Un grupo de comunicadores comenzó a reunirse para discutir la constitución de una nueva asociación, cuyo acto inmediato fue la redacción, circulación y publicación, para el día del periodista, de un manifiesto con una serie de principios que reflexionaban la vacancia de un espacio amplio de participación política sobre temas que atienen a la comunicación desde el lugar de los comunicadores. Hugo Muleiro, integrante de Comuna nos cuenta de qué se trata.
-¿Cómo se gestó Comuna?
Fue una idea de dos o tres personas. Yo no estaba. Pensaron que tenían que agruparse los que veían la comunicación de una manera diferente, crear un espacio, crear oportunidades para los colegas que están buscando una comunicación diferente. Nos reunimos una, dos, tres, cinco veces, hasta que tomó la forma de una Asociación Civil sin fines de lucro. Es un estado de necedidad frente al desempeño que tienen la mayoría de los medios. Frente a ese desempeño corporativo hay un poder político y sentimos que faltaba un poder profesional distinto de enfocar la comunicación.
-¿Qué principios defiende Comuna?
La pluralidad, el derecho a la información, que es algo que está muy verde todavía en Argentina y en muchos otros países. En los temas de discusión sobre la comunicación, el valor superior es la libertad de expresión. Nosotros adherimos a una corriente de pensamiento del derecho que dice que primero está el derecho a la comunicación, que no invalida el derecho a la libertad de expresión, pero sí amplía las obligaciones de los medios de comunicación en tanto atender los intereses de las sociedades. Así como todos sabemos que el derecho a la vida es un derecho fundamental, nosotros decimos que el derecho a la información establece otro valor: el derecho de todos los habitantes a saber todos los asuntos que le conciernen. Esto creó para los medios de comunicación una serie de obligaciones. El enfoque tradicional de la libertad de expresión, como valor excluyente, le da a los medios y a los periodistas el derecho a decir todo cuanto acceden y a la elección que ellos hagan de qué decir. Yo no le puedo negar a ninguno de mis lectores, de mis oyentes o televidentes una información que resulte primordial. Para eso, tal vez, tenga que sacrificar otras.
-¿En qué estado está Comuna? Se está elaborando el estuto, ¿no es cierto?
La elaboración del estatuto de una entidad civil sin fines de lucro es un asunto complejo porque hay un modelo a adaptar. El modelo común dice que hay socios activos siempre que paguen la cuota y el que no paga la cuota deja de serlo. Esto hay que modificarlo, porque nosotros sabemos que hay periodistas que pueden pagar la cuota y otros que no. No los vamos a excluir por eso. Trabajar todo eso lleva un tiempo porque los abogados están colabrorando ad-honorem y se están ocupando de esto en tanto pueden. Entonces, la elaboración del estatuto está tardando un poco más de tiempo del que esperábamos. Calculamos que para fines de agosto va a estar el modeo final del estatuto y vamos a hacer una asamblea general para aprobarlo. Mientras tanto, no podemos actuar legalmente, porque no existimos todavía como entidad, más que algunos pronunciamientos públicos no se puede hacer. Pero estamos elaborando algunas primeras actividades.
-¿Como cuales?
Las actividades que la asociación puede hacer, las tiene que declarar antre la justicia. Una de esas actividades es elaborar toda clase de material que contribuya un desempeño periodístico superador. Entonces, estamos empezando a elaborar, no sabemos que nombre le vamos a poner, manuales para tratar temas de niñez, que es un drama permanente, la forma en que se tratan los temas de niñez y adolescencia, y también uno sobre género.
-¿Cuál es el compromiso que tiene Comuna respecto a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?
Un respaldo absoluto. Ahí está la identificación más política, en tanto la nueva Ley está asociada al gobierno. Al decir que nosotros vamos a luchar por la aplicación de esta Ley, estamos marcando una cercanía con el gobierno, en ese punto, totalmente innegable. Estamos de acuerdo plenamente con la Ley. Queremos que se apliquen todos y cada uno de sus artículos y sabemos que puede haber algunos puntos por mejorar y corregir, algunos de la Ley, otros de su reglamentación. A medida que vayan surgiendo, uno va cotejando con la realidad y se da cuenta qué problemas se presentan. Se presentaron ya algunos: por ejemplo, el costo de los pliegos que cada nuevo emprendedor de comunicación tiene que pagar para presentarlos. Eso está en discusión, en examen. Esas quejas están siendo escuchadas. Para que los que no tengan dinero puedan tener la chance de anotarse para obtener una licencia. Pero estamos ciento por ciento de acuerdo con la Ley.
-Existe una sospecha, por parte de los medios hegemónicos, en cuento al nivel de controles de la autoridad oficial para que se cumpla la Ley.
