Ha muerto Bin Laden y con ello parece que se cierra un círculo que comenzó a dibujarse el 11-S. Ahora que eufóricos ciudadanos norteamericanos festejan en la zona cero que se haya hecho justicia, que millones de personas en todo el mundo experimentan que algo verdaderamente grande ha pasado al caer el ícono del mal (véase la portada de todos los periódicos del mundo, más lo que dirá la televisión en estos días y lo que correrá por la red), cabe preguntarse algunas cosas…, y ¿ahora qué?

Reaccionará Al Qaeda en proporción al poder que se le atribuye, cambiará en algo el estado de amenaza terrorista, y esto será mejor o peor para todos nosotros… Se sentirán los ciudadanos más seguros al ver el despliegue de las fuerzas especiales de la marina norteamericana actuar con tanta eficacia en Pakistán… estamos realmente más seguros… en mi modesta opinión, NO y trataré de explicarme.

La violencia, es violencia, y la justifiquen como la justifiquen, produce un rechazo visceral en el propio cuerpo, que se va anestesiando según nos vayamos alejando de ella, basta identificarse con quien la padece, basta recordar los momentos en la que la hemos vivido para comprobar esta afirmación, y por el contrario, basta observar cómo se asimila con total naturalidad cuando alejada esta identificación, la vemos en películas, programas de televisión y hasta dibujos animados para nuestros niños.

Lo curioso del caso, es que aunque se la justifique y se la presente como la única salida, lo que produce es una indudable sensación de estupidez y sin sentido cuando está la conciencia despierta, y una indudable alteración y descontrol cuando está la conciencia dormida.

Será entonces que debemos preocuparnos por despertar nuestra conciencia para salir de esa ridícula visión de “violencia buena” y “violencia mala”, para que estas enormes incoherencias sociales… (Como que un premio Nobel de la Paz sea el comandante del ejército más poderoso de la tierra, y que el consejo de seguridad de las Naciones Unidas lo conformen los países productores de armamento)… y personales, abran paso a un nuevo Ser Humano, en nosotros mismos y en nuestra sociedad toda.

Y qué hacer entonces… creo que lo más sensato es profundizar sobre estos temas, y así liberarnos poco a poco de esta tremenda maquinaria manipuladora que nos adormece haciéndonos creer que somos pocos los que advertimos la estupidez e insensatez de la violencia, liberarnos de los que afirman de que nada cambiará en definitiva, y por último liberarnos de sus colaboradores, que militando activamente en la justificación de hechos injustificables pretenden acomodar las piezas para que todo encaje en beneficio de los mismos.

No sé qué sucederá en definitiva después de este hecho, lo que no me cabe duda y que me lleva a expresarme escribiendo esta nota, es que las conductas que colocan en el mismo nivel a ejecutores y ejecutados, no aportan absolutamente nada valioso al desarrollo de nuestras sociedades, por el contrario, abogo por que erradiquemos y resistamos a la violencia que nos rodea no siendo creyentes de la justificación que pretende instalarla.