Acampa en las plazas, marcha por las calles y
puentes, y se dirige a las instituciones públicas, como el abucheo reciente en Chicago,
donde el pasado viernes un centenar de personas se plantaron frente a la Reserva
Federal.

La protesta contra el capitalismo en el puente de Brooklyn fue retransmitida en directo
vía Internet por todo el país y el extranjero. Se manifiesta en otras ciudades conocidas,
como en Portland y en Maine, donde varios cientos de personas se echaron a la calle
para solidarizarse con el movimiento de Nueva York. O sea, como hemos dicho, el
efecto demostración – de que se puede salir del letargo y manifestarse – cunde por
doquier quizás reinterpretando aquello del *`país de las oportunidades`*… Y cuanto más
crece la protesta, más llama la atención de de los medios, de personalidades y de voces
criticas, claro esta.
También empiezan a acercarse los sindicatos, esperando que el movimiento fomente
el debate social a un año de las presidenciales en EE UU, donde el demócrata Barack
Obama se juega la reelección.
Prueba de ello, la central obrera AFL-CIO, la mayor del país, destaca que: *“La única
opción que queda es salir a la calle y llamar la atención sobre los problemas reales”*.

Los expertos señalan que ningún presidente en la historia del país pudo obtener
un segundo mandato con un índice de paro mayor de 8%. Y esta ola creciente de
descontento ciudadano puede ser un factor adverso determinante. Si bien el sector de
los jóvenes fue clave en 2008 para lograr los votos que le llevaron a la Casa Blanca,
ahora su papel es un interrogante. Además, quienes apoyaban a Obama ahora están
decepcionados y creen que es el momento de dar una señal al vulnerable presidente y
candidato.

Por otra parte, Ocupa Wall Street no es el único fenómeno de protesta. Esa misma
mañana y también en el puente de Brooklyn, otro movimiento análogo logra movilizar
a varios miles de ciudadanos para denunciar el recorte de servicios públicos a los
pobres y a los necesitados. Y, aunque está en las antípodas del grupo conservador Tea
Party, tienen puntos en común, como la crítica al lobby de las grandes corporaciones en
Washington.

Hasta ahora, la policía de Nueva York ayudó a mantener la protesta pacífica. Habrá
que ver cómo evoluciona la situación tras el episodio de Brooklyn. *“La gente tiene el
derecho a manifestarse, pero también tenemos la obligación de que los que no quieren
hacerlo puedan estar en la calle sin ser molestados”*, avisa el alcalde neoyorquino,
Michael Bloomberg. Un argumento conocido de los que quieren silenciar las protestas y
llevarlos al conformismo.

Por otra parte, va surgiendo ahora una suerte de síntesis de protestas bajo un mismo
conocido nombre común: *»The american dream»*, reflotando este clásico titulo del
supuesto estilo de vida norteamericana, pero es el pueblo común y corriente puesto de
pie. Un nuevo capitulo en la historia actual de este país comienza a escribirse, queda
mucho por ver como seguirá. Y de sus repercusiones.