Los documentos publicados por Wikileaks han mostrado como los diferentes gobiernos federales de EEUU han estado interviniendo activamente en la política doméstica de Venezuela, a fin de derrotar al gobierno Chávez, al que consideran una amenaza para los intereses empresariales estadounidenses, que históricamente han gozado de una enorme influencia sobre los gobiernos de aquel país, anteriores al actual. Lo que no se conocía hasta hace poco, sin embargo, era que -según los documentos publicados en Wikileaks- algunos de tales medios, han jugado un papel muy activo en la desestabilización del gobierno Chávez, lo cual no se ha publicado en los mayores medios de información españoles.
La información recogida por Wikileaks, y canalizada a través de algunos de los mayores medios de información, ha permitido detectar un sesgo anti Chávez en tales medios, mostrando un proceso de selección en la publicación de aquellos componentes de Wikileaks que pueden dañar al gobierno Chávez. Tales medios han publicado, por ejemplo, el componente de Wikileaks que señala -según la embajada estadounidense- la influencia que los asesores cubanos tienen en el gobierno venezolano, pero no han publicado la influencia de los asesores durante el gobierno Uribe, el cual gozó de una cobertura muy favorable en los mismos medios. Wikileaks publicó los informes del embajador estadounidense en Colombia, que mostraban la clara participación de sectores del Ejército colombiano en la desaparición y matanza de personas. Colombia es el país latinoamericano que ha tenido un número más elevado de desaparecidos, mucho mayor, por cierto, que Argentina en los años 70 y 80. Los mayores medios de difusión han sido muy escuetos en la cobertura de esta enorme violación de los derechos humanos en Colombia, contrastando con el detalle (y falta de objetividad) en su cobertura de las supuestas (algunas de ellas reales) violaciones de los derechos humanos en Venezuela.
Entre las supuestas violaciones está la eliminación de la libertad de prensa en Venezuela, presentando al gobierno Chávez como dictatorial. Los mayores medios de información españoles presentan como una realidad el que no exista libertad de expresión en los medios venezolanos. El intelectual orgánico del neoliberalismo Latinoamérica, Mario Vargas Llosa, siempre se refiere al Presidente de Venezuela como el dictador Chávez. Y lo mismo ocurre en España. Un ejemplo es el ex Presidente Aznar del Partido Popular que también se refiere constantemente al Presidente de Venezuela como el dictador Chávez. Los datos, sin embargo, no avalan tal definición.
Según la Nielsen Media Research International (que analiza los medios de comunicación a nivel internacional) y lo publicado por el Center for Economic and Policy Research, de Washington, la gran mayoría de canales televisivos en Venezuela (de donde recibe la información la mayoría de la población) son canales privados. Las cadenas públicas (que son la minoría) cubren sólo un 5% de la audiencia. El 95% de la población recibe la información de los canales privados, la mayoría fuertemente hostiles hacia el gobierno Chávez. Los canales públicos, que cubren un 5% de la audiencia total, tienen un porcentaje mucho menor que en Francia (un 37%) o en Gran Bretaña (37%). Nadie acusa a los gobiernos de estos países de ser dictatoriales. Es cierto que el tono de las televisiones públicas de estos países es mucho menos partidista que los canales públicos venezolanos, con lo cual, la comparación tiene límites. El partidismo de los canales públicos venezolanos es muy acentuado. Ahora bien, la clara hostilidad hacia el gobierno de la mayoría de los canales privados (que cubren a la gran mayoría de la ciudadanía) es enormemente partidista. La neutralidad y objetividad no existe en tales medios, los cuales son meros instrumentos propagandísticos de los grupos de presión afectados por las reformas del gobierno Chávez. Hablar de falta de libertad de expresión, cuando la mayoría de los medios están controlados por la oposición, es un indicador claro de la ausencia de objetividad en la cobertura mediática de lo que ocurre en Venezuela. Y un ejemplo del carácter propagandístico y falto de rigor que caracteriza los discursos de Mario Vargas Llosa y José María Aznar, entre muchos otros.
¿Por qué tal hostilidad hacia gobiernos de izquierda por parte de tales medios (no sólo Venezuela, sino también Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, entre otros han sido víctimas de las campañas de desinformación de tales medios)? La respuesta es fácil de ver. Tales medios son parte de multinacionales mediáticas que controlan la mayoría de medios en Latinoamérica. Sus intereses se encuentran amenazados por tales gobiernos, que intentan diversificar el abanico ideológico en los medios, hasta la actualidad muy dominado por compañías multinacionales de orientación conservadora y neoliberal. Por extraño que le parezca al lector español, Venezuela tiene mayor pluralidad ideológica en los medios que España, donde la extensión de la prensa o medios televisivos de izquierdas es muy limitada. Hay más medios televisivos y rotativos de derechas en Venezuela que medios televisivos y rotativos de izquierdas en España. Imagínense si en España un gobierno de izquierdas quisiera diversificar tal oferta mediática. Habría una enorme movilización de los medios conservadores y neoliberales acusando al gobierno de atacar la libertad de prensa y de expresión. Mientras, su dominio sobre la información, con escasas voces y medios alternativos, lo definen como «libertad de expresión».