sobre la irresponsabilización por las atroces injusticias cometidas hacia pueblos enteros, razón por la cual otros creíamos vivir en las sociedades del bienestar, etc.
Y hoy, ya ves…, el colapso del sin-sentido. A eso iba este proceso que se agota ya.
Todo esto que parece y se experimenta como amargo, tiene sin embargo una cosa muy buena como germen intuitivo. Al caer en cuenta que el fracaso de uno es también el de una sociedad y de un tiempo histórico, se obtiene una primera noción muy clara de lo que nos trasciende como individuos, de lo que va más allá de mí. Esto, si se rescata, nos permite aprender sobre la contradicción que representa y lo ridículo que es ocuparse solamente de los propios problemas, es decir, del individualismo que se ha promovido hasta la médula.
Al obtener esa primera noción de lo que me trasciende, quedo en situación de conectar con un propósito más profundo, en el que mi pensamiento, mi sentimiento y mi acción apunten al mejoramiento de lo colectivo, comprendiendo que lo beneficioso está en incluirse personalmente en ello, porque lo conjunto no sólo me afecta, sino que lo acabo descubriendo como “lo mismo” que lo que me pasa.
Decir “fracaso”, connotaciones tradicionales aparte, es decir “constatación de lo que ya no funciona”. Lo que fracasa son construcciones que tuvieron su razón de haber existido, pero por desarrollo de la Vida, que es cambio, quedan obsoletas cuando llegan a determinados momentos de proceso.
Así que no tanta queja con eso. Seguramente fueron cosas hasta buenas en su momento, pero lo que toca ahora, si es que uno valora reír, la alegría, el bienestar y lo evolutivo, es atar cabos entre todo lo que ya no funciona y lo que intuyamos como germen de lo que tiene futuro.
Yo afirmo que tiene futuro el libre-pensamiento y la libre-investigación, tiene futuro el intercambio desprejuiciado de experiencia, tiene futuro la discusión entre nihilismo y sentido, entre la hipótesis de la muerte física como final y las posibilidades de continuidad (¿con qué fundamento se pueden negar?, tampoco te acuerdas de nada previo al nacimiento), y tiene futuro la exploración palpitante de esas intuiciones extrañas que tenemos los seres humanos sobre lo que nos resulta desconocido.
¡Solamente la violencia (maltrato hacia mí mismo y hacia los demás) se está oponiendo a todo ello!
Claro que están también los que no fracasan, con su trato exquisito y el puñal bajo la mesa.