Y sobre todo sorprende que muchos todavía sigan
creyendo en un sistema que no funciona, que es solo una gigantesca máquina de inequidad
alimentada por los sueños y por esas mismas creencias de tantos.

¿Cómo es posible que los trabajadores se queden cruzados de brazos mientras los vejan con
encendidas y “académicas” discusiones llenas de palabras sofisticadas, que terminan en un
aumento de menos de diez dólares en el salario mínimo, que no alcanza siquiera para cubrir las
más básicas necesidades?

¿Cómo es posible que los trabajadores de mi país hayan aguantado tantos años viendo cómo
mes a mes les roban sus escuálidos ahorros que obligadamente deben depositar en las mal
llamadas Administradoras de Fondos de Pensiones AFP sin tener derecho siquiera a decidir
cómo se administran esos fondos? Hace 30 años el hermano del presidente Piñera inventó
un sistema que solo ha significado la disponibilidad de un ilimitado capital para fortalecer al
mundo financiero-empresarial mientras las pensiones de los trabajadores se han visto reducidas
en más de un 50% respecto del tan degradado antiguo sistema estatal. Mientras acá en Chile nos
roban, miramos con admiración y bastante envidia como en Argentina se recuperan esos fondos
para beneficio de los asalariados.

¿Cómo es posible que gran parte de las familias vivan endeudadas para poder otorgarles
educación a sus hijos y salud a sus miembros mientras las multinacionales se llevan regalado
el cobre que alguna vez fue de todos los chilenos? Esas verdaderas fábricas de robar que son
las multinacionales mineras, gozan de una Ley creada por el mismo hermano del Presidente ya
mencionado más arriba y se llevan el cobre sin pagar más que migajas de impuestos y con el
royalty más bajo del planeta.

¿Cómo es posible que el país siga aceptando casi como una fatalidad tener que vivir con una
Constitución impuesta a fuego por una dictadura, diseñada como traje a la medida para la
minoría derechista? Y como explicarles las nuevas generaciones que esa misma constitución,
luego de darle dos o tres retoques, fue firmada por Ricardo Lagos, un presidente que gustaba
decirse progresista y que profundizó este modelo económico, político y social generador de
inequidad y que nos ha convertido en uno de los países con peor distribución del ingreso del
mundo.

Este país, miembro de la OCDE, supuestamente parte de los países más desarrollado del planeta
(claro que según los parámetros de un sistema que pone como centro el dinero y no la calidad de
vida de los pueblos), promete desarrollo y superación de la pobreza pero con una Constitución
dictatorial, sin educación ni salud garantizada, con un sistema de pensiones que le roba sus
ahorros a la gente, con proyectos industriales y energéticos que incluyen una sistemática
depredación ambiental, con el robo de su recurso más importante, el cobre, con la eterna
postergación de las demandas de sus pueblos originarios, con una de las peores distribuciones
del ingreso en el mundo.

Como mínimo uno espera un paro nacional. Como mínimo uno espera una voz fuerte que dice
que no se está de acuerdo en ser maltratado, vejado, manipulado, traicionado.