Y en realidad estas crisis sucesivas, no son otra cosa que los
estallidos visibles de un gran problema de fondo. Desde luego que si nos ponemos a hablar de todas
las contradicciones del capitalismo, se nos haría muy largo; pero tomemos una que es central: la
inequitativa distribución del ingreso. De ella derivan muchos de nuestros actuales males; en primer
lugar por razones obvias, ya que al generar marginación y desigualdad, produce un creciente
sufrimiento en las poblaciones. Pero además, como la merma en el poder adquisitivo de las
poblaciones atenta contra la continuidad del sistema consumista, el único modo de poder mantener
los niveles de consumo ha sido a través del endeudamiento creciente: endeudamiento de las
personas, de las empresas y de los gobiernos. Y cuando el endeudamiento llega a niveles
inmanejables, estallan las crisis financieras. Y entonces comienza la pantomima hipócrita de los
sostenedores de este sistema perverso, acusando a algunos gobiernos de endeudarse
irresponsablemente, y a los pueblos de haber consumido a crédito más allá de su solvencia. Y desde
luego que algo de cierto hay, pero lo que no nos dicen es que los mismos sostenedores de este
sistema son los que promovieron el endeudamiento para que hagan negocios sus bancos, y son los
que promovieron el consumismo para que hagan negocio las grandes empresas. Y entonces llegan
los ajustes, el desempleo, la recesión, el empobrecimiento; pero eso no es por la crisis; lo que la
crisis hizo fue hacer caer la ilusión de que el sistema funcionaba bien. O sea que en definitiva
estamos hablando de una crisis de fondo del sistema capitalista, una crisis terminal que lleva
irremediablemente al colapso, si no se resuelve la gran contradicción de la distribución del ingreso,
y su correlato financiero que es la creciente y exponencial canalización de los recursos financieros
hacia la especulación y la usura.
**Pregunta:** ¿Cuál es la relación entre capital especulativo y productivo?
**Respuesta:** Difícil e inútil cuantificarlo, ya que la volatilidad, y a veces clandestinidad, de los
recursos financieros especulativos los vuelve inmensurables. Pero basta saber que los recursos
especulativos multiplican ampliamente a los productivos. Porque podemos llegar a contar la
cantidad de vacas que hay en el campo, o la cantidad de fábricas; pero si esas vacas o esas fábricas
luego son garantía de un préstamo, y ese préstamo apalanca a un título, y ese título respalda otro
préstamo, y así siguiendo, ya ni se sabe donde estamos parados. Y si todo eso además cotiza en
bolsa, y compran y venden acciones los apostadores, o toman posiciones y luego se salen los Hedge
Funds o algún otro especulador, los valores nominales de todo eso pueden resultar totalmente
variables, por no hablar de lo ficticio de su valor real. Y así van estallando las burbujas financieras,
una y otra vez, burbujas cada vez más grandes y más globalizadas. Y en realidad no interesa
comprender esa compleja alquimia financiera, lo que interesa saber es el fondo de la cuestión:
en el sistema capitalista actual, es más rentable especular que producir, es más rentable prestar y endeudar, que generar empleo. Que los hipócritas no nos confundan, acá el problema no es si tal o
cual país se endeudó demasiado y debe hacer un ajuste sacrificando a su pueblo; acá el problema es
que el sistema capitalista actual ya no funciona.
**Pregunta:** ¿A qué se refiere con los hipócritas?, y ¿Qué debiera hacer Europa, qué debieran hacer
los gobiernos?
**Respuesta:** La hipocresía está en muchos terrenos. Empezando por las calificadoras de riesgo, como
Stándar & Poor´s, que ahora genera una estampida en las bolsas al bajar la calificación de la deuda
de USA, mientras que en su momento calificó excelentemente a los activos respaldados por
hipotecas basura que desataron la crisis. Crisis financiera a la que tanto USA como otros gobiernos
respondieron salvando a los bancos (para lo cual aumentaron su endeudamiento público, lo que hoy
les genera la baja calificación). Pero esta hipocresía de las calificadoras no es un problema particular
de ellas, ya que son meros testaferros de los capitales especulativos. Y desde luego que también está
la hipocresía en los gobiernos, que han sido en buena parte cómplices del desmadre financiero, ya
sea por acción u omisión. Y son cómplices los que prestaron y los que se endeudaron, porque todos
han hecho negocio, sabiendo que en última instancia siempre es el pueblo el que paga los ajustes. Y
son cómplices los gobiernos que decidieron salvar a los bancos, en lugar de ocuparse de las personas
y haber estatizado el sistema financiero. Por eso es muy difícil decir qué debieran hacer los
gobiernos de Europa o la Unión Europea en su conjunto, porque allí abundan personajes cuyos
intereses están muy comprometidos con los del poder económico, más que con sus pueblos. Y lo
mismo pasa en USA y en buena parte del mundo. La democracia formal alterna en el poder político
a los representantes del poder económico. Pero si hiciéramos un ejercicio de imaginación, y
creyéramos que los gobiernos por una vez responderán a las necesidades de sus poblaciones, lo que
debieran producir es una transformación profunda del sistema económico y financiero. Acá el
balance siempre da en rojo para la mayor parte de la población y los estados, porque la contrapartida
son las espectaculares ganancias del capital especulativo, de la banca, de las grandes empresas, y sus
socios de la política. Y mientras ese rojo en el balance siga creciendo, crecerá el endeudamiento, las
burbujas y los estallidos serán cada vez mayores hasta el colapso. Hay que resolver ese desbalance y
obligar a que la riqueza se redistribuya. Hay que forzar la inversión productiva del capital financiero
y la reinversión productiva de las ganancias de las empresas. El sistema financiero debe ser
manejado por los estados y los estados deben ser manejados por una democracia real y no formal.