La Ley está en vigencia. Cada domingo de elección, en particular el domingo de las elecciones primarias, casi no hubo medio que no violara la prohibición de dar resultados y yo no he visto que ninguno hasta hoy haya dicho que el poder lo está persiguiendo por lo que hizo. Yo no soy una persona que le tenga miedo a los controles que un poder político quiera implementar en un asunto como la comunicación, que no es un asunto metafísico, abstracto o espiritual. Se está hablando también de dinero, de la vida de las personas, del derecho de acceder a todos los bienes posibles. No creo que sea problemático para un periodista que quiera desempeñarse profesionalmente que alguien esté mirando lo que hace y de vez en cuando le diga cuando violó la ley. En la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual, yo no veo que haya una amenaza a la libertad de expresión. En Ecuador está en discusión una ley que dice que el dueño de un banco no puede tener un diario y yo estoy de acuerdo. Es una regulación del mercado de la comunicación a partir de un principio que aprueba el Congreso de Ecuador porque entiende que va a manipular el medio en beneficio de sus intereses. Hay regulaciones que son aceptables. En las sociedades organizadas bajo un estado no veo actividades liberadas absolutamente a las buenas intenciones de sus responsables. Los estados están para atender los intereses del conjunto y ver que ninguno se sobrepase.
-Vinculado a este tema, ¿qué opina sobre el concepto de periodismo independiente?
Todo aquel comunicador que esté trabajando en una estructura depende de la estructura en la que está. Tiene alguna dependencia. El slogan instalado, como forma de hacerle promoción a un medio de llamarse «periodismo independiente», es un slogan como tantos otros. Trata de mostrar independencia de un poder político. La institución misma de los medios de difusión a lo largo de la historia creó una imagen que dice que hay que cuidarse de los intereses de los gobiernos. Porque son empresas privadas que dependen de propietarios que no son estatales y que, lógicamente, no van a decir que hay que cuidarse del estado y de los empresarios privados. No van a decir «cuídense de nosotros mismos». La figura de periodismo independiente es propagandística, una consigna.
-¿Cómo la de periodismo militante?
También, es una consigna. No entiendo bien qué es el periodismo militante. Uno casi siempre es militante. Uno siempre está intervinienedo en una sociedad: por la educación, por la salud, etc. Se puede militar por causas nobles y por causas que no lo son, pero todos militamos como agentes que intervienen en asuntos comunes a las demás personas. Aquel que actúa en función de su individualidad, no milita. En todo caso, milita para sí mismo. También me parece un slogan, los asuntos referidos a la comunicación son más complicados y no se reducen a dos palabras. El periodismo independiente que alega TN o ciertos grupos de medios argentinos pretenden marcar distancia con el poder político. Naturalmente, no va a confesar que dependen de un poder económico, nadie espera que lo haga. Ahora, cuando ese slogan es juzgado como valor superior, ahí la discusión se pone más compleja.
-¿Qué sentido le da Comuna a la ética periodística?
Existe una ética, pero ponerlo en palabras no es fructífero. Sí creemos en una ética y por eso va a haber manuales frente a diversos temas. Creemos que hay un periodismo con normas, en algunos casos serán éticas y en otros de procedimiento. Es decir, no tergivesar la palabra del otro, no ocultar lo que el otro dice, no mentir, no ocultar fuentes o inventarlas, no discriminar. Es parte de una buena ética profesional que las fuentes vuelvan a ser nombradas con más claridad. El periodismo argentino tuvo, hasta hace 20 años, una costumbre de decirle al lector quién habla, y el lector, en función de quién habla, podía situarse mejor frente al discurso. La Presidenta va a decir que la economía marcha bien, nadie oculta que lo dice la presidenta. Cuando alguien dice que la economía anda muy mal, a veces sí se oculta quién lo dice. Pero como sale en el diario, en la radio, en la tele, toma cuerpo. Parte de una ética profesional es enunciarle al lector la fuente que está usando con más claridad.
-Pasando a su trayectoria profesional, ¿sufrió algún tipo de presión empresarial o gubernamental?
Montones. Por ejemplo, yo estaba en la agencia Telam durante el gobierno de la Alianza. Yo no tuve un registro muy fuerte de que me presionaran para condicionar noticias o para ocultar, pero sí hubo episodios puntuales. Por ejemplo, grandes denuncias de Lilita Carrió, porque Carrió no empezó a denunciar ahora, denuncia desde hace mucho. Algunas grandes denuncias que ella hacía causaban temblor y se me pedía que les bajara el perfil. Al ser una empresa estatal, llamaban a la autoridad máxima de la empresa y me trasladaba el pedido u orden. En esa situación, uno se las va a arreglando como puede. Planta la bandera, se enoja o a veces acepta. Yo reconozco haber aceptado órdenes no agradables a mi punto de vista. En algún momento he tenido que conservar mi trabajo. Trabajé también en el diario Rio Negro, del señor Julio Rasnieri. Yo estaba encargado de regionales, en General Roca, y una vez publiqué, a tope de página, un comunicado de un partido de izquierda sin saber que en ese partido estaba la oveja negra de la familia Rasnieri. Al día siguiente, al ver el diario me econtré con que el comunicado no estaba. El jefe de cierre que pasaba a última hora mirando las páginas había levantado ese comunicado y al día siguiente me dijeron que no debía publicar con esa magnitud comunicados de ese partido porque allí había un adversario de la familia del director del diario. En 2001, en la crisis, cuando se desatan las protestas, yo estaba en Telam la mañana en que empezó todo. Yo tenía la costumbre, aunque era el director, de sentarme en la mesa de edición. En Telam había mucha tensión cuando el gobierno estaba mal, había muchas noticias en contra del gobierno y el personal se preguntaba qué publicar. Entonces, yo tomaba las decisiones. Cuando empiezan los episodios en la plaza, a la guía de los cables le puse «represión». Hubo un par de llamados preguntando por el título y yo respondí que era lo que estaba pasando y que si querían que dejaran de salir me tenían que reemplazar porque yo lo iba a seguir poniendo. Me dejaron.
