroizquierda tienen solución».
Enríquez-Ominami, que en 2009 abandonó el Partido Socialista descontento porque esa fuerza no iba a realizar elecciones primarias, calificó a la actual gestión del presidente Sebastián Piñera como «un quinto gobierno de la Concertación».
«En el lenguaje y la estética por supuesto que es un gobierno de derecha, pero en la política sustantiva, en las leyes que saca, es lo mismo, y en temas como gasto social o falta de reformas en serio en materia de educación, son lo mismo», insistió.
Para ratificar su afirmación se refirió a la política educativa, jaqueada por gigantescas protestas de los estudiantes que hicieron bajar notablemente la popularidad de Piñera.
Enríquez-Ominami recordó al respecto que en 2008 la Concertación gobernante y la derecha acordaron la Ley de Educación a pesar de que un grupo de 20 diputados del oficialismo, entre ellos él, propusieron sacar un proyecto propio aun sin contar con los votos necesarios para asegurar su aprobación.
«Nos dijeron que no, que preferían sacar esa ley, que ahora está claro que no sirve, para demostrar que la presidenta Michelle Bachelet tenía capacidad de gobernar», lamentó.
Respecto de la ex mandataria, admitió que es quien cuenta con mejor imagen en las encuestas y destacó al respecto que el hecho de que la Concertación deba acudir a una ex presidenta -como ocurrió en 2009 con el ex mandatario Eduardo Frei- demuestra la falta de representatividad del bloque que lideran el socialismo y la democracia cristiana.
En cuanto al actual oficialismo, consideró que «hay dos o tres ministros presidenciables» y que la alianza de la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN) mantiene intacto su poder electoral más allá de los «desastres» de la gestión de Piñera.
También desautorizó como opción política recientes negociaciones que los partidos de la Concertación vienen realizando para ampliar la base de la alianza en un denominado «frente amplio».
Para Enríquez-Ominani, «ese frente amplio es una falsedad, ya que no tiene programa común ni está decidido a sacar sus candidatos en primarias en todo el país: es apenas un negocio de las cúpulas partidarias para no perder cupos en las elecciones locales».
Ante una consulta acerca de si no teme quedar demasiado aislado en el panorama político interno por no prestarse a este tipo de acuerdos, recordó que en la última elección presidencial, en la que obtuvo 20,13 por ciento de los votos, llegó «muy arriba» y él se convirtió «en el único candidato que podía ganarle el balotaje a Piñera».
«Yo creo que ellos (por los jefes de la Concertación) están más solos que yo», resumió y aseguró que su objetivo en la política es «terminar con el clasismo en Chile».
Enríquez-Ominami reconoce en su apellido a su padre de sangre, el líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) Miguel Enríquez, asesinado a poco de que él naciera, y a Carlos Ominami, dirigente de la Concertación que se casó con su madre Manuela Gumucio y participó de toda su crianza.
Criado en París en tiempos del destierro de Ominami, estudió cine, campo desde el cual también brindó sus posiciones políticas, especialmente en el documental «Chile: los héroes están fatigados», en el que valora críticamente a los guerrilleros de los años `70, incluido su padre.