Pero más allá de los manejos
comunicacionales del poder, es evidente que algo esta pasando en Chile y la gente ya no es
la misma que hace un tiempo atrás.
Si somos sinceros, hasta hace poco, quienes disentíamos del estilo de vida instaurado
muchas veces sentíamos desaliento y desazón. Un sistema de vida vacío y materialista
que evidentemente va generando un grave deterioro psico-social pero que parecía contar
con el apoyo de la gente o al menos no con su oposición. Durante muchos momentos solo
podíamos dar una lucha testimonial, muy valiosa, pero testimonial, con pocas posibilidades
de cambios reales. Nos alentaba la convicción de que siempre tiene sentido luchar contra la
injusticia, denunciar las arbitrariedades, oponerse a la violencia, levantar la voz contra toda
forma de discriminación, pero no parecía que en el corto plazo la gente estuviera dispuesta
realmente a acabar con las injusticias y abusos.
Pero en un momento comenzaron a aparecer los jóvenes. Aquellos que estaban al margen
de las discusiones, que parecían indolentes, apáticos e indiferentes a lo que pasaba. En uno
de estos días esos jóvenes irrumpieron, se levantaron, hablaron, marcharon, se expresaron,
cuestionaron, propusieron, exigieron, construyeron. De pronto, sin que nos diéramos
mucha cuenta como fue, ellos nos pusieron en el debate el deterioro del medio ambiente,
la educación mercantilizada, la falta de participación, la manipulación de los políticos,
los abusos de todo tipo, etc. Es cierto que los temas puntuales fueron la defensa de la
Patagonia y la recuperación de la educación como un derecho social, pero en realidad
su cuestionamiento era de mayor alcance aún. En realidad ellos nos evidenciaron que
vivíamos en una sociedad injusta, abusadora, discriminadora y violenta; la propia respuesta
del sistema contra sus demandas y reclamos tuvo ese sello inequívoco de violencia, pero
ellos y ellas no aflojaron, no cejaron en su empeño, aún hoy siguen con más fuerza que el
primer día a pesar de la feroz campaña ha lanzado el poder en su contra. Están convencidos
que se puede y se debe vivir de otra forma. Si vamos a lo más profundo de este momento
social, podemos observar los síntomas de una nueva sensibilidad que comienza a
expresarse, un nuevo sistema de relaciones, valores. Algo que nace desde lo recóndito de la
interioridad humana, eso nuevo que en ciertos momentos de la historia irrumpe y abre paso
a cambios profundos tanto en lo social como en interior del ser humano.
En ese contexto se da el paro llamado por la CUT. Un viejo llamado, realizado por viejos
líderes, con viejas consignas, con olor a antigüedad. Igual muchas de sus demandas son
justas, y por eso mucha gente las apoya, comenzando por los mismos estudiantes. Yo
de hecho he apoyado, promovido y motivado el paro, no cabe otra postura en quienes
queremos una sociedad democrática y justa; porque hoy realmente estamos muy lejos de vivir en un sistema democrático y justo, por eso empujamos este paro y resistimos la brutal
campaña de amenazas y chantajes del gobierno y los poderosos. Y ciertamente no ha sido
menor la masividad de la jornada, pero esa masividad la han dado fundamentalmente los
jóvenes, básicamente los mismos que han llevado las movilizaciones por la defensa de
la Patagonia y la Educación. Y en el 99% de ellos, es claro e inequívoco el sello de NO
VIOLENCIA ACTIVA que tiene su forma de protestar y movilizarse.
Es claro que Chile no es el mismo que hace unos meses. Se ha salido de la pasividad, de esa
malsana resignación que por tanto tiempo pareció matar el alma de la gente. Hoy la gente
reclama contra la injusticia, muestra su inconformidad, expresa sus anhelos. Pero es muy
evidente la diferencia entre el *“viejo estilo”* (desgastado y cada vez menos convocante)
y el *“nuevo estilo”* que evidencia métodos diferentes, pero también una nueva forma de
relación entre las personas, más horizontal, sin manipulación, con la verdad por delante.
Desde mi modesto punto de vista, lo que debemos hacer es abrir paso a las nuevas
generaciones, permitir que se exprese a pleno esa nueva sensibilidad que ellos expresan.
También es importante promover esa cultura de NO VIOLENCIA que tan bien han
desarrollado, ese es el futuro, por ahí viene lo nuevo, esa en realidad la única metodología
con potencial verdaderamente revolucionario y los inmensa mayoría de los jóvenes parece
tenerlo muy claro.