El miércoles 20 de julio, en una conferencia de prensa que tuvo lugar en la sede de CTA Nacional, se dio a conocer la recuperación e identificación de sus restos. Un nuevo logro del Equipo Argentino de Antropología Forense y del esfuerzo sostenido por sus familiares y amigos.
Ruperto «Tito» Méndez era un obrero de la fábrica Fiplasto de Ramallo, en donde había sido elegido delegado. Allí conformó una agrupación y publicó un periódico interno, “el Sentir de los Trabajadores”.
En el acto, el director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Moreno, Miguel Fernández, explicó frente a todos los presentes que “junto a la identificación del compañero Ruperto fue identificado otro compañero de Córdoba, González Lemos, también caído en la Quinta, que se quedó también tratando de evitar que mataran a los demás compañeros”. Además, Fernández agregó: “Nosotros desde Moreno estamos muy shockeados con todo esto. Estamos trabajando constantemente con la Comisión Campo de Mayo, los compañeros de Mansión Seré y cada aparición es como si fuera alguien de nosotros que aparece”.
Fue desaparecido, junto a otros once compañeros y compañeras, el 29 de marzo de 1976 en una quinta de la localidad bonaerense de Moreno llamada “La Pastoril”.
El objetivo de esta conferencia fue dar a conocer las instancias de la investigación por la que se logró la ubicación e identificación de los restos de Ruperto Méndez, y detallar las circunstancias de desaparición en el marco del operativo represivo perpetrado por las fuerzas conjuntas el 29 de marzo de 1976 en la quinta «La Pastoril» del Partido de Moreno, que dejó como saldo 12 compañeros y compañeras desaparecidos.
“Gracias a Chicharra Rodríguez, un compañero de la organización que se acercó a darnos datos de mi tío -explica Claudia Mendez, sobrina de Ruperto- encontramos un documento firmado por Saint Aman, el teniente coronel de la zona de San Nicolás, que dice que mi tío fue asesinado en La Pastoril. En 2008 hice la denuncia de desaparición de mi tío en Derechos Humanos de Rosario. Lo llevamos a mi abuelo a hacer la muestra de ADN y se abrió todo un camino diferente porque con esa muestra, la denuncia y el documento, pudimos establecer que mi tío era el compañero número doce de la quinta de Moreno”.
Lo que falta son los imputados sentados para que se los indague, se los procese, se los mande a juicio oral lo más rápido posible y podamos tener aunque sea la reparación mínima de una condena a los responsables que masacraron a estos compañeros y compañeras”, aclaró Pablo Llonto.
Por su parte, el secretario general de la CTA, Hugo Yasky, indicó: “para nosotros recuperar esta historia es recuperar el presente. Este compañero, el “Chato” Méndez era un militante político, que tenía una vida como cualquier otro obrero de Ramallo. Que era un militante político y que por esa militancia fue condenado a muerte y su cuerpo entregado como NN al olvido, a esa mazmorra que construyeron los militares que fue la peor de todas: la de hacer desaparecer aquellos que habían tenido historia. La que habló recién, su sobrina, es militante del SUTEBA de Ramallo y la que tiene, quizá, la responsabilidad mayor de haber roto el silencio familiar. Porque después del secuestro de su padre y su abuelo, en su casa se impuso un pacto de silencio. Ya no hablaron más ni hacia adentro de la casa. Esta cosa que hacían los militares sistemáticamente, tenía una lógica. Haber secuestrado al abuelo y al padre fue la forma de parar ese intento que estaban haciendo sus familiares de recuperar la memoria de Tito”.