El premio es otorgado por las delegaciones del África francófona, motivo por el cual la sala estaba llena de africanos, que no dejaron de vitorear y aplaudir a los miembros del jurado y sobre todo a los presidentes Abdoulaye Wade de Senegal y Alassane Ouattara de Costa de Marfil, que jugaban de locales.

Pero Estela de Carlotto no estaba sola, la acompañaba la fiel Buscarita Roa, Rosa Roisinblit y Elsa Oesterheld. Había también un pequeño grupo representativo de nietos recuperados, entre los que se destacaban Victoria Montenegro, Horacio Pietragalla y Francisco Madariaga. Sin embargo la gran compañía era la que le brindó, en París como viene haciendo desde que asumió el poder, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, la cual agradeció la labor incansable de la Abuelas, a las que definió como *“las más cuerdas”* durante la sangrienta dictadura militar que asoló la República Argentina entre 1976 y 1983. Para después agregar que *“la Argentina puede mirar de frente su pasado”*, ahora que la justicia está llegando, permitiendo que los asesinos y torturadores sean condenados. Concluyó su alocución agradeciendo *“a Estela, a las Abuelas y a los chicos por todo”*.

La presidenta de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo destacó que *“Ya han pasado 34 años de duro y doloroso camino. Las Abuelas hemos agregado arrugas a nuestros rostros, peinamos canas, tenemos el andar más lento, pero el corazón late con increíble vigor fortalecido por el empecinamiento, el desafío, la perseverancia, la fe, el optimismo y el amor por lo que hacemos”*.
Para concluir remarcando que ellas *“no son heroínas ni diferentes, sólo son mujeres-madres-abuelas”*. Ni más ni menos.

El largo protocolo de la sala, con dilatados discursos que enumeraban una y otra vez los agradecimientos a los organizadores y a todas las personalidades presentes, ya sea en calidad de invitados o de espectadores, contrastaba con el ambiente más encendido que se vivió en la calle durante las llegadas o partidas de Wade y Ouattara, presidentes legitimados en Europa, pero controvertidos en sus respectivos países.

Félix Houphouët-Boigny fue definido como un apóstol de la paz y varios recordaron sus palabras cuando definió la paz: *“como un comportamiento y no como una palabra más”*. De todos modos estos *“demócratas”* que otorgaban el premio eran cuestionados por un centenar de manifestantes que se congregaron en los alrededores de la sede de la UNESCO para criticar a Ouattara, que accedió a la presidencia de su país tras ganar unas elecciones muy polémicas y siendo escoltado por los helicópteros Apache de la armada francesa. Personalmente me quedé con la duda de cuál sería la opinión de los partidarios de Gbagbo sobre el que fuera el primer presidente de Costa de Marfil, Houphouët-Boigny.

Por su parte el presidente senegalés lanzó un desafío a las Abuelas, invitándoles a su país para vieran por ellas mismas los avances realizados por la igualdad entre hombres y mujeres. Un tema también discutido por la veintena de senegaleses que acusaban a Wade de perpetuarse en el poder en base a la corrupción.

La policía impidió el encuentro entre los manifestantes críticos de ambos presidentes y su cohorte de invitados, haciendo uso de una fuerza, como siempre, excesiva.

El ministro de justicia francés, Michel Mercier manifestó que *“homenajear a las Abuelas, es también homenajear a todos los que se enfrentaron a la dictadura”*.