Nadie que lo haya hecho puede resistir ser embargado por esos sentimientos. Pero, hay elementos que quiebran la sonrisa y se reconoce que las vivencias por allí antes y ahora, como en otros lugares… han sido, también, muy tristes.
Mi viaje era a un Memorial… Cuatro días después del golpe de estado, el 15 de septiembre del 1973, fue “detenido-desparecido” un amigo entrañable, respetado por quienes lo conocieron. Especialmente, por las comunidades mapuche de la zona de la costa: Puerto Saavedra, Lago Budi y sus islas, las comunidades. También por quienes trabajamos en los sueños de solidaridad y equidad con nuestros hermanos mapuche y chilenos que vivían marginados sin equidad o justicia social. Pero había sueños de que otro mundo, mejor, era posible. Este Memorial era por Arturo Hillerns, quien fuera médico de esa región. El sábado anterior al golpe militar, en un acto público donde hubo mucha gente –estudiantes, trabajadores, campesinos, miembros de los consejos campesinos, empleados, profesionales- Arturo habló de que lo que se venía, supo ver los caballos del Apocalipsis social: No se equivocó. Tampoco lo perdonaron.
El memorial fue a orillas del río Cautín… si, el mismo. Como nuestras esperanzas, río abajo se fueron las flores lanzadas desde el puente. Cielo azul y nublado. Lágrimas ocasionales de los asistentes y de las nubes que estuvieron con nosotros. Ese era el lugar donde, siempre se supo, que había sido asesinado por un grupo de Carabineros, los mismos que lo habían sacado violentamente de su casa antes del alba. A casi 38 años del crimen, los asesinos han sido confirmados. Uno ya falleció, impune, los otros están presos con veredictos. Faltan las condenas y no podemos sino temer por la justicia, en este país donde se indulta –lo vemos estos mismos días- a los criminales de lesa humanidad. Éramos más de un centenar de personas y los recuerdos estaban vivos. Los sentimientos fraternales seguían intactos. Impunidad para unos y se sigue encarcelando a los espíritus libertarios.
Hubo conversaciones con muchos: los que habían vivido en exilio, en cárceles, torturados, también “exilio adentro” como lo llamaba mi madre, pesando en tantos muertos –por asesinatos o muertes “naturales” en su propio país que se estremecía bajo la ira de tirano y tiranuelos de mala muerte que se enriquecían en el camino. También de los que añoraban a ese hermano nunca lejano. Una viuda, un hijo que sólo lo tuvo padre por 3 meses y algunos días, y esos nietos que correteaban, sin querer, haciendo revivir a los que por allí estábamos. Lo hacían del modo que los niños lo hacen, simplemente, como habría dicho Neruda. Generaban, sin querer queriendo, sonrisas y, en medio de esa tristeza, multiplicaban esperanzas.
Los días que siguieron, en lo que era un paseo por los caminos de la solidaridad, conversé con amigos y personas que sufrieron y sufren la realidad de la inequidad y exclusión… Persiste el que la mayoría tenía su mirada en un futuro que posible, parecido a esos cielos de la Araucanía que se viven y sobrepasan siempre su descripción.
**Infancias tomadas por asalto**
Fui a ver un menor mapuche que hace menos de un año vio su casa asaltada por unos 30 vehículos de la PDI y del GOPE, con cerca de 100 represores, armados hasta los dientes. Entraron al alba en su casa, pobre pero fraterna. También desprotegida… como casa mapuche. El niño tenía 15 años, junto con un hermano de 18 años y otros más de las casas vecinas, luego de la golpiza rutinaria –de la que a las dos semanas aún tenía las marcas del maltrato que Chile le puede dar a sus niños. También estaba su hermana menor, que vio con horror que le incautaban incluso sus medicamentes anti-rechazo de su trasplante renal. Al intentar, entonces, reconstituir con la familia la escena del crimen cometido contra ese grupo humano, la menor, al apuntarla con una rama gruesa, a modo de fusil, entró en una crisis de llanto, aterrada: recordó los fusiles amenazantes contra su cabeza y la de su madre.
