Ya no es ni siquiera original. Todo el mundo ahora habla de los bancos y los servicios públicos privatizados como «los verdaderos saqueadores». Y por supuesto estos siguen cosechando ganancias con total desprecio por las personas obligadas a utilizar sus servicios. Algunos de los varios millones de personas que utilizan los trenes todos los días para venir a trabajar a Londres están anunciando que van a venir en automóvil, ya que será más barato; no la más verde de las ideas, pero está claro que no sólo los aumentos de precios han provocado su ira. Los 88 millones de libras esterlinas que los ejecutivos se están pagando y los dividendos a los accionistas ya son simplemente demasiado. [The Guardian](http://www.guardian.co.uk/business/2011/aug/19/stagecoach-hands-shareholders-payout?INTCMP=SRCH)
Joel Bakan, Profesor de Derecho en la Universidad de British Columbia describe en su libro y documental: [The Corporation, The pathological Pursuit of Profit and Power](http://www.joelbakan.com/thecorporationbook.htm) a la entidad corporativa moderna como ‘un psicópata institucional». La psicopatía es un trastorno mental que se caracteriza por (entre otros síntomas) la incapacidad de sentir empatía. Si se quiere utilizar un lenguaje menos sicologizado podríamos simplemente decir que la cultura corporativa está completamente deshumanizada y ha perdido todo rastro de solidaridad. La misma falta de empatía/solidaridad con la que han sido acusados los protagonistas de los últimos disturbios de Londres, por haber atacado no sólo a la policía sino también por haber dañado sus propios vecindarios. Todo apunta a un problema más amplio. La criminalización de la pobreza es una estrategia bien probada para crear chivos expiatorios que distraigan a la sociedad de los problemas reales. Y el problema es el sistema en el que vivimos.
[Paul Mason](http://www.bbc.co.uk/news/correspondents/paulmason/), editor de Economía de informativo Newsnight de la BBC: «Poco a poco la élite política mundial se va dando cuenta de que la economía en la que creen no funciona. No funciona, en particular, en la actual crisis y la continuación de la política actual está amenazando con una recesión de doble caída… la economía de libre mercado ha provocado la crisis y las políticas keynesianas de estímulo aplicadas improvisadamente en el año 2009 están fallando. Así que no poco a poco, sino más bien con la urgencia de Gerard Depardieu en un avión, hay un repentino envión hacia soluciones más radicales. Haldane, en un documento de discusión del Banco de Inglaterra del día de hoy, compara la situación con la que se enfrentó Roosevelt en 1938, cuando el Congreso le obligó a frenar el estímulo, lo que provocó una doble caída: el despedazó las regulaciones bancarias y obligó a los bancos a PRESTAR. La política «se hizo macroprudencial» y la recuperación se puso en marcha».
¿Podría ser tan fácil; alguien da la orden a las instituciones financieras – ahora globalizadas – de dejar de pagarse ellos mismos enormes aumentos salariales, bonos y dividendos, dejar de especular e invertir en la economía real?
Desde 1938 el sistema ha creado más defensas contra la interferencia política. Hace unos días escribía sobre las agencias de calificación crediticia (ACC) y su papel en el colapso económico de Argentina, y ahora la creación de más inestabilidad en las economías ya tambaleantes que tuvieron que rescatar a los bancos en 2007-9. [The Guardian]( http://www.guardian.co.uk/business/2011/aug/22/ratings-agencies-conflict-of-interest). «Un ex ejecutivo de una agencias de calificación crediticia ha desatado un ataque punzante hacia las poderosas organizaciones que pueden dañar las economías de los países y causan estragos en los mercados con un golpe de pluma. William Harrington, ex-presidente de Moody, sostiene que la dirección de la organización interfiere con las evaluaciones de los analistas independientes.» Hay que recordar que se trata de las ACC que crearon la crisis de las hipotecas basura, dando altas calificaciones a activos sin valor. Y continúan trabajando para sus clientes, mientras se presentan como la única medida «objetiva» de las economías de los países a los que obligan a cada vez más medidas de austeridad que exprimen los sectores sociales bajos y medios para beneficio de los altos.