En otras palabras, hace falta una revolución, no-violenta, pero revolución. Y no veo a los gobiernos
europeos con esa intención, y mucho menos al gobierno de USA, cuyo congreso no aprobó siquiera
el aumento de impuestos a los sectores más ricos para reducir el déficit. Así que será la gente la que
tendrá que cambiar los gobiernos…y ganas no faltan, a juzgar por la ola de protestas que hay en el
mundo.
**Pregunta:** ¿considera que las manifestaciones de las poblaciones, sobre todo de los jóvenes, van en
dirección de esa revolución?
**Respuesta:** Yo creo que esa es la aspiración de fondo en todas las movilizaciones que ha habido.
En Egipto, en Grecia, en España, en Islandia, en Portugal…en buena parte de Europa y muchos
lugares del mundo. En general son manifestaciones no-violentas, y eso está muy bien, a pesar de
que ocurra como en Chile, donde los carabineros se camuflan como manifestantes para lanzar
piedras y confundir a la gente, la mayor parte de la población apuesta a las manifestaciones no
violentas. Y no nos confundamos por casos como el de Inglaterra, donde la catarsis social cobra
ribetes violentos como hace un tiempo ocurrió en Francia; porque no estamos de acuerdo con esa violencia, pero debe quedar claro que la mayor responsabilidad está en los gobiernos y en el sistema,
que margina a la gente, genera desesperación y resentimiento, y entonces aparecen brotes violentos.
Pero es totalmente posible y necesario llegar a cambios profundos por la vía de la no-violencia, con
imaginación, con organización, con convicción, con ideas, y sobre todo con una nueva moral.
**Pregunta:** ¿A qué se refiere con una nueva moral?
**Respuesta:** Bueno, a muchas cosas, que van desde el sentido de la vida hasta el trato que debiéramos
dar a otros. Pero como este reportaje es sobre temas económicos, diría que mucho hay que cambiar
en nuestra cultura y nuestros valores si queremos cambiar al sistema, y eso ya no depende solo
de los gobiernos, sino de la voluntad de las poblaciones. Porque el virus del individualismo ha
calado muy hondo y a muchos no les importa lo que pase con los demás, y solamente se movilizan
cuando ven afectados sus propios intereses. Y porque el virus del consumismo no encuentra
anticuerpos en una sociedad ávida de llenar su vida con objetos materiales para rellenar su vacío
interior. Y esto es clave, porque así como el capitalismo salvaje se construyó en base a valores de
individualismo, para poner en marcha una nueva economía, hará falta una sociedad más solidaria.
Y porque si no variamos la matriz consumista, no solamente seguiremos idiotizándonos, sino
que matemáticamente será imposible la equidad distributiva, ya que más de 6.000 millones de
personas ejercitando el actual modelo de consumismo, necesitarían 5 planetas más para proveerse.
Y no le echemos la culpa a los chinos o a los hindúes de que contaminan porque quieren crecer y
desarrollarse con nada menos que el 40 % de la población mundial. O culparlos de que nos quitan
fuentes de trabajo en occidente porque la mano de obra en esos países es más barata que en Europa
o en USA. ¿Volveremos al proteccionismo para garantizar el derecho al trabajo fronteras adentro?,
¿Y el derecho al trabajo de los de fronteras afuera vale menos? Es un lío, pero hay que salir de él
avanzando y no retrocediendo. ¿Y si con el proteccionismo no alcanzara para asegurar el empleo
de los ciudadanos, que haremos, expulsar a los inmigrantes? De ninguna manera, estamos en un
problema mundial, y hay que dar respuestas mundializadoras, avanzando hacia una Nación Humana
Universal, con una nueva moral, con menos individualismo, más solidaridad, menos consumismo,
y entonces si podrá germinar un nuevo sistema económico más equitativo. Pero para esto último,
lo más urgente es arrebatar el sistema financiero a los especuladores y ponerlo al servicio de la
inversión productiva. Y entonces habrá que asegurar que esa reinversión productiva genere empleos
en los que se distribuya mejor el ingreso, y habrá que potenciar una matriz productiva diseñada para
otro tipo de consumo, sustentable y dignificante. Todo eso habrá que hacer, pero lo primero, antes
que nada, es sacarle el poder a la banca. Ni más ni menos.
* Guillermo Alejandro Sullings, economista argentino autor del libro *“Más allá del Capitalismo, Economía Mixta”*; actual Secretario General del Partido Humanista Internacional