*“Liberado del FMI, el país pasó, en 10 años, de la quiebra a un crecimiento digno de China”*, dice el copete del reportaje de Libération, firmado por el enviado especial Gerard Thomas, que forma parte de la sección *‘Gran ángulo’*.

*“Diez años después de la crisis, una Argentina transfigurada muestra una arrogante salud. Argentina es un país que cuenta con menos de 8% de desempleo, donde el crecimiento anual se sitúa alrededor del 8% y el servicio de una deuda externa reestructurada no oculta más al desarrollo”*, remarca el periódico galo.

Ilustrado con una gran foto de un grupo de pasajeros en el tren Belgrano y otras tres más pequeñas y sumamente coloridas de una verdulería y peluquería de barrio y otra del paseo Caminito en el barrio de La Boca, el prestigioso diario francés analiza el pasado reciente argentino y traza un paralelo con la actual crisis griega, afirmando que el país europeo podría apoyarse en “la experiencia argentina”.

Asimismo, resalta que *“el boom económico argentino debe mucho al relanzamiento de la economía interior”*.

*“Incluso si 10 millones de argentinos aún no viven en las mejores condiciones, el relanzamiento de la economía ha servido para ayudar a los más necesitados”*, da cuenta Libération.

Y prosigue: *“La consumación balbuceante es apoyada por los múltiples programas de ayudas sociales puesto en marcha por el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), luego por su mujer Cristina Fernández: ayudas familiares, subvenciones al transporte y los alimentos, aumentos regulares de los salarios y las jubilaciones, construcciones de viviendas, distribución de ordenadores (netbooks) a los alumnos más pobres…”*.

*“Un increíble camino se ha recorrido”*, sostiene en otro tramo del reportaje Ignacio de Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y prosigue: *“en 2001 importábamos maíz francés y pomelos israelíes. Hoy consumimos argentino y exportamos de todo, incluido satélites y material informático”*.

Según Libération, *“una gran parte del parque automotor fue renovado y la clase media vuelve a viajar al exterior, regresa a los restaurantes y centros comerciales a comprar GPS, cámaras de fotos, plasmas o los últimos modelos de teléfonos celulares, que los porteños exhiben para reflejar su éxito”*.