Intentaban crear la ilusión de que todo había terminado con el linchamiento del ”dictador” y se había impuesto la justicia. Se pretendió que nada de interés sucedía, a partir de ese momento, en el territorio arrasado por países que imponen políticas coloniales para seguir obteniendo ganancias del petróleo y de las armas. Lo que el mutismo informativo ocultaba era la violencia y crueldad ejercidos por los vencedores sobre sus conciudadanos.

Es imposible cuantificar -son varios miles- las personas que han sido asesinadas o desaparecidas -en muchos casos las muertes fueron durante sesiones de tortura-; los heridos y el daño en la infraestructura de una país que había alcanzado el más alto nivel de vida de la región.

La secuela de desapariciones de personas después de una guerra civil no es un hecho novedoso. Basta con recordar, por próxima en el tiempo y por europea, la gesta criminal del Estado y la Falange en España, comenzada justamente al concluir la guerra civil, con tantas o más muertes que las ocurridas durante la contienda. Otro tanto ha sucedido en países africanos que sufrieron guerras civiles en los últimos años, como Argelia, Sierra Leona, Burundi, Ruanda o República Democrática del Congo, entre otros.

Estos delitos de lesa humanidad tienen la finalidad de eliminar a los potenciales disidentes pero -sobre todo- de sembrar el terror en la población civil sobreviviente, para que no haya la menor discusión sobre las acciones de los vencedores. En palabras del escritor italiano Gaetano Mosca: “Todo régimen que persiga adecuadamente a sus adversarios puede mantenerse en el poder indefinidamente”. Es la famosa “pax romana” o “paz de los cementerios”.

Así ha quedado Libia. Pero el gobierno títere del Consejo Nacional de Transición (CNT) está recibiendo ahora parte de su propia medicina: la división que crearon en la sociedad libia siguiendo el dictado y con el apoyo letal de los estados miembros de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) está siendo imitada por la conducción “provisional” de Cirenaica, la rica región petrolera, que ha comenzado a explorar la posibilidad de separarse del restante -paupérrimo- territorio libio.

No cabe duda alguna de que detrás de esta partición del territorio están los Estados Unidos de Norteamérica y sus socios europeos, campeones del despojo colonial, e incapaces de sacar adelante sus economías con recursos propios. No caben dudas porque es una opción política ya utilizada -el caso más reciente es la separación de Sudán del Sur, en 2011, de la República Árabe de Sudán- y de fácil aplicación en el caso de Libia. Es coherente también con el móvil verdadero que ocultan tras el eufemismo de “actividades humanitarias”: apropiarse de los recursos naturales de los países en los que intervienen. Si no pueden dejar un gobierno títere que se encargue del trabajo sucio, parten el territorio y colocan a cargo a un corrupto, o a una familia de corruptos. Eso sí, con apariencia de democracia representativa, pluralidad de partidos y otros accesorios.

En Libia pareciera que aún se está a tiempo de parar la secesión, según lo manifestaron el viernes los clérigos mulsumanes. El Consejo Nacional de Transición (CNT) deberá hacer gala de todo su poder de persuasión para evitar que prospere la declaración de la “independencia” de Benghazi anunciada por los comandantes militares de Al Qaeda. Si, los comandantes militares de Al Qaeda, organización que también está actuando hoy en Siria para desestabilizar al gobierno. Imaginamos que todos nos estamos preguntando: ¿Dónde quedó el pretexto de que la guerra antiterrorista que auspicia Estados Unidos tiene como objetivo principal a Al Qaeda?

Este intento de escisión es ilegal, desde luego: pero a nadie le interesa la legalidad cuando actúan los estados signatarios de la OTAN, capaces de aliarse, según convenga, con quienes teóricamente son sus enemigos.

Hay ya 12 mil soldados de Estados Unidos en territorio libio para “cuidar” los pozos petroleros. Todo vale para manejar los vitales hidrocarburos. La remanida lección de Maquiavelo al Príncipe: “Dividir para reinar” sigue vigente pero ahora se divide…para concentrar más ganancia y más poder.

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