Nos llamó la atención que la irrupción de una nueva espiritualidad, anunciada por Silo ya en 1999
desde el Parque de Estudios y Reflexión de Punta de Vacas, fuera detectada en una universidad de
Israel.
Israel y todo el Medio Oriente están azotados por la espiritualidad del dogmatismo y de la
intolerancia de los grupos religiosos, que contamina a toda la sociedad. La no separación
entre religión y estado y la primacía cada vez mayor de los fundamentalismos al interior de las
religiones, afectan todas las áreas de la sociedad y tienen temblando al mundo entero con sus
amenazas y su violencia. En este ambiente, el intento de la Universidad de Haifa nos pareció un
oasis que debíamos visitar.
Esta conferencia se hacía múltiples preguntas: ¿Requiere el nuevo humanismo de una
espiritualidad? ¿Puede la psicología apoyarse en procedimientos de escuelas espirituales para el
desarrollo y la felicidad del ser humano? ¿La medicina tendría que aceptar dentro de sus estudios
las medicinas alternativas? ¿Por qué los sistemas de creencias no son considerados como parte
del conocimiento humano y estudiados a nivel académico? Esas y muchas otras interrogantes
dieron lugar a más de 80 ponencias, talleres, conferencias y debates de temas vinculados con la
espiritualidad.
Frente a los temas tratados y al enfoque dado decimos que no solemos darnos cuenta que detrás
de nuestra ciencia, historia, sicología, economía , sociología, antropología y otras áreas del saber
está operando un sistema de creencias y una espiritualidad que da dirección y sentido a esa
misma ciencia. El descubrimiento de hace pocas décadas de que el ser humano existe ha puesto
en crisis el método científico. La existencia del ser humano puede parecer algo obvio, pero su
reconocimiento como un ser no natural, intencional, poseedor de libertad es bastante reciente.
Hace solo muy poco tiempo que conocemos la intencionalidad de la conciencia humana y cómo
proyecta su interioridad hacia el mundo externo, el mundo de los otros.
Hoy no es posible hacer ciencia sin considerar al observador, su intención y su punto de vista. La
perspectiva del científico que hace y construye ciencia, es decir, la inclusión de la subjetividad,
es lo que esta favoreciendo el desarrollo de la nueva ciencia. Desde la fenomenología a la física
cuántica, la estructura ser humano-mundo permite comprender que la mirada humana no es algo
que entorpece el método científico, sino una componente fundamental del mismo. Si las llamadas
ciencias exactas tuvieron que tomar en cuenta la mirada del observador para la comprensión de
los fenómenos cuánticos, las ciencias sociales tenderán a seguir esa misma ruta comprobando la
imposibilidad de abstraerse de la subjetividad.
En el Seminario asistimos a los esfuerzos de la Psicología para apoyarse en experiencias de
corrientes espirituales como el budismo y la kabala para acceder a una experiencia de silencio
que luego en su reinterpretación puede cumplir funciones terapéuticas. También se observaron
los esfuerzos del humanismo para comprender lo sagrado no sólo desde una religiosidad, sino
también desde la irreligiosidad y el ateísmo sin necesidad de aceptar instituciones y dioses.
Llamaron la atención los esfuerzos para resolver el conflicto entre las tradiciones culturales que
violentan o discriminan a seres humanos de otras culturas o incluso a gente de su propia cultura,
desde un humanismo que se proclama respetuoso de la diversidad. Sabíamos que cuando hablan
de este nuevo humanismo todavía se refieren a los ambientes europeos y no se han estudiado
los aportes surgidos desde Latinoamérica y en particular las contribuciones hechas por Silo en la
concepción de ser humano, conciencia y el humanismo universalista.
La tesis que estaba en el trasfondo del seminario y que expresó su organizadora en el plenario
es que el desarrollo espiritual es el que puede dar un nuevo impulso a la ciencia y reorientarla
hacia el beneficio y felicidad de la humanidad. ¿Será comprendida e incorporada esta tesis por la
Academia?