Consiste en una especie de casco flexible con varios cablecitos que se
coloca en la cabeza, como un gorro para protegerse del agua pero con conectores, y se
acoplan a un aparatito que a su vez se conecta a la PC y su resultado se verá en el
monitor.

Se presenta una imagen, por demás simple e infantil: en un fondo celeste se
recorta un cuadrado central rojo. Pero también se conecta a un registrador de gráficas
que, como un sismógrafo con agujas, marca en la pantalla la actividad cerebral, nada
menos, y es aquí cuando viene el prodigio: en la medida que se modifica el color se
activan zonas cerebrales antes quietas; ahora son otras zonas cerebrales las que se
ponen en marcha.

La persona, con el cablerío como sombrero, dispuesta enfrente y
mirando atenta pero tranquilamente al monitor y su aburrido cuadrado, hace el ejercicio
de intentar transformar, como buenamente pueda, dicho color en azul más oscuro que
el contorno; es decir, cambiar, mentalmente el cuadrado rojo en azul, en el monitor, no
en la imaginación. ¿Cómo? ¡Como pueda! No hay indicaciones. La instructora le dice al
practicante: “__Intenta tus propias estrategias para modificar el color…”
Y allí la persona comienza a hacer todo tipo de movimiento mental, hasta que de repente
comienza a producir esos cambios de tonalidad y lo consigue.

Por otra parte, en la sala
hay varios practicantes haciendo lo mismo.

Ante lo cual, los expertos en el ensayo aseguran que en ‘5 días se consigue un 20 %
más de aptitudes cognitivas, o hasta un +40%, incluso. Mejorando así la atención, la
memoria, etc. etc.’
Lo cual ha llevado rápidamente a considerarlo como una posible herramienta terapéutica
para quienes están afectados de alguna dolencia síquica, como la frecuente depresión.
Esperan tener resultados halagüeños muy pronto.

De tal modo, que se combina el esfuerzo de estos ingenieros informáticos con médicos,
de la Universidad de Medicina de Aragón, y según la narradora “los ingenieros sueñan
con poder distribuir estos equipos en todos los hospitales muy pronto”…

Ahora toca buscar más información al respecto, para esclarecer mejor esta especie.

La cuestión es que se trata de cambiar el color de un cuadrado en un monitor y esto trae
mejoras mentales. Así de simple, y sin explicar el modo de hacerlo, pues la persona que
hace el ensayo, voluntariamente se sobrentiende, encontrará, la forma de conseguirlo.
Es ‘su’ descubrimiento. Que no es poco.
La aplicación terapéutica, evidentemente, es una de las posibles, pero la confirmación,
por esta vía, que el manejo de formas, colores en este caso, mentales, provoca un
cambio conductual que es interesante; quizás –pienso – esto lo intuían ya los geómetras
antiguos y los yogui hindúes con los yantras, que trabajan con formas geométricas
complejas visualizadas, y, como no, lo de los mándalas tibetanos, tan bellos como
enigmáticos.

Así que al parecer hoy surge una actividad científica que redescubre la
conexión formas-mente-impulsos-conductas.

Algo que conocemos en la disciplina de la Forma y en los estudios de Morfología,
específicamente el tópico de la ‘la acción de forma’, que nos enseñara Silo
oportunamente, ya desde 1975. Lo cual nos aleja de este breve artículo, pero que es
recomendable al lector inquieto darle un vistazo.

En fin, algo a investigar sin duda, en el campo de la neurociencia, que hoy cuenta
muchos estudiosos, por lo simple y lo interesante; tal vez aumentemos, algún porcentaje de
nuestras aptitudes mentales, o al menos, mejore nuestro propio autoconocimiento. ¿Por
qué no?