Con la presencia de Luis Weinstein y de Mauricio Hasbún, además de un interesante grupo de personas que tomaron parte de la conversación, se llevó adelante el diálogo posterior a la proyección de la película que va narrando la inspiradora historia de Edward Said y Daniel Barenboim en el desarrollo de esta orquesta.
*»Refelexiono acerca de la identidad personal y de aquella que nos contiene a todos, como seres humanos que somos, para caer en cuenta de la ilusoria separatividad en la que nos auto-afirmamos cotidianamente»*, señaló Luis Weinstein, pasando a proponen formas de acercamiento desde la misma interioridad de cada cual.
Por su parte Mauricio Hasbún hizo ver la presión de los entornos en los círculos inmigrantes y la necesidad de poder converger en las nuevas costumbres de la nueva patria. Sentirse quien se es, aportando donde se vive, sin por ello negar las raíces de procedencia.
*»Valoro las diversidades, lo distinto, el enriquecimiento que se produce en el encuentro entre quienes justamente aportan desde sus diferentes miradas»*, señaló Tomás Hirsch, abogando en contra de la uniformidad que lo mundializado intenta imponer y reivindicando el derecho a lo diverso sin que ello sea sinónimo de conflicto.
La conversación fue derivando hacia la situación que se vive en Israel y Palestina, en la necesidad de favorecer instancias de encuentro y diálogo como aquellas generadas por la orquesta formada por árabes e israelíes que dirige Daniel Barenboim y que resulta un modelo inspirador, una suerte de maqueta, de una nación humana universal a la que los asistentes declararon aspirar.