El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se hizo eco de esa vocación y dijo que Costa de Marfil tiene ahora una *»ocasión histórica»* para promover la reconciliación nacional, establecer un gobierno de unión nacional y restablecer la autoridad del Estado, indicó un portavoz.
Ban Ki-Moon pidió a Ouattara –reconocido internacionalmente como presidente electo tras las elecciones del 28 de noviembre– que evite un nuevo *»baño de sangre»* así como represalias contra los partidarios de Gbagbo.
Los cuatro meses de crisis causaron al menos 800 muertos, la mitad de ellos en Abiyán, según la ONU.
El número de muertos solamente desde fin de marzo en enfrentamientos en el oeste de Costa de Marfil fue de 536, indicó el martes el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, advirtiendo que ese balance final puede ser más elevado.
La batalla de Abiyán sumió a la capital económica del país, de cuatro millones de habitantes, al borde de la catástrofe humanitaria, con barrios librados a la anarquía y saqueos por parte de grupos armados.
*»Hay muchos cadáveres en las calles (…)»*, había declarado el lunes el coordinador humanitario de las agencias de la ONU y de las ONG, Ndolamb Ngokwey.
La situación humanitaria es también muy difícil en el interior del país, especialmente en el oeste, donde los combatientes de ambos bandos han sido acusados de violaciones de derechos humanos.
En su primer discurso televisado el lunes, Ouattara llamó a sus compatriotas a *»abstenerse de cualquier acto de represalia o de violencia»* y dijo que el país se encuentra *»en el amanecer de una nueva era de esperanza»*.
También anunció el inicio de un *»procedimiento judicial contra Laurent Gbagbo, su esposa»* y sus colaboradores, y la creación de una *»comisión de verdad y reconciliación»* para esclarecer las violaciones de los derechos humanos.
Ban Ki-moon se felicitó por el llamado a crear tal comisión, que se inspira en la de Sudáfrica, y prometió la cooperación de la ONU.
Laurent Gbagbo, de 65 años, fue detenido el lunes tras una ofensiva contra su residencia en Abiyán, llevada a cabo por las fuerzas republicanas de Costa de Marfil (FRCI, pro Ouattara) apoyadas por medios aéreos y blindados de las fuerzas francesas y de la misión de Naciones Unidas (ONUCI).
Gbagbo, en el poder desde 2000, se hallaba en compañía de su esposa Simone, considerada como una *»dura»* del régimen, y de su hijo Michel, de un primer matrimonio.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, celebró el arresto de Gbagbo e instó a *»todas las milicias»* a dejar las armas y reconocer la autoridad de Ouattara.
Obama agradeció además el papel de la ONU y Francia, con el fin de *»proteger a los civiles»* en el país.
Los ministros europeos de Relaciones Exteriores, reunidos el martes en Luxemburgo, prevén prometer ayuda económica a largo plazo al presidente Ouattara para ayudar a reconstruir el país, ahora amenazado por el caos.