Un total de 110 vehículos blindados, con unos 500 soldados, partió desde la base de operaciones de contingencia de Adder y pasó la estación fronteriza hacia el desierto al romper el alba, lo que -según confirmó un portavoz militar norteamericano- sella oficialmente la retirada.
El último contingente procedía de la base de Fort Hood, en Texas, y había estado destinado cerca de Nasiriya, a unos 300 kilómetros al sur de la capital Bagdad. Su próxima parada será el campamento Virginia en Kuwait, antes de volver a los Estados Unidos.
Mientras el canal estatal Al-Iraqiya mostraba imágenes de la retirada, otros medios gubernamentales iraquíes destacaban expresiones de júbilo de la inmensa mayoría de los ciudadanos, algunos de los cuales aludieron a este domingo como «día de la verdadera liberación».
La guerra de Irak comenzó en marzo de 2003 con ataques aéreos de Estados Unidos contra la capital y otros objetivos, a los que siguieron la entrada terrestre de efectivos de una coalición internacional liderada por Estados Unidos que derrocó el régimen de Saddam Hussein, recordó un cable de la agencia de noticias DPA.
Según el gobierno estadounidense, más de 1,5 millones de soldados estadounidenses participaron en la operación, de los que perdieron la vida unos 4.500 y más de 30.000 resultaron heridos.
En el momento álgido del conflicto, Washington tuvo desplegados 170.000 efectivos y 505 bases militares en territorio iraquí.
El presidente estadounidense, Barack Obama, agradeció el miércoles a los soldados su intervención en un acto simbólico ante cientos de militares en la base militar de Fort Bragg, en Carolina del Norte, en el que calificó el fin de la guerra como «un momento histórico para nuestro país y nuestro Ejército».
Dos días antes el mandatario se había reunido en Washington con el jefe del gobierno iraquí, Nuri al Maliki, para hablar de la nueva relación bilateral tras el fin de la operación militar.
Los dos países anunciaron el inicio de una nueva era de cooperación, después de que fracasaran los esfuerzos de extender la misión estadounidense ante la negativa iraquí a conceder inmunidad a las tropas que se quedaran más allá del 31 de diciembre.
Al Maliki, no quiso ceder en cuestiones de soberanía, en un contexto en el que su Gobierno de coalición, formado con delicados equilibrios entre etnias, puede verse expuesto a la división.
Irak admitió que sus fuerzas aéreas y la Inteligencia son sus principales puntos débiles, pero reiteró que son capaces de hacerse cargo de la seguridad nacional, a pesar del resurgimiento de la violencia insurgente islamista sunita que, desde hace varios meses, remece al país.
El retiro es parte de las promesas de campaña del presidente Barack Obama, pero el país que las tropas estadounidenses dejan atrás -severamente dañado en lo político y económico- dista mucho de ser el que soñó George W. Bush cuando inició la ocupación.
Estados Unidos deseaba derrocar a Saddam Hussein sin que éste pudiera ser reemplazado en el poder por partidos islamitas chiitas ligados a Irán, pero -muy a pesar de la Casa Blanca- éste sería el resultado inevitable de cualquier elección democrática, en la que los chiitas aliados a los kurdos obtendrían la victoria.
La histórica retirada, en tanto, se metió este domingo de lleno en la campaña de las elecciones generales de noviembre de 2012 en los Estados Unidos, cuando el precandidato republicano, Mitt Romney, la calificó como «precipitada».
«Creo que vamos a ver que el presidente, al no implementar un acuerdo sobre los contingentes con los líderes iraquíes, ha retirado las tropas de una forma precipitada y debimos dejar 10.000, 20.000, 30.000 efectivos para ayudar a una transición hacia la soberanía militar iraquí», estimó Romney en una entrevista concedida a Fox News Sunday.
Los comentarios de Romney fueron emitidos minutos después de que los últimos soldados estadounidenses cruzaran la frontera de Irak hacia Kuwait, casi nueve años después de la invasión que costó 800 mil millones de dólares a los estadounidenses.