Lo importante de los acontecimientos que están sucediendo es que marcan un antes y un después en las movilizaciones. Tienen el motor de la “indignación”, como casi todas las rebeliones, pero tienen una calidad y una forma de desarrollarse totalmente novedosas, pues se están apoyando en la metodología de la no-violencia. Por primera vez esto sucede trasladándose de manera espontanea, sin lideres, sin adoctrinamientos, de una forma totalmente nueva.
Esto es lo que abre la esperanza de que esas revoluciones que se están poniendo en marcha en diferentes países sean parte de un proceso nuevo que tiene mucho más futuro que las anteriores revoluciones violentas, que finalmente dejaron colas de conflictos que los pueblos luego tardaron décadas en superar, si es que lograron hacerlo. Por otro lado el sistema violento necesita la violencia para perpetuarse. Así que actuando con la no-violencia se elimina su “alimento” principal.
Uno de de los acampados en Madrid, el humanista Jesús A. me lo expresaba claramente hace unas horas: *“No nos pueden parar. Nos da lo mismo lo que haga al policía. Si vienen y nos desalojan, nosotros no nos vamos a oponer violentamente. Nos disolvemos, pero mañana volveremos a manifestarnos otra vez todos juntos y seremos aun más. Cada día viene más gente. Así una y mil veces.”*
La opinión popular, manipulada por los formadores de opinión occidentales, tenía identificadas ciertas dictaduras de países en desarrollo, con las que además gobiernos “democráticos” hacían buenos negocios. Partíamos del supuesto de que nosotros vivíamos en el mejor de los mundos. Aun no habíamos identificado la propia dictadura a la que estamos sometidos en nuestros países “avanzados”. Es una dictadura más grave y de efectos devastadores, es la dictadura de los mercados, la dictadura de los especuladores la dictadura del dinero.
Estas protestas y las muchas que vendrán son respuesta a esta situación. Entre la multitud de frases y slogans que corren entre los manifestantes de Madrid, la inventiva es mucha, pero hay una de todas que me parece brillante y acertada “esto no es una crisis, esto es una estafa”.
En esta frase se sintetiza lo que viene ocurriendo ya desde hace décadas y que se ha agudizado en los últimos años. A los ciudadanos, a los pueblos se les ha estafado. Se nos ha hecho creer que hay una gran crisis. No es una crisis para todos. Aquí ha habido engaño, ha habido, manipulación, ha habido distorsión. Los que fueron los creadores de la crisis, lo bancos, son los que siguen ganando y salen beneficiados por ella.
Ya se ha instalado en la vida política el sustrato de que si hay beneficios, éstos corresponden a la empresa privada por aquello de la economía de mercado, pues las empresas tienen que ganar. Pero si hay pérdidas, entonces se las cubre con dinero público. Es decir el beneficio para unos pocos y las pérdidas para todos. Esto es clara y llanamente un estafa. Es una perversión. No es de extrañar que las listas electorales de los partidos mayoritarios en España estén llenas de miembros imputados por corrupción. Eso también es una estafa.
En un artículo reciente sobre los sucesos en Túnez y Egipto decía “En estos hechos se vuelve a mostrar una vez más la verdadera fuerza de los pueblos y su capacidad transformadora, que en muy poco tiempo pueden producir cambios impensables sin ejercer violencia, es decir utilizando la no-violencia”.
Lo más importante, lo destacable, es ver esa nueva metodología de lucha practicándose en distintos países y que se extiende de manera incontrolada y contagiosa.
Pensamos que este terremoto de no-violencia, buscando verdadera democracia, transformaciones sociales y una vida digna no ha hecho más que empezar. Que además, como esa sucediendo, no va tocar solo a algunos países árabes, ¿que pasara en otros países de Europa, Italia, Portugal, Grecia? ¿Qué pasara en los Emiratos Árabes, Argelia, Marruecos y demás dictaduras del pan-arabismo?, ¿Qué pasara en China, donde se está censurando todos estos fenómenos?
Los manifestantes en distintas ciudades de España se sienten en resonancia con los pueblos egipcio y tunecino. Ellos también están dando una lección de no-violencia y pacifismo al mundo. Están “indignados”, y tienen muchas razones para ello. Luchando por sus derechos continúan la estela de esa de revolución no-violenta comenzada en el mundo árabe. Este efecto demostración, de continuar sin distorsionarse, tendrá sus repercusiones. Para terminar, destacar que los protagonistas están siendo principalmente los jóvenes.
Todos los pueblos, en sus mejores momentos, han hecho grandes aportes al proceso humano. Podemos agradecer y celebrar estas revoluciones no-violentas pues nos abren el futuro a toda la humanidad. Nos acercan hacia la nación humana universal.