El ambiente festivo estuvo más representado que nunca, con espacio para los niños, para que jueguen y se expresen. Muchos músicos se han sumado a lo largo de la tarde, así como decenas de personas han hecho sus breves discursos en un pluralismo extraordinario, que permitió limar asperezas y dejar claras las reivindicaciones del movimiento.
Un profundo rechazo hacia la clase política. Traidores y manipuladores, que terminan siendo obedientes al poder real, al dios Mercado y a las Corporaciones. Pero si bien los partidos son proscritos de este movimiento, se respeta a los militantes y a sus ideales políticos, aceptando que es política el hecho de organizarse para cambiar las cosas.
La democracia se tambalea como ícono inamovible, ya no es un ente en sí mismo, un valor inmejorable. La democracia que conocemos no la aceptan en Sol, ni en Catalunya ni en Bastilla. Se busca introducir la participación directa y el consenso, reformular la democracia para el pueblo y no contra el pueblo.
Hubo voces contrarias, ásperas, críticas de lo que se vivía bajo el espléndido sol primaveral. Pero no tenía sentido polemizar, discutir, dejarse provocar. Este movimiento está sosteniéndose por la convergencia que genera, por ser un megáfono para cientos y cientos de ciudadanos no representados e inconformes. Un inconformismo que pone en tela de juicio el consumismo, la desigualdad entre sexos, entre clases sociales, entre razas, que discute abiertamente sobre qué se quiere y qué no se quiere.
“Aquí y ahora” decía una pancarta y ese era el sentimiento común, es el momento de dar una señal inequívoca de repudio al sistema de vida actual. Pero además de este repudio hacer propuestas, dar una dirección al futuro que se acerca.
“Nos quitaron la justicia y nos dejaron las leyes”, y no sólo las leyes sino también el aparato represivo. Un cerco policial de antidisturbios, que parecían sacados de Star Wars por sus trajes, rodeaba a los congregados.
Con las imágenes de Barcelona en la memoria reciente el bloque de manifestantes se dividió entre los que querían demostrarle a la policía su fuerza, cortando el tránsito y achuchando para que todo el mundo se interpusiera a su despliegue y otro grupo que prefirió hacer prevalecer el origen noviolento de este colectivo y que arengó a la gente para no entrar en el juego de provocaciones de la policía. Tenía que ser una fiesta este encuentro, esta posibilidad de coincidir y así fue. Todos se volcaron por la no violencia mostrando una actitud emocionante de sentirse a gusto con estos nuevos amigos, camaradas de indignación, pero sobre todo compañeros de sueños.