Y es que efectivamente, la actual clase política chilena -instalada cómodamente en el poder desde hace 30 años- ha olvidado las nociones más básicas que conformaron su propio currículo educacional.
En primer lugar se les olvidó que todos ellos (salvo quizás algunas excepciones entre los más jóvenes llegados al parlamento) estudiaron gratis, afectados por la misma mala memoria de que hizo gala el presidente Piñera cuando hace pocos días dijo que nada en la vida es gratis. ¿Habrá él estudiado en uno de los pocos países del mundo en los que la educación se paga?
En segundo lugar, no recuerdan que el Estado chileno, cuando ni siquiera era dueño de Codelco porque pertenecía a una minera extranjera ni poseía el altísimo nivel de inversiones que hoy tiene en USA y Europa, era capaz de financiar la educación en todos sus niveles, de otorgar becas, almuerzos y alojamiento a estudiantes de provincia, de construir establecimientos educacionales colosales y de financiar programas de investigación en las universidades.
Pero los estudiantes, quizás porque sus estudios son más recientes, sí tienen muy clara la historia de la educación chilena. En una clase magistral impartida a los senadores miembros de la Comisión de Educación, unos pocos voceros y representantes de sus federaciones estudiantiles, les refrescaron la memoria. Camila Vallejos, por ejemplo, reseñó el proceso vivido por la educación en Chile durante los últimos 50 años. Remontándose a los años 50, recordó la alta prioridad que la educación tenía para el país en su conjunto y cómo ese proceso llevó a las instituciones educacionales nacionales a estar entre las más avanzadas del continente. Luego describió el profundo cambio que se impuso bajo la dictadura al instaurar el actual modelo educacional, para finalizar sentenciando que ese experimento impuesto a la fuerza ya se probó durante 30 años sin resultados positivos para el país. *”Lo sentimos mucho, que el fracaso de esta etapa de prueba del modelo le toque a este gobierno, pero no es contra este gobierno que nos estamos movilizando sino porque ha llegado ya el momento de cambiarlo y no de seguir tratando de mejorarlo”*, argumentó con serena seguridad.
Desgraciadamente la lección no fue trasmitida por la televisión abierta -a pesar de la insinuación en ese sentido de un senador- a la que no se dejó entrar a la sala sino, y seguramente por pudor, sólo fue trasmitida por el canal oficial del senado que casi nadie ve. Y es que las serias y honorables caras de los electos y de los designados no fueron suficiente máscara para ocultar la perplejidad y la falta de respuestas claras a los lúcidos argumentos de los estudiantes.
*”Es que el mundo ha cambiado ante nuestros propios ojos y no nos hemos dado por enterados”*, explica Jorge Alcaíno, papá de una estudiante universitaria y participante de la marcha de los “100 mil Paraguas”. *”Vi los videos en Youtube y me llamó la atención la cantidad de información irrefutable que los voceros expusieron, así como la horizontalidad del trato que dispensaron a los senadores, incluso dejando en evidencia su ignorancia ante temas básicos relacionados con la educación. ¡Y eso que son de esa comisión!”*
Y es completamente cierto que quienes hoy ocupan las calles no retrocediendo ni ante el frío, ni la lluvia, ni la represión policial, ya forman parte de otro mundo. Valoran la noviolencia como metodología, no son representantes de ‘juventudes políticas’ ni ocupan las vocerías por cuoteos de partidos políticos, no son contestatarios sino propositivos, no hablan de sí mismos sino de lo que acuerdan las bases por votación, no se dejan seducir ni amedrentar por los medios de comunicación y la fama oportunista inherente al rol protagónico que juegan, ni por las ‘autoridades’ de la nación como pudieran serlo los senadores a quienes ellos no eligieron ni reconocen como sus representantes.
Más bien están lo suficientemente centrados y esclarecidos sobre cómo debiera funcionar la sociedad, tal como lo demostró el estudiante Patricio Araujo al ponerlos en su lugar y recordarles que *”es el pueblo el que los puso a Uds. aquí, es el pueblo el que hizo las sillas que ocupan y el que les abre las puertas para que ingresen a este salón”*, para continuar requiriéndolos *”ustedes deben escuchar y trabajar para dar respuestas a ese pueblo”.*