Los autoridades niponas están en todos los frentes, para tratar de evitar un desastre nuclear, un empeoramiento de la situación humanitaria en las zonas siniestradas y el derrumbe de la tercera economía mundial, semiparalizada por esas hecatombes.
El último balance policial del sismo y el tsunami del viernes es de 4.314 muertos y 8.606 desaparecidos, pero los informes prefiguran un número mucho mayor de víctimas. Tan solo en Ishinomaki (prefectura de Miyagi) habría 10.000 desaparecidos, indicó el miércoles el alcalde de esa localidad, citado por la agencia de noticias Kyodo.
La televisión NHK había informado el sábado pasado de otros 10.000 desaparecidos en el puerto de Minamisanriku, de la misma región. Akihito, cuyas intervenciones públicas son contadísimas, admitió que el balance de muertos de las catástrofes naturales *»aumenta día a día»* y deploró una situación *»impredecible»* en Fukushima.
*»Espero, sinceramente, que podamos impedir que la situación empeore gracias a los esfuerzos»* de todos los que participan en las tareas de socorro, declaró.
Los estragos se seguían acumulando el miércoles en el archipiélago, con otro incendio y un repunte de la radiactividad en la central y con un nuevo terremoto, de magnitud 6, en la región de Tokio.
Los niveles de radiactividad a la entrada de Fukushima 1 *»aumentaron bruscamente»* por la mañana antes de descender, informó el portavoz del gobierno, Yukio Edano.
El portavoz indicó que *»cerca de la central»* el nivel de radiactividad era de 1.500 microsieverts (1,5 milisieverts) por hora, frente a un nivel habitual de 0,035 microsieverts.
El gobierno evacuó durante unas horas a la cincuentena de operarios que seguían trabajando en la planta, cuyo heroísmo fue saludado por toda la prensa. La mayoría de los 800 empleados de la central ya habían sido evacuados tras el tsunami.
La decisión se adoptó tras la salida de una columna de humo blanco de las instalaciones de la central.
Edano precisó que las radiaciones más allá de la zona de exclusión de 20 km no conllevan riesgos para la salud. Unas 200.000 personas fueron evacuadas durante el fin de semana de la zona.
El primer ministro, Naoto Kan, ordenó además el martes que quienes residen en un perímetro de 20km a 30km de la central se encierren herméticamente en sus hogares.
El gobernador de la Prefectura de Fukushima, Yuhei Sato, expresó el miércoles la desesperación de los lugareños.
*»Este accidente nuclear obligó a la gente a abandonar sus hogares (…). Quiero que todo el país demuestre comprensión con todos los que se van de la prefectura»*, dijo Sato a la televisión NHK. *»La preocupación y la cólera de los habitantes de Fukushima han sido llevados al límite»*, advirtió.
Las principales preocupaciones atañen al estado de la piscina de enfriamiento del reactor 4, donde el martes se produjo un incendio, y del recinto de confinamiento del reactor 2, dañado por dos explosiones. Edano indicó además que el recinto del reactor 3 pudo haber sufrido averías.
La fuerte radiactividad impidió que los helicópteros se acercaran al reactor 4 para tratar de enfriarlo echándole agua. Un calentamiento excesivo podría provocar una fusión del núcleo del reactor. En Tokio, que desde el terremoto del viernes funciona a ritmo lento, la población mantenía la calma, pese a una réplica de magnitud 6 que este miércoles al mediodía hizo temblar los edificios.
Los tokiotas estaban sobre todo aliviados por el hecho de que los vientos soplasen hacia el Pacífico, dispersando en esa dirección la radiactividad. La dirección de los vientos es observada también con suma atención por países vecinos, como China y Rusia, o por EEUU del otro lado del océano.
También se disparó la preocupación por la cadena alimentaria. La Comisión Europea recomendó a los países de la Unión Europea controlar el nivel de radiactividad de los alimentos importados de Japón.
Los accidentes en Fukushima ya llevaron a varios países a replantearse el desarrollo de su sector nuclear civil. Alemania anunció el cierre inmediato por tres meses de los siete reactores en servicio desde antes de 1981. El ministro español de Industria, Miguel Sebastián, anunció *»una revisión de los sistemas de seguridad de todo el país»*.
Las catástrofes asestaron un duro golpe a la tercera economía mundial, paralizando a muchas empresas que podrían tener su nota degradada, según advirtió la agencia de calificación financiera Standard and Poor’s. Así y todo, la bolsa de Tokio subió el miércoles 5,68%, recuperándose en parte de los derrumbes sufridos en las sesiones del martes (-10,55%) y del lunes (-6,18%).