La victoria de Giuliano Pisapia en Milán es el resultado de la unión de todas las fuerzas de izquierda en una alianza compacta, pero sobretodo de un despertar de la ciudad y del compromiso de miles de voluntarios de todas las edades, especialmente de muchísimos jóvenes. Durante meses ellos realizaron acciones de base, en todos los barrios, para escuchar a los ciudadanos y dar a conocer las propuestas del candidato a alcalde.
Un estilo sobrio y abierto, opuesto a la histeria violenta de la derecha, que no ha dudado, especialmente en las últimas dos semanas previas a la segunda vuelta electoral, en recurrir a todo tipo de bajezas: mentiras, insultos, golpes bajos, imagenes amenazantes de una ciudad que en caso de que se produjera una victoria de la izquierda se convertiría en una *“gitanería islámica”* dominada por gay y centros sociales.
En Milán se respira un aire de esperanza y apertura que no se percibía desde hace tiempo. Es come si la gente se hubiese finalmente liberada de una pesada capa de pesimismo, impotencia y resignación, re-encontrando el gusto de la partecipación.
El primer pedido que el nuevo alcalde ha hecho a sus electores fue: *“No me dejen solo. Solamente juntos podremos cambiar Milán”*, seguido del compromiso de otorgar más poder a los fondos de los Consejos de Zona y de consultar a los ciudadanos antes de tomar decisiones sobre cuestiones fundamentales.
Un buon comienzo para los próximos cinco años de intenso trabajo dedicado a cambiar la ciudad.