Varios meses de arduo trabajo de abogados y de solidaridad permitieron que el arresto domiciliario total de “este terrorista”, palabra con lo que justifican la brutalidad y montajes que nos avergüenzan fuera modiificado: el menor entró a estudiar con apoyo familiar, de profesores y de más solidaridad. Y con su propia fuerza y razón. La brutalidad sucedida, al pedírsele explicaciones al Ministerio del Interior y al General de Carabineros de turno de la IXa. Región, como en casos anteriores (y posteriores!), todo fue categóricamente negado. Categóricamente, como de costumbre. Allí no había pasado nada. Las mentiras perpetuas. Cuando inocentemente me dijeron en el colegio “no se preocupe, hay mucha gente preocupada por el menor, Carabineros viene con frecuencia”… por supuesto que me preocupé. Un oficial había ido a tratar de enlodar el presente y el futuro de este menor que ya habían brutalizado tanto. Declararon al director, profesores y, por ende, a los compañeros, que este menor “era un terrorista peligrosísimo”…
Negar un futuro, impedir las sonrisas y juegos normales entre esos estudiantes y cambiarlas por actitudes de sospecha, temores, opacarle los cielos para siempre, negar la posibilidad de fraternidad y amistad, ese es el objetivo virulento, torpe, que en Chile puede violar todos los principios que las naciones tienen para con sus niños. No basta firmar tratados y jurar a los cuatro vientos: hay que parecer y ser honrados: decirlo no basta. Es la infamia institucionalizada. Curiosamente, el menor es un buen alumno. Pero por criminalizarlo como otro “mal chileno” (¡a sus 15 años!), lo hace asesinable a mansalva, encerrarlo, acosarlo, y en impunidad… como a nuestro hermano Arturo y muchos más. Y así, era encerrado en su domicilio por sus cancerberos –similares a esos perros de tres cabezas de viejos cuentos de horror que cuidaban el infierno- que aplastan a su pueblo. No dejarlo educarse: otra violación a un derecho fundamental.
**Sigo hasta Angol**
Lugar conocido, al pie de esa Cordillera de la Nahuelbuta, desde donde se ve el mar, la Isla Mocha. una isla históricamente de población mapuche, lafkenches, hasta los confines de la cordillera andina, donde están los pehuenches y el plano del Walmapu. Pero, yo iba a ver a cuatro condenados por una Estado represor, que con montajes, violencia, “cárcel preventiva” (que en realidad para el mapuche es permanente, solamente que para unos es presidio adentro y la mayoría, queda en la sala de espera de un presidio prometido, nada prometedor) Usaron con ellos la Ley anti-terrorista en toda la investigación, violencia, torturas demostradas, testigos fabricados, -varios testigos, delincuentes ellos mismos- y muchas coimas de diverso tipo, pagadas con dinero de los explotados y de los que trabajan en el país. E intimidación.
Renové conversaciones ya tenidas en las cárceles de Concepción –El Manzano- o en Lebu antes y durante las huelgas de hambre y los juicios viciados. Ese circo pseudo-legal hecho en Cañete por prevaricadores, como calificaran los observadores extranjeros al fiscal y a algunos jueces. Hoy sabemos que el Juez que presidía sabía ya desde antes de los casos, violando las normativas más elementales, porque había sido fiscal hasta hacía muy poco. Se había cortado el traje a la medida.
Condenados en procesos inmorales y que negaron la misma esencia de la justicia: “Sin defensa no hay Justicia”, dice el logo de la Defensoría Nacional. De esos juicios, una mujer joven, instruida y valiente, la Defensora Penal Pública Nacional, Paula Vial, ha dicho desafiante que el juicio fue represivo e ilegítimo, basado sólo en una Constitución sin ninguna base moral. Indicó que ese juicio, precisamente, no permitió una defensa debida ni respetó derecho alguno de esos presos políticos. Una huelga de hambre que hoy llega a los 50 días y de la que ya el estado (Gendarmería y el Ministro del Interior) empiezan a preocuparse y a posar como bondadosos salvavidas pidiendo un Recurso de Protección por los mismos detenidos. Este recurso de protección quiere simplemente decir, que el Estado, con sus cancerberos, los va a asaltar, encadenar y brutalmente impedirles expresar su única voz posible por ausencia de justicia. Es la tercera huelga de hambre. Esa protección ya la hicieron con otros presos, Patricia Troncoso, entre varios. “Fuí encadenada y torturada, entre los golpes juraban querer salvarme alimentándome”, me lo dijo personalmente. Una acción represiva simple de resolver: los personajes represores, que son la causa de la injusticia y exclusión, son quienes criminalizan al pueblo mapuche, se pretenden verdaderos santos, piadosos. Ellos podrían simplemente terminar la huelga de hambre terminando los encarcelamientos injustos, los tratos vejatorios, las mentiras y violaciones de tratados múltiples. Pero prefieren condenar a todo un pueblo y podrirlos, sin justicia de por medio, con su justicia violada, en esa cárcel sub-humana de Angol. La Asociación Médica Mundial rechaza categóricamente este crimen ético.
