De todos modos un coloso del
alojamiento de contenidos, acusado de piratería (Megaupload= mega subida de cargas, para
bajar archivos…) queda clausurado y su dueño detenido.
Ante lo primero varios portales cerraron momentáneamente en señal de protesta y además
los llamados hackers Anonymus (que no sabemos como lo hacen) bloquearon las cuentas de
autoridades estadounidenses. Insólito.
O sea un mega-ciberlío.
No es un revival de Mafalda contra la sopa, sino que es una sigla de la ley propuesta en
los EEU para frenar, la piratería en Internet, cosa que otros ven como limitar las libertades
en este campo. Por eso se despliega una gran protesta digital mundial contra dos leyes
estadounidenses que pretenden reglamentar la Red y ha conseguido una primera victoria,
aunque parcial: los legisladores de EEUU se lo piensan dos veces.
Siguiendo a distintos medios internacionales tenemos: La BBC informa que ocho congresistas
han retirado su apoyo al proyecto de ley, entre ellos dos de sus patrocinadores: el senador
de Florida y el de Misuri, piden más tiempo para reflexionar, votación que está prevista en el
Senado el 24 de enero.
Pareciera un choque entre dos mundos: los viejos medios de comunicación, incluido el cine,
frente al nuevo de las webs, blogs e Internet en general. Es lo que sostiene el diario, ilustre
medio típico representante del primero de esos mundos en guerra por la supervivencia.
También lo es el del Christian Science Monitor, aunque replegado hacia su web dice: «Viejas
herramientas contra un mundo nuevo». Mientras The Washington Post afirma que los dos
proyectos de ley son herramientas equivocadas.
Por su lado The Economist busca una equidistancia en este debate favoreciendo algún tipo de
legislación que proteja a los creadores, pero rechazando las leyes propuestas en el Congreso
de EEUU conocidas por las siglas SOPA (Stop Online Piracy Act) y PIPA (Protect Intellectual
Property Act).
Por su parte The Huffington, que se sumó a la protesta, lanza la pregunta:
¿Qué pasaría si los motores de búsqueda y las principales webs cerrasen durante una
semana? Y YouTube ofrece una idea:
¿Dónde está la frontera entre piratear y compartir cultura en un mundo digital? Las webs
defienden la libertad total, el derecho a distribuir cualquier contenido relevante en la Red. Los
creadores de esos contenidos, por los que esperan cobrar cantidades que les permitan seguir
generándolos, rechazan la utilización de su trabajo por un tercero que obtiene beneficios sin
pagar por ello. Complicado debate.
The New Yorker, otro destacado representante del viejo mundo periodístico, sostiene que la ley
propuesta es una mala idea y da varios puntos de vista complementarios y lo más interesante
es que sitúa el debate en su sección de cultura.
Pero no todo son noticias negativas; el mundo de la música, que ha sufrido la revolución digital,
que luchó y sigue luchando contra las descargas, encuentra como llegar a los beneficios. Los derechos de autor para reproducir música crecieron un 17% en 2011. The Guardian informa
hoy de cómo Twitter ha salvado un moribundo programa de televisión en Reino Unido. (Rusia
ha presentado su alternativa a Twitter. Se llama Mail.ru, un nombre poco ruso.)
La transformación del viejo mundo en otro nuevo va más allá de la Red pues hay una
subversión del orden económico establecido y The Economist ofrece un cuadro explicando
quienes son los ganadores y los perdedores de los cambios económicos.
El dilema está servido, pero que hay ciber piratas los hay y que se benefician de ello, y mucho,
es seguro, y nosotros, usuarios comunes, en medio del lío…
Como las historietas antiguas: “continuará”.