Llegó puntual a nuestra cita en la Sala de Prensa del Centro de Exposiciones de Versailles, llamándonos la atención su atuendo convencional. Nuestros prejuicios nos jugaron una mala pasada, ni plumas, ni tambores, ni plantas curanderas, un tipo occidental calmo, de buen sentido del humor y un poco reticente al principio. Sus respuestas estaban llenas de generalidades y cuando pedíamos precisiones, parecía estar un poco a la defensiva. Luego de un cuarto de hora de conversación pudimos saber que, en realidad, detesta ser filmado y ha tenido malas experiencias con los periodistas, que resultaron tergiversadores y siempre han buscado en un chamán, un guru psicodélico con pieles de animales.
Nada más lejos de este sanador y director de la escuela chamánica creada por el antropólogo Michael Harner.
“Estoy convencido que es la mujer, el lado femenino, la que puede desarrollar una nueva espiritualidad y llevar adelantes los cambios en esta sociedad. Han sido los hombres los que han creado este mundo enfermo” avalaba nuestras preguntas.
“Es el individuo que tiene que estar sano, en paz consigo mismo para poder estar en paz con los que lo rodean” nos respondía cuando le preguntamos sobre el lugar que ocupan la paz y la noviolencia en sus experiencias.
“El chamanismo es una vía para lograr esa paz, en mi caso a través del tambor puedo llegar a otros niveles de conciencia. Y es en esos otros espacios donde uno encuentra las respuestas, las soluciones a los problemas. No tiene sentido pasarse horas, días o semanas dándole vueltas a cómo resolver un problema, no se obtienen las respuestas de forma racional. Las respuestas chamánicas vienen de otro lugar, impreciso, en sueños y no vienen formuladas exactamente cómo las esperamos”.
No satisfechos con esta visión individualista de mejora de nuestro entorno, buscamos más información: “Sin duda cuando uno toca lo esencial, y lo pone por delante, dejando de lado lo accesorio, aparece la necesidad de hacer con y por otros. Pero cuando alguien está mal, no se le puede empujar a hacer por los demás, porque la prioridad debe ser sanarse a sí mismo”.
“Yo no tengo nada que ver con los viajes psicodélicos, con las sustancias para arrivar a otros espacios, pero en muchas ocasiones he tenido que defender esas prácticas. Ante los ataques prejuiciosos y de mala fe, son parte del chamanismo esos ritos también. Aquí en Francia el periodismo es muy desagradable, he sentido nauseas viéndome por televisión y lo que habían hecho con las entrevistas. Por eso no estoy cómodo en el Salón, sé que no soy lo que esperan encontrarse y que van a malinterpretar mis respuestas” se afligía en un tono mucho más íntimo.
Laurent Huguelit continuará con sus formaciones chamánicas, creando encuentros y multiplicando el acceso a la creatividad y al desarrollo individual y colectivo. Nosotros no lo perderemos de vista.