Por mucho que estuviesen ocupadas en las tareas domésticas y de crianza de los hijos, no olvidan que la revolución popular en Egipto fue un trabajo mancomunado de hombres y mujeres, que requirió de la participación de las dueñas de casa y también de las vendedores de frutas, de las oficinistas y las estudiantes. En los momentos pick de las protestas, aproximadamente un cuarto del millón de personas que se mantuvieron en las calles y plazas protestando diariamente fueron mujeres. Con sus velos o sin ellos, las mujeres gritaron, lucharon y durmieron en las calles junto a los hombres, codo a codo, desmoronando las creencias sobre su conducta que establecía la tradición.
El desafío actual, sostienen los activistas, es asegurar que las mujeres mantengan su compromiso con el proceso de una nación que avanza hacia nuevas formas organizativas y de gobierno, de modo que no se olvide su aporte a la revolución.
Existe mucha conciencia hoy en Egipto de que no basta con un proceso revolucionario de 18 días, con el carnaval de júbilo posterior, con el agradecimeinto explícito de parte de la población a sus fuerzas armadas, sino que ahora comienza justamente lo más difícil: la construcción de la nación a la que el pueblo aspira. Y esa nación soñada necesita de las mujeres.
Los cambios políticos y la igualdad real no será posible sin ellas, así como el logro de ciertos derechos básicos que se les niegan en algunos lugares del mundo árabe. Pese a que este país se ha ido haciendo más devoto últimamente, apenas el 25 por ciento de las mujeres egipcias trabajan fuera de su hogar. Pero, a diferencia de otros países árabes, se mezclan en público de modo más libre con los hombres.
Sin embargo, un reciente informe del World Economic Forum coloca a Egipto en el 125avo lugar de un total de 134 países considerados en el estudio, respecto de la igualdad entre hombres y mujeres. Esto se debe fundamentalmente a que tantas mujeres no trabajan fuera de su hogar, a que el 42 por ciento de las mujeres no saben leer ni escribir y a que la proporción de mujeres en política es ínfima. (En el 2010, sólo 8 de un total de 454 asientos parlamentarios eran ocupados por mujeres).
Sin contar la violencia sexual, el abuso y el acoso del que son tradicionalmente víctimas las mujeres en Egipto.
La batalla por la igualdad no será fácil y es una lucha que irá de la mano de las nuevas conquistas del pueblo egipcio y con la cual ya están solidarizando las feministas así como connotadas mujeres líderes de diversas latitudes.