El domingo pasado se inauguró el monumento nacional de homenaje a Martin Luther King Jr. El Presidente Obama dijo acerca del Dr. King: *“Si viviera hoy, creo que nos recordaría que el trabajador desempleado tiene todo el derecho a denunciar los excesos en Wall Street, pero sin demonizar a quienes trabajan allí”*. La inauguración oficial ocurrió al tiempo que el movimiento *“Ocupemos Wall Street”* suma cada vez más adeptos y se convierte en un fenómeno mundial. Lo que no dijo Obama es que si King estuviera vivo probablemente estaría manifestándose contra las políticas de su gobierno.
A pocos pasos de la ceremonia de inauguración, Cornel West, pastor, académico, escritor y activista, fue arrestado en las escalinatas de la Corte Suprema de Estados Unidos. Antes de ser enviado a prisión dijo: *“Queremos dejar constancia hoy de que conocemos la relación que existe entre la codicia empresarial y lo que sucede muy a menudo con las decisiones de la Corte Suprema. Es significativo que en este día de homenaje a Martin Luther King Jr. alguien sea enviado a prisión, porque Martin King estaría aquí, dispuesto a luchar con nosotros y lo haría por su profundo amor”*.
El Profesor West, que fue arrestado junto con otras 18 personas, declaró *“Estamos aquí para dejar constancia de lo sucedido y para expresar nuestra solidaridad con el movimiento de protesta en todo el mundo, porque amamos a los más pobres, amamos a los trabajadores y queremos que Martin Luther King Jr. sepa que no olvidamos su lucha y sonría desde su tumba”*.
Durante ese mismo fin de semana, la campaña de ataques con aviones no tripulados de las fuerzas armadas estadounidenses y la CIA, bajo el mando de el Comandante en Jefe Obama, lanzó lo que fue denominado por la Oficina de Periodismo de Investigación (BIJ), una organización independiente sin fines de lucro con sede en Londres, *“el ataque número 300 con aviones no tripulados”*, el 248 desde que Obama asumió la presidencia. Según la BIJ, de las al menos 2.318 personas muertas por los ataques con aviones no tripulados, entre 386 y 775 son civiles, entre ellos, 175 niños. Imaginen cómo respondería King, Premio Nobel de la Paz al igual que Obama, a estas crudas cifras.
En 1963, King publicó una recopilación de sermones titulada *“La fuerza de amar”*. El prefacio comienza así: *“En estos días de revueltas e incertidumbre, los genios malignos de la guerra y de la injusticia económica y racial amenazan incluso la supervivencia de la raza humana”*. Tres de los 15 sermones fueron escritos en cárceles de Georgia, entre ellos *“Sueños destrozados”*. En dicho sermón escribió: *“Cooperar pasivamente con un sistema injusto convierte al oprimido en un ser tan malvado como el opresor”*. King retomó la idea de los sueños destrozados cuatro años más tarde, y ocho meses antes de que fuera asesinado, en su discurso denominado *“Hacia donde vamos”*: *“En ocasiones, nuestros sueños serán destrozados y nuestras esperanzas etéreas quebradas. Cuando nuestros días se vuelvan tristes y nos invada una nube de desesperanza, y cuando nuestras noches se vuelvan más oscuras que mil medianoches, recordemos que hay una fuerza creativa del universo que trabaja para derribar a las enormes montañas del mal, un poder que es capaz de superar cualquier obstáculo y convertir el oscuro pasado en un radiante porvenir. El arco del universo moral es amplio, pero se inclina hacia el lado de la justicia”*.
En ese mismo año, 1967, un año antes de que fuera asesinado, King dio su discurso *“Más allá de Vietnam”* en la Iglesia Riverside de la ciudad de Nueva York, donde proclamó: *“Supe que nunca más podría alzar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los barrios marginales sin antes haberle hablado al mayor generador de violencia del mundo actual, mi propio gobierno”*.
Esas palabras y ese discurso marcaron el estado de ánimo que caracterizaría al último y fatal año de vida de King. A pesar de las amenazas de muerte y de que sus asesores cercanos le aconsejaron no ir a Memphis, King fue a la marcha en solidaridad con los recolectores de basura de esa ciudad. El 4 de abril de 1968 murió asesinado de un disparo en el balcón del Motel Lorraine.
Dos jóvenes de aquel entonces, que fueron profundamente afectados por el asesinato de King, nos permiten recorrer el camino que va desde el arco de justicia moral del Dr. King hasta *“Ocupemos Wall Street*”. Uno de ellos es John Carlos, un corredor olímpico estadounidense. Carlos ganó la medalla de bronce en la carrera de 200 metros de atletismo en los Juegos Olímpicos de 1968 en Ciudad de México. Carlos y su compañero de equipo, Tommie Smith, que ganó la medalla de oro, se volvieron famosos a nivel mundial por haber hecho el saludo del Poder Negro desde el podio. Ambos subieron a recibir su medalla sin zapatos, en señal de protesta por la situación de pobreza de los niños afrodescendientes en Estados Unidos. La semana pasada, John Carlos habló en *’Ocupemos Wall Street’*. Luego me dijo: *“Estoy tan feliz de ver a tantas personas aquí, reunidas para decir: ‘No pedimos un cambio. Exigimos un cambio’”*.
El otro es el Reverendo Jesse Jackson, que estaba junto a King cuando lo asesinaron. El lunes por la madrugada, el Departamento de Policía de Nueva York parecía intentar avanzar sobre la carpa de primeros auxilios de *’Ocupemos Wall Street’*. El Reverendo Jackson estaba allí. Apenas días después de cumplir 70 años, Jackson se sumó a los jóvenes manifestantes para enfrentar a la policía. La policía se retiró y el arco del universo moral se inclinó un poco más hacia el lado de la justicia.
*Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.*