-Comuna tiene como uno de sus objetivos la formación periodísitica, ¿cómo lo van a llevar a cabo?
Vamos a elaborar manuales. Lo que más me preocupa a mí es el trato de temas de niñez y adolescencia que es atroz. También hay mucho lenguaje periodísitico discriminatorio con la pobreza, cuestiones de género. Esto lo estamos enunciando en el estatuto. Queremos hacer talleres y cursos, proponemos asociarnos a escuelas y facultades para dar conferencias y seminarios. Esperamos poder llevar a periodistas reconocidos y admirados a distintos ámbitos académicos para que propicien debates. Deseamos asociarnos con entidades con el objetivo de crear medios nuevos: cooperativas, sindicatos, universidades que tienen su carrera de comunicación y que están necesitadas de experiencia y de una mirada profesional: hacer un texto, exponer una imagen, usar tonos en la radio. Hay un camino posible de cierto profesionalismo donde el receptor conserve la libertad de interpretar él sin que le vengan tan mal transmitidos o tan interpretados. Hay una figura ilustrativa que es la «subjetividad prepotente»: imponer el punto de vista del comunicador por encima de la libertad del lector de tener el suyo. Hay una mecánica, un procedimiento posible, sobre todo en el periodismo informativo. Hay periodistas jóvenes que piensan que tiene que haber una forma de honestidad periodística. Nosotros creemos que hay una forma de hacerlo y queremos contribuir a eso.
-Pero también hay jóvenes que ven la forma de hacer periodismo de los grandes medios.
Hay un patrón de comunicación de los asuntos públicos que contamina a los periodistas en formación o a los jóvenes. Yo fui docente hasta hace algunos años y era muy difícil que los pibes aceptaran la fórmula de relatar el hecho sin opinión o la pirámide invertida: empezar por lo más importante. Porque sabemos que es muy poca la gente que lee hasta el final, en general se leen los primeros párrafos, a veces sólo los títulos. Pedirles que libraran a la información de la opinión los hacía mirarme con sorpresa. Ahora todo viene con una primera impresión personal y por algún lado están los hechos, siempre hay un rasgo de observación individual. Hasta hay crónicas donde se supone lo que el interlocutor viene pensando. La espectacularización de la realidad está muy marcada por las necesidades televisivas y como los redactores de gráfica están provistos de varios televisores, se crea un flujo y lo espectacular empieza a ser un valor aceptado. Yo creo que va a haber un punto de cambio en esto. En algún momento los medios van a tener que empezar a recuperarse. Hasta los resultados electorales le están dando a los medios noticias desfavorables porque hay una distancia con el público. Van buscar acomodarse por su supervivencia y tengo la esperanza de que esa recuperación los lleve a ser menos alevosos. Hará falta mucha reflexión. Un caso para pensar es el acuerdo que hizo el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con los canales de televisión para transmitir los delitos. Los canales los dramatizan con música, con edición. Ahí es donde hay que regular. O si una pareja está en una plaza dándose besos, ¿por qué tiene que ser televisada? Me parece invasivo, es la expasión del Gran Hermano en el peor sentido.
-¿Comuna pensó que iba a recibir tantas adhesiones hacia aquel manifiesto contra la SIP? ¿Existió alguna firma que los haya sorprendido?
No, en cuanto a las firmas no hubo sorpresas. Cuando vino la Sociedad Interamericana de Prensa y se formó un grupo que se plantó ante la SIP, encabezado por Victor Hugo (Morales), ese gesto motivó un gran nivel de adhesión. Eso nos dio mucho impulso porque sentimos que había muchos colegas necesitados de tomar distancia con el discurso de la SIP, sin ser parte del oficialismo. Algunos lo serán, oros no. Esas adhesiones fue un espíritu que recogimos. Nosotros no somos ni el gobierno ni la SIP, pero no porque estemos en el medio, sino porque hay una necesidad de hacer un periodismo que favorezca a una sociedad igualitaria, no discriminatoria, no violenta.