De esta manera, los integrantes del Parque de Estudio y Reflexión Chaco conmemoraron el 66º aniversario de la bomba atómica que destruyó Hiroshima, y tres días después, Nagasaki, dos de las masacres humanas más representativas del horror absurdo de la guerra.
La elaboración de grullas y el hecho de colgarlas al aire rescata una tradición japonesa. Según se cuenta, a una niña llamada Sadako, sobreviviente de la explosión, se le despertó a los pocos años una leucemia. Como los japoneses creen que las grullas viven mil años, se pensaba que si un enfermo hacía mil grullas podía salvarse. Sadako comenzó, entonces, a hacer grullas de papel. Pero sólo superó apenas las 600, y murió. Sus compañeros de escuela, entonces, completaron las mil grullas en honor a Sadako, explicó uno de los referentes del Parque Chaco, Nahuel Tejada.
Mientras algunos de los presentes hacían las grullas y las cosían unas con otras para colgarlas, en un rincón se ubicó el grupo de mujeres que hacen música con cuencos tibetanos, hechos en bronce, de los que salen sonidos muy especiales y armónicos que se diferencian entre sí según el tamaño del cuenco. En otro sector, en apoyo al acto, los jóvenes del Rotaract Oeste también hacían y colgaban grullas.
“El dolor del hombre fue recordado, el dolor del hombre fue reconocido en el mundo, en el Chaco, en nuestra vida. Aun así jóvenes espíritus nos levantamos, valientes, fortalecidos. Y nuestro aliento llegó lejos, a los corazones de aquellos que abrieron sus almas y captaron este suave mensaje, esta elevada aspiración. Aspiración de un mundo humanizado, un mundo sin violencia, sin la cruel injusticia, sin lo indigno de la soberbia del poderoso ni la súplica del oprimido”, expresó Nahuel al cierre del evento.
Este concluyó con un pedido conjunto de todos los asistentes más el público que se había acercado por la paz en el mundo y por un Chaco sin violencia, sin discriminación y sin pobreza.
Para más información: www.parquechaco.org, facebook: Parque Chaco, tel 349097 y 3722-239056.