El vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro Marcelo García Linera, ha hecho hoy en Madrid un guiño al denominado “Movimiento 15-M” mediante la comparativa entre los “indignados ibéricos” y los “indignados amerindio-amazónicos, que tuvieron la capacidad de convertir la indignación en voluntad de poder”. Y es que, la gente lucha porque sabe que tiene un futuro, si no, no lucharía.

Los indígenas, viejos “indignados” debido a la opresión de un sistema que les marginaba de la vida pública, pasaron de la “hegemonía pasiva neoliberal, a la construcción de un torrente de voluntades y de expectativas”, ha señalado hoy García Linera, quien ha dado un aliento de esperanza a los acampados de las plazas españolas que “luchan porque saben que tienen un futuro por delante”.

A tan sólo dos manzanas de la madrileña Puerta del Sol, García Linera ha explicado, en una “charla magistral” en el Paraninfo de la calle San Bernardo, que en Cochabamba -su lugar de nacimiento, en 1962- “crearon un futuro sobre la marcha” a raíz de la amenaza de la privatización del agua en el año 2000. Por eso, los indígenas se inventaron un “horizonte de posibilidades“, como está ocurriendo ahora mediante la llamada “spanishrevolution”.

En Bolivia, “el agua fue el detonante para un despertar, para una visibilización potente del movimiento indígena y campesino que, a partir del año 2000, asumirá el poder de la revolución”, ha indicado el vicepresidente, con el objetivo -se entiende- de acercar el proceso de indignación que envolvió a su país a comienzos del siglo XXI, con la actual coyuntura histórica que ha sobrecogido a la propia Historia con mayúsculas. Y es que, no había habido antes un despertar tan sonoro, porque no había habido antes un letargo tan profundo.

“Quiero hablarles de otros indignados que tuvieron la capacidad de convertir su indignación en indignación general y esta indignación general en voluntad de poder“, ha continuado García Linera, quien ha explicado que esa voluntad de poder no se traduce en “una lucha electoral“, en una pugna política, sino en un posicionamiento de “igual a igual, de tú a tú“, en donde el “dominado“ deja de temer al “dominante“ y le planta cara, y le grita “basta“.

Para el vicepresidente, que ha sido meridianamente claro, en Bolivia ocurrió un “apartheid“ contra los indígenas -que representan la mayoría de la población boliviana-, tanto en la etapa colonial como en la era poscolonial; y fueron ellos quienes gritaron “basta” y quienes protagonizaron un “proceso de sublevación y de insurgencia”.

Así, el brote de protestas que parecía esporádico, se convirtió en una auténtica revolución, en la que los indígenas, tras haber conseguido su derecho al sufragio universal, votaron a un indígena como presidente en el año 2005, con un 54% de los votos; eligieron a Juan Evo Morales Ayma. Y entonces, “el orden del mundo se derrumba, los indios toman el Gobierno y se modifican las estructuras elitistas”.

“Una élite no podía estar tomando las decisiones de todo un Estado”, porque no representaba la pluralidad de Bolivia. Con la llegada de Evo Morales, se toma conciencia del uso de la acción colectiva como forma de expresión y del uso de la asamblea como forma de deliberación. Es lo que ha venido en llamarse “democracia deliberativa”. ¿Ven las similitudes? Es la historia del dominado, que representa la mayoría del pueblo, y que se revela contra un dominante que reacciona de diferentes formas para “amainar” los aires de dignidad humana.

Así, Morales, -cuenta su vicepresidente del Gobierno- sufre un golpe de Estado en el año 2008. Es el “momento Jacobino o robesperiano” de la revolución “que tiene que batallarse por la fuerza”, ha indicado. En el caso del Movimiento 15-M el dominante ha intentado ese golpe de fuerza mediante los intentos de desalojo en Barcelona. Un desalojo que se ha visto materializado en la Plaza de la Bastilla de París; sin embargo, la reacción-acción de respuesta ha sido, hasta el momento, siempre pacífica.

Se van pues, observando ciertos puntos de conexión entre la Historia de la revolución en Bolivia con la llamada “chispa” que ha prendido la mecha de la “indignación” por todo el mundo. Un fuego que se aviva en los países mediterráneos, en los que “hay que construir todo de nada”, como ha apuntado García Linera respecto a su país tras la llegada del presidente indígena.

Antes de que Morales llegara al poder, la definición del vicepresidente sobre Bolivia ha sido la de “un estado aparente”, un Estado que se dibujaba con mina para repasar con tintero al toque de dinero. También hoy la democracia occidental es “aparente”.

Tras el esfuerzo de muchos, durante bastantes años, y en un proceso que aún no ha terminado, García Linera ha establecido el trípode sobre el que se asienta ahora su país: el Estado Plurinacional, la autonomía y la industrialización de los recursos naturales o economía plural. Tres líneas básicas de trabajo que sostienen Bolivia, aquel país con más de 30 raíces históricas, 36 culturas diferentes y donde impera una vida de mayorías y no un Estado de minorías.

El representante boliviano, que ha hecho un repaso amplio de la historia de su país, también ha destacado algunos “viejos problemas” que aún no están resueltos, como el debate entorno al modelo de desarrollo de Bolivia que, exportador de materias primas, “apetecidas por los mercados internacionales”, no ve retribuido el trabajo.

No obstante, y pese a los problemas internos del país, su voz ha dado aliento y ánimo al Movimiento 15-M, dejando claro que unos ciudadanos que no luchan, son unos ciudadanos sin futuro, condenados al abismo y a la enajenación humana.

Esta es pues la gesta de una nueva conciencia colectiva que, ante todo, es plural y no violenta. ¿Quién iba pensar hace 50 años que hoy un indígena sería el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia? Y es que, la Historia se escribe a base de cambios, y este es uno de ellos.