Aunque es verdad que ese funcionamiento monopólico era un reaseguro estatal creado en 1946 para abastecer a todos los franceses y que permitió hacer de Francia la quinta economía del mundo.

El hecho de convertir una empresa estatal en un competidor del Libre Mercado obliga a EDF de ser ventajosa y obtener ganancias excepcionales que le han llevado a configurarse como una corporación multinacional, provocando un endeudamiento excesivo y rompiendo el funcionamiento austero que la caracterizaba.

Pero las políticas de competencia no sólo afectan las inversiones en el extranjero, sino, y es lo más preocupante, los presupuestos de mantenimiento del parque local, licenciando miles de empleados y subcontratando empresas privadas para cada vez mayores servicios.

Esto forma parte del discurso neoliberal para maximizar los beneficios y podemos tolerarlo en las empresas que cumplen con todos los requisitos de seguridad. Sin embargo la empresa de la calle Wagram de Paris tiene centrales nucleares entre sus activos y los riesgos de siniestro no la conciernen sólo a ella, sino a todo el conjunto de la población de Francia y de Europa, como mínimo.

En esas circunstancias es inaceptable el desmantelamiento de sus sistemas de control y mantenimiento. Una empresa que ha obtenido como beneficio 65 mil millones de euros el año 2010 no puede ser negligente y poner en riesgo a millones de personas.

9 de cada diez incidentes que se registran en las centrales son incendios. La planta de Cattenom, una de las primeras de Francia emplea 1150 trabajadores, una cifra que se triplica cuando los subcontratados actúan en los periodos de revisión técnica.

Hasta la fecha dicha central lleva detectados 750 incidentes, podemos entonces calcular que 675 han sido incendios. La central lleva en funcionamiento alrededor de 25 años. Así que podemos decir que la planta ha sufrido un incidente cada 13 días, menos de dos semanas. Podríamos decir también que cada 13 días y medio, o sea cada dos semanas se produce un incendio.

Algunos de los trabajadores de EDF han hecho cursos de una jornada para sofocar incendios, pero sus contratos no incluyen este tipo de tareas. No hay duda que ante un incendio todos los trabajadores van a efectuar lo que esté a su alcance para apagar el fuego, pero no estamos hablando de un lugar que puede incendiarse y es una tragedia, si no que estamos hablando de un sitio que si se incendia es una catástrofe.

Los bomberos pueden tardar entre 4 y 45 minutos en llegar a una central, siempre dependiendo de que no estén sofocando otro fuego, ya que los parámetros de prioridad no han sido corregidos, de momento, y una planta nuclear no es más importante, desde el punto de vista de necesario apagar el incendio, que una pila de paja en el campo.

Es insultante que EDF desestime las propuestas de sus empleados de crear un parque de bomberos de 3 o 4 por central, suficiente para responder a este tipo de siniestros. Según los cálculos de Éric Ouzounian en su libro “¿Hacia un Chernóbil francés?”, los sueldos de estos bomberos representarían un desembolso para EDF del 0,33% de su masa salarial.

Los incendios no son los únicos incidentes que se registran en las centrales nucleares pero sí los más persistentes y también son algo que todos conocemos y sabemos el impacto que tienen en los edificios. Las centrales atómicas comienzan a tener entre 20 y 25 años de edad, imaginamos que los siniestros pueden comenzar a acentuarse en virtud del envejecimiento, no sólo del edificio, sino de los sistemas de seguridad.