Hace más de un año que los enfrentamientos entre los manifestantes griegos y la policía se saldan con batallas campales, destrozo de mobiliario público, ataque a bancos y cadenas de franquicias del poder globalizado. Escenas que se repiten desde hace décadas en todo el continente europeo y ni hablar de la represión sufrida en los países norteafricanos.

En el desalojo de la Plaza del Sol arrestaron a gente que no estuvo presente en la acampada y el maltrato ha sido permanente durante las 36 o 48 horas que han permanecido los detenidos en las comisarías madrileñas. En Lérida el desalojo se produjo al alba y fue de una brutalidad inusitada, lo mismo que en Barcelona.

En la Plaza de la Bastilla de Paris, tanto el sábado como el domingo, las asambleas fueron disueltas por los antidisturbios, que actuaron de forma salvaje y cruel. Atacando incluso a los periodistas presentes, tirándoles gas pimienta y pegándoles con las porras.

**No-violencia**

Las imágenes de la gente resistiendo a la violencia de forma no violenta, desobedeciendo, pero siempre de forma pacífica, dignifican este movimiento joven que está extendiéndose. Tras los ejemplos de Túnez y de Egipto, donde las multitudes de manifestantes utilizaron la no-violencia para derrocar gobiernos torturadores y militarizados, los jóvenes españoles decidieron cambiar las tácticas.

Las discusiones en el seno de estas organizaciones, las asambleas donde el turno de palabra rueda de boca en boca han fortalecido la unidad y en este momento, la fuerza de esa unidad se expresa a través de la no-violencia. Si esta democracia de cartón emplea la violencia, una democracia real no puede utilizarla.

**Convertidos**

Así como en la Plaza Tahrir pudimos contemplar a militares lanzando sus fusiles al suelo y uniéndose a los manifestantes antiMubarak, son ahora algunos policías españoles los que a través de cartas manifiestan su rechazo a las acciones represivas efectuadas por sus pares.

El viernes 20 de mayo la policía informó a los manifestantes de la Plaza del Sol en Madrid que no los desalojarían si no se producían incidentes y se mantenía la calma, cambiando la actuación de los días precedentes. Y fueron los mismos acampados quienes se ocuparon de evitar actos vandálicos y consensuar actitudes noviolentas.

Los actos represivos del 28 de mayo en Lérida y Barcelona fueron abordados en una carta anónima por un Mosso d’Esquadra (policía autonómica de Catalunya):

“Buenas a todos los ciudadanos y ciudadanas libres,

Me presentaré como ciudadano anónimo porque soy Mosso d’Esquadra y la libertad de expresión interna del Cuerpo no me deja otro camino que este anonimato que detesto.

Les quería transmitir mi indignación por todo lo que hemos vivido en estos trece días, pero sobre todo por los hechos acaecidos ayer en el desalojo de Barcelona y Lérida.

Hace muchos años que entré al cuerpo de Mossos y lo hice creyendo que en una democracia la policía es un servicio público vital para la convivencia.

Un servicio público que debe estar al lado de todos los ciudadanos y ciudadanas que creemos en la libertad ligada a la responsabilidad. Un servicio público que debe atender la prevención de los delitos y su persecución, entre otras cosas, y siempre, tal y como nos han enseñado en la escuela de policía, con los principios de Congruencia, Oportunidad y Proporcionalidad establecidos en la constitución que nuestros padres y madres refrendaron.

Ayer lloré. Mucho. Primero de indignación y rabia al ver como un grupo de ciudadanos y ciudadanas que se manifestaban de forma pacífica fueron brutalmente apalizados; después de vergüenza, porque, ¿qué les explicaré ahora a mis hijos si me preguntan sobre las cargas realizadas? ¿Y a mis vecinos? ¿Y a mis amigos?
Soy un ciudadano más, soy un indignado más, creo en la libertad y en la no-violencia, de hecho se me ha enseñado en la escuela de policía. Y yo le pregunto al consejero Puig: ¿Usted cree? ¿Cómo ha podido dar una orden como la que dio? ¿Así quiere garantizar el respeto que todos los mossos queremos de nuestros conciudadanos?

Ayer no hemos ganado ningún respeto. Lo siento, pero alguien tenía que decirlo. Ayer rompieron a palos una revuelta del pensamiento crítico y pacifista. Ayer el consejero Puig consiguió que los antidisturbios hicieran disturbios. Ayer el consejero consiguió indignarme, y a mi familia, mis amigos y vecinos y a muchos otros compañeros del Cuerpo, que por miedo a represalias internas no quieren pronunciarse.

Ayer los sindicatos de Mossos no emitieron sus comunicados con contundencia en contra de esta operación macabra contra ciudadanos y ciudadanas. Pero claro, por si no lo sabíais, en julio son las elecciones sindicales en el Cuerpo, y de la misma forma que en el mundo de la política, vale más un voto que una persona.

El respeto que pedimos, consejero, lo ganaremos con el trabajo diario, con la proximidad con la ciudadanía de la cual también formamos parte, porque nuestros hijos van a la escuela y comparten vivencias con los otros nenes y nenas, compramos en los mismos mercados y comercios, nos sentimos estafados por la clase política, por las grandes corporaciones y los bancos.

Es por todo eso que no entiendo la operación policial puesta en marcha ayer para desalojar ciudadanos y ciudadanas que de forma pacífica han estado moviendo la conciencia colectiva para pedir transparencia en las instituciones que emanan del pueblo. Para pedir una democracia participativa en todos aquellos factores que afectan nuestras vidas, para pedir justicia, para pedir la persecución de todos esos políticos que hacen uso de sus cargos de forma corrupta, que la jubilación de un político sea como la de cualquiera otro ciudadano, que no tengan duplicidad de cargos y sueldos. En definitiva, que el político sea un ciudadano más, que de forma libre y responsable pueda trabajar en el mundo de la política y para el pueblo.

Hoy continúo llorando cuando vienen a mi mente las terribles imágenes de ayer, y que usted, consejero, ha intentado justificar delante de la prensa. En mi modesta opinión: no hay justificación posible de aquella intervención. Usted no tiene la altura para representar al Cuerpo de Mossos. Quiero un mandato que haga de cirujano, que con cura y respeto extraiga cualquier elemento que rompa la convivencia pacífica de la sociedad. No quiero un carnicero, no me gusta la sangre.

Yo soy un ciudadano, yo trabajo de Mosso d’Esquadra, yo quiero una policía al servicio del pueblo y no del político de turno. Yo elegí estar del lado del pueblo, de mis vecinos, de mis amigos, de mis conciudadanos, de luchar con ellos por la vía pacífica y sin violencia para conseguir un mundo más justo, un mundo donde todos tengan cabida, donde la participación no sea solamente echar una papeleta dentro de una urna, quiero pensar y quiero sentir, por encima de todo, un futuro mejor para mis hijos. ¿O es que usted no lo quiere así, consejero?

¡Alerta! Consejeros y políticos de diversos colores, la era de los gritos del silencio se acaba, ahora se inicia el tiempo de las voces que se alzan sin violencia y que os reclaman: Responsabilidad y Honestidad.”