Estela Barnes de Carlotto, presidente de Abuelas de Plaza de Mayo llegó al Punto Latino (set creado por el canal de tv de la Deutshce Welle en castellano) y ocupó la plaza que le cedí en un confortabilísimo sofá. “Muchas gracias, querido”, para rápidamente comentarme que ahora “estamos esperando a todos los que se fueron del país por las sucesivas crisis”.
Estábamos terminando una magnífica entrevista con Amanda Camilo de la Ruta Pacífica de las Mujeres, así que con Estela y Buscarita Roa pudimos conversar a la hora de su participación en el panel de “Mujeres y Derechos Humanos en América Latina – Dando voz a los que no tienen voz”, donde coincidieron con la colombiana Camilo, Kerstin Reemtsma de las Brigadas de Paz e Imelda Marrufo Nava, abogada de la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez.
Estela de Carlotto comenzó contando el momento histórico que vivía la Argentina cuando comenzó su calvario de desapariciones, persecuciones, torturas y pérdida. Y fue narrando el surgimiento de Abuelas de Plaza de Mayo y como se han ido conformando las organizaciones de DDHH en el país. Ha contado, también, el cambio que produjo para estos organismos la llegada de Néstor Kirchner al poder en 2003, que transformó el significado de las palabras Memoria, Reparación y Justicia.
Bajo su mandato se convirtieron en espacios de la memoria algunos de los más importantes centros de detención, tortura y exterminio de los 600 que existieron a lo ancho y largo del territorio argentino. Pero sobre todo, Estela destacó la decisión gubernamental de hacer del reclamo de “Memoria, Verdad y Justicia” un pilar de las políticas de estado, apoyando en todo sentido a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y Línea Fundadora, así como a la agrupación HIJOS, las más emblemáticas y persistentes en sus esfuerzos.
La historia de Amanda Camilo Ibarra, coordinadora del Movimiento Ruta Pacífica de las Mujeres, no ha sido ni menos violenta, ni menos inundada de sentido. Originaria de Putumayo, en el sur de Colombia, su vida ha estado marcada por el enfrentamiento permanente de los paramilitares, sean estos pro estado o contra el estado. Las mujeres son víctimas de forma múltiple, ya que se suma a los enrolamientos forzados y ejecuciones, los abusos sexuales y las agresiones de toda índole. Ante esa situación de incertidumbre total y de violencia incontenible, estas mujeres han decidido ejercer su poder. El poder de negarse a fomentar la violencia y de entregar sus hijos a la guerra. “Las mujeres no parimos hijos e hijas para la guerra” denunciaba, mientras difunde su lema “Que de nuestras manos y vientres no salga ni un solo alimento para la guerra”.
El feminismo que encarna la Ruta Pacífica es una postura ética, política, pacifista y no-violenta que busca generar transformaciones profundas en lo público y lo privado. Está compuesta mayormente por mujeres de clases populares que han logrado romper el silencio y salir del circuito del miedo que produce la guerra.
Sus investigaciones sobre los temas de violencia sexual en Colombia han dado consistencia a sus reclamos políticos que han permitido promulgar una ley que establece y tipifica la violencia contra las mujeres. “Todavía quedan vacíos legales y hay mucho por mejorar, pero es un primer paso enorme que nos permite avanzar en nuestras reivindicaciones y crear conciencia” exponía. Al tiempo que comentaba y expuso algunas de las campañas de concientización realizadas por su organización.
Imelda Marrufo representa a la Red de Mujeres de Ciudad Juárez. Una serie de grupos de mujeres que se niegan a aceptar las circunstancias violentas que envuelven sus vidas y su ciudad, enfrentándose a los carteles de la droga, los medios adictos e incluso al gobierno, que ha declarado “la guerra contra las drogas, que ya han dejado un saldo de 40.000 personas asesinadas”.
La abogada denuncia al gobierno mejicano de “simular, de hacer creer a la opinión pública que se está trabajando contra el narcotráfico, pero no es así”. Ciudad Juárez se ha convertido en la ciudad más peligrosa del mundo y estas activistas se niegan a tener que renunciar a salir a la calle, llevar a sus hijos a las plazas y vivir sometidas por el miedo.
Las Brigadas Internacionales de Paz llevan años protegiendo a los indígenas guatemaltecos de las incursiones militares que tienen como objetivo eliminar las redes sociales de resistencia. Más de 20 mil refugiados escaparon hacia las montañas, fundamentalmente mujeres y niños. Kerstin Reemstma es la representante europea de esta asociación que brinda protección y acompañamiento a las personas que viven bajo amenazas de muerte y no tienen ningún tipo de protección por parte del estado.
Sin olvidar el trabajo incansable de algunos curas y monjas en América Latina todas las panelistas han coincidido en criticar el rol de la Iglesia Católica, que en muchos casos ha sido cómplice de las masacres o impide que la cultura no-violenta y de emancipación femenina se enseñe y se difunda. Lo mismo ha ocurrido con los medios masivos, que lejos de apoyar sus luchas han sido dañinos y difamadores de sus trabajos.
Cuando el miedo paraliza y lo más fácil es mirar para el costado, estas mujeres han tomado la decisión de avanzar, de pelear por la justicia y se han comprometido pasionalmente para que nadie tenga que pasar por lo que ellas pasaron. En una acción de entrega absoluta y de profunda convicción.
La dimensión moral de estas mujeres reconcilia con la raza humana y abre una ventana a las esperanzas de cambio y de transformación. Lo mejor del ser humano anida en sus pechos y son un ejemplo de entereza, persistencia y dedicación absoluta. Como decía el subcomandante Marcos: “Los valientes son los cobardes que corren hacia adelante”. A ellas no hay quien las detenga.