Es que uno escucha a la gente decir: *»No creo en el actual sistema económico, de manera que yo no pongo mi dinero en el banco?”* O tal vez: *“todos sabemos que este sistema económico está podrido, de modo que no voy a ir a trabajar nunca más?»* La gente sabe que están viviendo en una sociedad capitalista, y que está funcionando de cierto modo. Aún si se trata de cesantes, siguen siendo parte del sistema.
Observemos el sistema educacional… ¿Escuchan a la gente decir: *»No creo en este sistema educacional, de modo que mañana no voy a mandar a mis hijos al colegio?»* Incluso hay gente que va a la Fuerza Armadas, con tal de continuar con su educación! La gente viene a Nueva York desde todas partes del mundo para estudiar. La educación es todo un asunto.
Del mismo modo, sea que a uno le guste o no, estamos todos – usted, yo y todos los que nos rodean – en el mismo sistema democrático. Los cargos públicos se eligen, las leyes se aprueban, y los presupuestos se votan. Y así continúa, sea que usted vote o no – con o sin su participación. El 29 de Junio, el Consejo de la Ciudad de Nueva York votó un presupuesto de más de $66 mil millones de dólares – un presupuesto que va a recortar servicios y despedir gente. Este es un hecho y no una creencia. Esta es, mis amigos, la cara de lo que los Humanistas llamamos la *“democracia formal.”*
Nuestro sistema democrático viene del siblo XVIII, sin ninguna modificación substancial. El Congreso y el Senado de los Estados Unidos están paralizados – son demasiado lentos, la gente allí es demasiado vieja, las mujeres y las minorías no están adecuadamente representadas. Los cargos electos no son suficientemente desafiados. Fíjense en la historia de Anthony Weiner, ilustra el problema de lo más bien. Primero, cómo puede un tipo como él, con esos temas personales tan masivos, arreglárselas para ser miembro del Congreso norteamericano no por uno, no por cinco, sino por doce años? Y segundo, quién lo va a reemplazar ahora? Porque este sillón no tiene límite de término, nadie está preparado para tomar su lugar. Habrá una elección especial, y con muy pocos votos, el candidato que sepa mover a la máquina del Partido Democrático seguramente conseguirá el lugar. La mayoría de los candidatos son o han sido miembros del Consejo de Nueva York con índices muy bajos de logros políticos reales, y no apoyan resueltamente a las familias de bajos ingresos, que resultan ser la gran mayoría de la población de la ciudad.
Este país está enfrentando muchos temas urgentes que no han sido estudiados adecuadamente ni por el Congreso ni por el Senado. Temas como la inmigración, la reducción militar, las nuevas tecnologías, los derechos humanos, energías alternativas, contaminación, seguridad laboral y salario mínimo, investigación, acceso a la salud, transporte, impuestos y sobretodo la democracia real y la participación social. Las vidas de millones de residentes norteamericanos tienen problemas de diferentes tipos.
Nada va a ocurrir si no trabajamos para solucionarlos. No hay otro *“poder divino”* que vaya a cambiar la situación. Esto no es como ir a la iglesia, al templo, o a la mezquita, y pedirle a algún otro que haga el trabajo por nosotros. Esa es la cosa buena de la democracia. Obtenemos lo que somos capaces de construir (o no). Si hacemos poco, si nos comprometemos poco, votando cada ciertos años, obtendremos pocos resultados. Si en cambio asumimos los temas y nos comprometemos, tal como hacemos en el sistema económico o educacional, obtendremos resultados diferentes.
Han existido momentos en nuestra historia en los que la gente se ha comprometido y ha luchado por la construcción de un futuro diferente para sí mismos y sus familias. Y obtuvieron el derecho a voto y promulgaron la ley de emancipación, obtuvieron el salario mínimo y los beneficios de salud, los días con permisos sin sueldos y los de vacaciones, obtuvieron el derecho a organizarse en los lugares de trabajo, y también el derecho a la libertad de expresión, fueron capaces de construir escuelas públicas abiertas a todos, y universidades gratuitas… Y lograron estas cosas con mucho menos recursos de los que disponemos hoy en día!
Como Partido Humanista, nuestro llamado por una democracia real es fuerte y claro. Necesitamos mover lo inmóvil, y despertar las mejores aspiraciones de cada uno. Este no es el final de la historia sino el comienzo de los nuevos tiempos. Contamos con la infraestructura tecnológica para modificar la forma de participación, y ayudar a todos los residentes norteamericanos a tomar la responsabilidad de elegir su propio futuro. No le pidamos a los cargos electos que nos resuelvan nuestros problemas económicos. En cambio, pidámosles – incluso forcémoslos – que desarrollen un sistema democrático que represente a todos. Digámosles lo que hace falta hacer. Fueron elegidos, después de todo, para ejecutar nuestras órdenes!