**No es tan sombrío, de hecho bastante esperanzador**
Al mismo tiempo, vienen interesantes noticias del lado de la ciencia. Paul Zak, director del Centro de Estudios de Neuroeconomía de la Universidad de Claremont (EE UU) nos dice que se ha demostrado que la Oxitocina, una substancia del cerebro que ayuda en el parto, la lactancia y el orgasmo, aumenta la confianza de la gente, la generosidad y la empatía. Por lo tanto, sólo es necesario un aerosol con un poco de oxitocina dirigido a las fosas nasales de los psicópatas corporativos y banqueros para que dejen de concentrar la riqueza y permitan una redistribución más justa de la misma.
Si bien nadie está seriamente proponiendo obligar a nadie a tomar esta sustancia química – y podemos estar bastante seguros de que los poderosos encontrarían la forma de que la gente común, y no ellos mismos la tomaran, para tener más «confianza» y «generosidad» frente a las medidas de austeridad – el hecho de que estamos llegando a una mejor comprensión de cómo funciona la empatía es algo positivo y útil para una sociedad mejor. Esto se debe a que esta agradable sustancia aumenta en nuestro torrente sanguíneo cuando estamos siendo tratados con afecto y generosidad. Y esto nos predispone a ser más afectuosos y generosos. Por lo tanto, «la Regla de Oro», esa vieja invitación a tratar a otros como nos gustaría ser tratados ahora cuenta con el apoyo de estos estudios neurofisiológico-sociales.
En el siglo XIV AEC Akhenaton ya señalaba que: «Si eres industrioso en adquirir riqueza, sé generoso en la utilización de la misma. El hombre nunca es tan feliz como cuando da felicidad a otros» Esto fue seguido por Confucio: «No le impongas a otros lo que no elegirías para tú mismo», una serie de filósofos griegos como Sócrates, Platón y los discípulos de Pitágoras, Buda: «No hagáis daño a los demás con lo que vosotros encontraríais hiriente», el Judaísmo: «No tomarás venganza ni guardarás rencor contra tus semejantes. Ama a tu prójimo como a ti mismo» y el Cristianismo: «Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti». Preceptos similares aparecen en la Fe Bahá’í, el Hinduismo, el Jainismo, el Islam, los Cuáqueros y la tradición de los nativos americanos: «Antes de juzgar a un hombre, tienes que caminar una milla en sus zapatos.» John Maynard Keynes introdujo en la economía el significado de la compasión y predijo correctamente que el severo castigo financiero contra Alemania por la Primera Guerra Mundial llevará a otra debacle.
Mario Rodríguez Cobos, más conocido como [Silo](http://www.silo.net), presenta un mayor refuerzo a la Regla de Oro en su «Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas». Y, efectivamente, «… aquellos que liberan más Oxitocina cuando son tratados con confianza son más felices, y encuentran mayor satisfacción en la vida…» [Paul Zak]( http://bigthink.com/ideas/24884). Por no hablar del enorme estímulo espiritual que deriva del registro de hacer algo bueno por los demás, atestiguado por millones de personas, tanto religiosas como seculares, a lo largo de la historia.
Podemos entrenarnos en experimentar empatía y solidaridad. También pueden ser inspirados por ciertos momentos de la historia en que la gente se siente conectada, “en el mismo bote». Entonces el cambio social a través de la no-violencia se hace posible, como estamos viendo en la primavera árabe, los jóvenes europeos acampando en las plazas, como el 15M en España, para exigir una verdadera democracia y la dignidad humana, las [People’s Assemblies](http://www.peoplesassemblies.org), los estudiantes chilenos, y las protestas de Wisconsin e Israel. La Oxitocina se está filtrando por las grietas del sistema.