**Regresando a Santiago**
Me llega la noticia de que en Temucuicui, donde el estado y gobierno pretenden que viven terroristas, (que no lo son: son mapuche que piden justicia). detienen a un niño de 16 años, Patricio, que ya antes habían baleado, detenido varias veces, perseguido y que tuvo su golpiza, la que los menores mapuche reciben “la necesiten o no la necesiten”. Son muchas las denuncias a nivel internacional sobre esto. Cerca de tres años este menor ha vivido entre cerros y matorrales, para evitar la violencia reiterada del sistema. (Esta es la odiosa forma como un Chile cree respetar los derechos de los pueblos de Chile y de sus niñez) Patricio es sobrino de un Lonko y ha sido formalizado con la Ley Anti-Terrorista. Ahora es el encierro domiciliario total –sin derecho ni a ir a la escuela- mientras “lo investigan” con la ley que el Presidente y su Ministro del Interior pretendieron haber “erradicado” para los niños. Fue otra promesa incumplida por este gobierno. Discutido el caso en la Comisión de DDHH´s de la Cámara, esta decide denunciarlo y parar este horror.
**Ya en la zona central, espero algo de tranquilidad**
Paso por Talca y la veo aún en el suelo por el terremoto y sin reconstrucción: esa promesa tan ausente. Me esperaba la realidad de la Ley Anti-Terrorista, LAT, en Santiago. Los mal llamados “Caso Bombas” me traen a una realidad de este país que se permite encarcelar adentro y afuera con la LAT, usando fiscales que montan evidencias para construir esta dictadura perfecta que algunos quieren asegurar.
Confirmo una vez más de que nuestro paisito sigue pretendiendo ser lo que no es. Un país justo, nos dicen, mientras violan la justicia y encierran las ideas. País hermoso como ninguno, repiten, en un esfuerzo chovinista y con sonrisas presidenciales vacías: Pero escucho desde todo Chile “Aysén sin represas”, “Por un cobre chileno” (que lo fuera y ahora es 80% privatizado y aumentando), “Agua para todos” cuando es controlada por los mismos que quiebran el medio ambiente y el futuro del país. «Justicia y Libertad» aunque al Clan Luksic y a otros les incomode. Estos días hemos escuchado a un oscuro ex-presidente del Senado (binominal, por cierto, ergo poco legítimo) criminalizar a un luchador histórico por los derechos humanos. Lo hizo también cuando temprano, Pinochet exigía humillar a quienes lucharan por los DDHH´s. Este es el país que siguen vendiendo como normal, futurista, dicen, pero en el que empresarios de todo orden, exigen represión para aumentar ganancias y seguir con “su paz a la chilena”. Cuando el Ministro del Interior dice que “todo lo prometido (a los presos políticos mapuche, entonces en huelga de hambre sin posibilidades de juicios justos) les fue cumplido” vemos, sin embargo, que las huelgas de hambre se reanudaron por los ahora condenados en juicios viciados; cuando los niños son violentados y acusados por leyes anti-terroristas trogloditas, producidas por mentes inestables y malsanas, y que ahora sus fiscales “a la Mefistófeles” se refocilan reprimiendo todo lo que piense, viva, quiera vivir y deje vivir… Bueno, cuando esto sucede confirmamos que este país está muy lejos de la pretendida democracia que no es.
Pero los cielos siguen mostrando esperanzas que estimulan a nuestros pueblos, a personas, a jóvenes y viejos de que es necesario atreverse a tener derechos y de que sólo uniendo voces y acciones podremos hacer desaparecer el humo y las mentiras que quedan de ese infierno represivo que tuvimos y que no se quiere ir. La democracia y las esperanzas se mueven juntas. Y se van a encontrar a pesar de todo, para escribir otro futuro, donde todos, sin discriminaciones de tipo alguno, ni de género, tendremos una sociedad justa y que merecemos. Porque la Justicia, aunque a algunos no les guste, va a llegar.