Estos reportes coincidieron en tiempo con las declaraciones del director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica, Yukuya Amano, asegurando que la empresa propietaria de la planta no tomó las medidas *»suficientes para evitar este accidente»*.
Amano llamó a reforzar las normativas de seguridad y convocó a una Cumbre planetaria sobre el tema en junio próximo.
Al margen de las irresponsabilidades, negligencias y falta de rigor y, sobre todo de transparencia, achacadas a los operadores y autoridades de las centrales japonesas y reveladas al calor del drama, la opinión pública internacional quiere ir más allá y lucha por conjurar nuevos riesgos.
Y se está haciendo oír nuevamente, mediante debates en espacios de comunicación, en movilizaciones y mítines en las calles de muchas ciudades del mundo, así como en foros políticos y sociales.
El jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) cree que la lección que debe aprenderse del accidente nuclear de Fukushima es que *»el marco de respuesta de emergencia internacional actual necesita reevaluarse»*.
También indicó que después del accidente de la planta de energía nuclear de Fukushima, debe reconsiderarse el papel de la AIEA para preservar la seguridad nuclear y para establecer estándares internacionales relacionados.
La tragedia de Japón y la crisis de Fukushima han marcado un antes y un después en la valoración de una fuente de energía pacífica que hasta pocos días se consideraba limpia y segura, coadyuvante en el combate contra el cambio climático.
*»Fuente segura»*, para cuyo uso y emplazamiento las potencias industrializadas pretenden abrogarse todos los derechos, otro asunto de marcado fondo político y discriminador, llevado con frecuencia a la arena internacional.
**La lección**
Aprender de los mentados sucesos parece ser ahora la tarea urgente de gobernantes y autoridades especializadas de no pocas naciones operantes de las 438 centrales nucleares del planeta.
También es válido en las naciones de economía en desarrollo con planes de aplicar esa opción como parte de sus programas. Enhorabuena por tal empeño.
Una mirada por el planeta permite ver a los líderes de la Unión Europea (UE) acordar la realización de pruebas de resistencia en las plantas de energía nuclear del bloque de 27 naciones.
Una revisión mundial sería lo mejor. Debido a que el peligro no se detiene en nuestras fronteras, exhortamos y apoyamos a los países vecinos a que realicen pruebas de riesgos similares, dijo Herman Van Rompuy, presidente de la UE.
Sin embargo, hay obstáculos para implementar tal propósito con la urgencia demandada.
Existe mucha disparidad en el uso de la energía, según algunos dirigentes del bloque, y va a ser harto difícil obligarlos a pruebas ordenadas por la UE.
Por lo pronto, la primera reunión extraordinaria de ministros de Energía fracasó en lograr acuerdos sobre cuándo y cómo se realizarían las pruebas.
Pero los líderes pusieron como plazo el final de este año para su conclusión y pidieron a la Comisión Europea que presente un informe de evaluación en su cumbre de diciembre.
No obstante, no pudieron decir si los países miembros de la UE estarán obligados a realizarlas.
Actualmente, existen 143 plantas de energía nuclear localizadas en 14 países de la UE.
En otro lado del mundo, Asia, el prestigioso científico indio P. Balariam pidió una moratoria de todos los proyectos nucleares de su país, a causa de la situación de crisis en Japón provocada por la catástrofe del 11 de marzo.
El también director del Instituto Indio de Ciencias y miembro del consejo científico del primer ministro Manmohan Singh, estima que la crisis japonesa ha demostrado que *»incluso en un país industrialmente avanzado los reactores nucleares son vulnerables a las catástrofes, pese a las medidas de precaución y seguridad»*.
El estreno de la India en el uso de la energía nuclear data de 2008, después del cese de un embargo internacional de 34 años relativo a ese país.
China, que actualmente está construyendo 27 nuevos reactores -alrededor del 40 por ciento de los que se construyen en estos momentos en todo el mundo-, suspendió la aprobación de nuevas centrales nucleares.
Además, la nación de Asia del norte pretende llevar a cabo controles más estrictos en los reactores existentes y en los en construcción.
En Estados Unidos, donde funcionan 104 centrales nucleares, la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) somete a intensiva revisión seis plantas, como parte de un sistema de seguridad autovalorado como muy exigente, según reveló su presidente Gregory Jaczko.
Son las que más preocupan, afirmó Jaczko, en tanto se conoció que legisladores analizan los presupuestos del NRC y del Departamento de Energía tras la crisis nuclear japonesa.
Si bien los accidentes en plantas nucleares son raros, comparados con los saldos de los registrados en otro tipo de energía, su letalidad se extiende, casi siempre, mucho más allá del tiempo en que ocurrieron, con graves y potenciales consecuencias a muy largo plazo.
**¿Dejarla a un lado?**
Sin querer tapar con una mano las legítimas preocupaciones de los que rechazan el uso de esa fuente de energía, hay voces autorizadas que llaman a no rechazarla, sino a hacer más eficiente, riguroso y seguro su empleo.
También expertos llaman a verificar que todas las opciones energéticas implican riesgos y que, manejada adecuadamente, la energía nuclear sigue siendo una opción relativamente segura.
Argumentos muy difíciles de escuchar con la cabeza fría en medio de las noticias procedentes de Japón.
Dejar de lado, arguyen, la energía nuclear implicaría el riesgo de una carrera desastrosa en pos de combustibles fósiles, con incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Siempre hemos sido testigos de una carrera desastrosa y hasta de guerras por los combustibles fósiles, opinan sus detractores.
Aunque queda por analizar la gran promesa de las llamadas energías renovables, todavía en desarrollo, a pesar de los grandes progresos que viene registrando.
Pero esa fuente de energía limpia todavía no puede garantizarse en los grandes volúmenes centralizados que alimenten la industria de una nación y el funcionamiento de su infraestructura.
El mundo y esto incluye a los países en desarrollo necesita la energía nuclear, argumentan los que están a favor de mantener su uso.
No queda más remedio que estar atentos a los acontecimientos. Velar por la salud del planeta y la humanidad. Aprender de estas lecciones amargas.
Es temprano todavía para imaginar lo que sobrevendrá a la crisis de Fukushima, que por desgracia, parece todavía estar en sus comienzos.