Por Karina Boeckmann
El tema de la muestra es más legítimo que nunca tras el desastre en la central nuclear de la prefectura japonesa de Fukushima en marzo, que concentró la atención mundial porque subrayó la falta de certezas en materia de seguridad que supone esa tecnología.
La muestra «De una cultura de violencia a una cultura de paz: Transformando el espíritu humano», que está de gira por 220 ciudades de 28 países, fue inaugurada en Berlín el viernes 7.
El vicepresidente de Soka Gakkai International (SGI), Hiromasa Ikeda, aprovechó la ocasión para otorgar el premio ciudad de paz a la capital alemana.
El SGI también indicó que el movimiento antinuclear de Alemania es un ejemplo para Japón, hasta ahora la mayor víctima de los desastres nucleares. Más de 160.000 personas murieron en el acto tras las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945.
La exhibición de SGI cuenta con 18 paneles que documentan la amenaza que conllevan las armas nucleares con fotografías y palabras que ofrecen una variedad de razones y argumentos a favor de la paz, el desarme y la no proliferación.
SGI es un movimiento budista que relaciona a 12 millones de personas en el mundo para promover la paz, la cultura y la educación a través de un cambio personal y la contribución social, y está comprometido con la abolición de una de las mayores amenazas contra la humanidad: las armas nucleares.
«La humanidad sufre una variedad de desafíos que van de pobreza y destrucción ambiental al abrumador desempleo e inestabilidad financiera, que requiere una respuesta conjunta y coordinada de todos los países», señaló el presidente de SGI, Daisaku Ikeda, en un mensaje leído durante la inauguración de la exhibición.
«Esos retos dejan claro la locura que significa desviar preciosos recursos humanos y económicos para mantener arsenales atómicos. La humanidad necesita una seguridad genuina, no armas nucleares», añadió.
La exhibición, que estará abierta hasta el domingo 16, muestra la «locura» de invertir en una cultura de guerra y no en desarrollo. Los países destinan más de un billón de dólares al año al gasto militar y al comercio de armas, un promedio de 173 dólares por cada ser humano, reza uno de los paneles.
«Podríamos satisfacer las necesidades básicas de cada persona si se destinara ente 70.000 y 80.000 millones de dólares a ese fin, menos de 10 por ciento del gasto militar», añade.
El arsenal nuclear todavía cuenta con más de 20.000 ojivas, capaces de aniquilar varias veces a toda la vida terrestre.
«Es hora de que la sociedad civil y los dirigentes políticos con consciencia se juntan y trabajen por el noble objetivo de tener un mundo sin armas nucleares», señaló Daisaku Ikeda. «La realización de una Convención sobre Armas Nucleares que prohíba las armas de destrucción masiva debería de ser el primer gran logro al que aspiremos», añadió.
También reiteró el llamado a un rápido comienzo de las negociaciones hacia ese fin.
Su hijo, Hiromasa Ikeda, subrayó ante unos 100 invitados de diversos sectores, la importancia del argumento de disuadir el uso de la tecnología nuclear. Las armas atómicas no contribuyen a la seguridad humana, sino que reflejan un «pensamiento anquilosado» a 20 años de terminada la Guerra Fría.
«Con el desvanecimiento de la Guerra Fría en los últimos años del siglo XX, la amenaza de una guerra atómica se alejó. Pero el mundo perdió la oportunidad de desmantelar las estructuras y la lógica de la disuasión nuclear», señaló el vicepresidente de SGI.
Los japoneses, en general, tienen una posición muy negativa respecto de las armas nucleares, un legado de la traumática experiencia de Hiroshima y Nagasaki. Pero hasta el desastre de Fukushima había aceptado el uso pacífico de la tecnología.
«La población japonesa se encuentra en la disyuntiva del peligro de la energía nuclear y las dificultades de garantizar una fuente de energía alternativa y aceptable», dijo a IPS el director ejecutivo de la oficina de asuntos de paz de SGI, Hirotsugu Terasaki.
«El rechazo incondicional de la energía nuclear no parece una respuesta apropiada. Tampoco podemos ignorar de forma deliberada el verdadero papel de esa alternativa para cubrir las necesidades energéticas del mundo», apuntó.
«Pero a mediano y corto plazo, la energía nuclear debe limitarse a ser una tecnología puente o de transición hasta que maduren otras», añadió. «Su papel debe limitarse a permitir que la humanidad logre una fuente renovable y limpia en el futuro», puntualizó.
«Es hora de deshacernos de las ataduras nucleares», sostuvo Xanthe Hall, de Médicos Internacionales para la Prevención de la Energía Nuclear (IPPNW, por sus siglas en inglés), que junto con el Global Cooperation Council organizan la exhibición de Berlín.
Cada eslabón de la cadena de producción nuclear, de la excavación y el enriquecimiento de uranio al desecho de desperdicios tóxicos, supone una amenaza para la humanidad y conlleva enfermedades como cáncer, problemas genéticos y daños ambientales, arguyó.
Según ella, no basta con abandonar la energía nuclear, como hizo Alemania, que decidió cerrar todas las plantas de generación de energía para 2022, porque cada eslabón de la cadena de producción emite radiación y supone un riesgo para la humanidad y el ambiente.
La campaña de IPPNW apunta a prohibir las excavaciones de uranio, las armas con construidas con ese elemento, la producción de materiales fisibles y el fin del transporte de materiales tóxicos, así como la entrada en vigor del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares y de la Convención sobre Armas Nucleares.
El sol y el viento nunca generaron una guerra, remarcó Hall. «Liberémonos de las ataduras nucleares y del peligro del terrorismo nuclear. Espero que vivamos para poder ver concretado ese objetivo», añadió.
«Es lamentable, pero hasta ahora la paz no está sujeta al espíritu humano y la nueva estrategia de la OTAN es un buen ejemplo de ello», señaló la legisladora Uta Zapf, presidenta del subcomité de desarme, control de armas y no proliferación del parlamento alemán.
«Estamos rodeados de amigos y socios, ¿por qué no nos abstenemos de usar esa tecnología como elemento de disuasión? Trabajemos juntos con quienes quieren construir una cultura de paz y prohibir el mal inhumano de las armas nucleares», añadió.
*Fuente: www.ipsnoticias.net*