El 25 de enero Egipto conmemoraría, como siempre, el Día de la policía. Sin embargo, liderado por la juventud, el pueblo tenía otros planes y comenzó la revuelta que exige la salida del presidente Hosni Mubarak del poder y la caída del régimen militar que controla el país hace 30 años.
Después de relatar –en el seminario «La información alternativa al servicio de las movilizaciones políticas y sociales»– el papel de los medios en la eclosión de las protestas que tomaron las calles del Cairo y de ciudades de todo Egipto, durante la mañana del día 8 Mahmoud El-Adawy habló en entrevista con la Ciranda*.
– ¿Cuál es la situación de Egipto hoy?
Explicar la situación es difícil porque todavía estamos en ella, pero lo que se puede decir es que el clima antes y después del 25 de enero, cuando la revolución comenzó, es muy diferente. Las personas estaban deprimidas y descreídas de que algo pudiera cambiar. Ahora, andando por las calles del Cairo, se ve a las personas sonriendo.
– ¿Cómo sucedió la revolución?
El primer punto es que no fue exactamente una revolución política, sino un clamor por dignidad y libertad. Las personas se dieron cuenta de que pueden tener eso, pero sólo cuando el régimen caiga.
El comienzo de todo fue tal vez en 2005, cuando hubo un movimiento contrario a que Mubarak se presentara a las elecciones nuevamente y que también se negaba a aceptar que su hijo asumiera el poder en su lugar. En aquel momento había pocos protestando en las calles, pero existía un gran número movilizándose por Internet, por Facebook. Había una cierta desconexión entre esos grupos porque uno no sabía lo que el otro estaba haciendo. Aquellos que estaban en las calles físicamente, creían que los que estaban en Internet no hacían nada. Éstos, a su vez, creían que los que estaban en las calles tenían razones muy personales para estar ahí. Esa situación duró cerca de dos años y comenzó a cambiar a partir de la manifestación de Mahalla, con casi medio millón de personas. En aquel momento los que estaban en las calles es juntaron con los que estaban en el Facebook y comenzó a surgir la unidad. Hasta los más viejos, que no estaban habituados a Internet, comenzaron a conectarse porque vieron lo que estaba pasando. En 2008 el movimiento sindical entró en la movilización, pero quienes realmente la lideraron fueron los jóvenes. En 2009 se produjo el asesinato de Khaled Said porque había filmado con su celular una escena de corrupción en la seccional de policía. Después de eso hubo mucha presión, especialmente de la juventud.
-¿A partir de ahí se consolidó el movimiento?
Se consiguió que las personas de diferentes regiones de Egipto saliesen a las calles, para que no hubiera manifestaciones sólo en algunos puntos sino en todo el país. Esa fue una gran lección porque se comprendió que no bastaba con estar en los grandes centros como El Cairo y Alejandría, que era necesario estar en todas las áreas. Y el último empujón antes de la revolución fue lo que sucedió en Túnez. Cuando la revolución estaba sucediendo allá, los egipcios estaban en las calles en solidaridad. Entonces nos preguntamos: «¿por qué no podemos hacer lo mismo?» Los jóvenes decidieron las protestas para el 25 de enero. La fecha es medio rara porque es el Día de la policía, entonces fue medio irónico.
La juventud decidió usar la fecha para recuperarla, pero las antiguas organizaciones políticas no estaban de acuerdo. Yo mismo no creía que el día pudiera ser importante, pero cuando salí, todos estaban en la calle. Después fue llamado “Día de la rabia”. Me encontré con una persona conocida de la universidad pero que no veía desde hacía mucho tiempo y comencé a llorar, recordando mi antiguo sueño de revolución.
Y las protestas continuaron…
El 28 de enero salieron a las calles en dirección a la Plaza Tahir y el principal slogan era “El pueblo quiere este régimen fuera”, que era el mismo de Túnez. Hay diversas entradas a la plaza y los diferentes grupos se organizaron para pasar por todas. Desde donde yo estaba, podía ver a todos y también la humareda que había en el lugar. La policía estaba usando de todo en la represión, balas de goma, munición letal, lo que se pueda imaginar. Durante cerca de tres horas las personas simplemente morían en las calles. Entonces cambió la estrategia y todos, cerca de 3 millones, comenzaron a llegar por la misma entrada para confrontar más o menos a 400 mil policías. Todavía estaban las armas y mucha humareda, pero las personas permanecieron ahí. Había gente que yo nunca imaginé que podría estar ahí, como hinchas de fútbol. Los manifestantes comenzaron a patear los vehículos policiales. La parte extraña es que no había liderazgo organizado, eso simplemente iba sucediendo.
Las personas que están en el poder percibieron –después de ese día– que las cosas realmente estaban cambiando. El 1° de febrero la policía volvió y comenzó a disparar a los manifestantes. En ese momento pensé que habría un asesinato en masa. A esa altura, aun quienes nunca tuvieron religión, hasta los comunistas, comenzaron a rezar. Pero a la mañana siguiente vi que los jóvenes habían resistido. La violencia no paró, pero fue mucho menor que antes. Hoy hay 250 mil personas en la plaza Tahir, existe una pantalla y una radio transmitiendo, hay suministros y cobertores para los que están ahí. Es como una ciudad dentro de la ciudad. Y las personas se están sintiendo más seguras ahí.
– ¿Qué se puede esperar de aquí para adelante?
Era muy difícil prever lo que sucedería hasta aquí cuando todo comenzó, el 24 de enero. Entonces es imposible saber lo que vendrá a futuro. Lo que está muy claro es que las personas en la calle no abandonarán la idea de sacar a Mubarak del poder. Pero lo que también está claro es que los políticos y jefes de Estado están aprendiendo con lo que sucedió con Bem Ali. Dictadores que se quedaron en el poder más de 30 años van a necesitar más que una semana de protesta para irse. Todos los distintos actores, policía, ejército, políticos y las personas que estaban a favor de Mubarak no saben qué hacer, para ellos es muy difícil controlar este movimiento.
– ¿Cuál es la proporción de personas que todavía apoyan a Mubarak?
El número es muy pequeño. Pero cuando él fue a la TV y dijo que quería morir en suelo egipcio, ganó cierta simpatía. Sin embargo esos mismos que simpatizaron no pueden ser totalmente pro Mubarak porque saben que su gobierno es corrupto. El problema es que los egipcios son muy compasivos, es como si le tuvieran pena personalmente. Hasta mi madre me llamó y dijo: “déjenlo quedarse”.
– Cuando el régimen caiga ¿quién quedará en el poder?
La gente decidió que no va a pensar en eso hasta que Mubarak se vaya. Ahora que este movimiento popular se está afirmando, hasta los precios cayeron, el costo de vida bajó, cosa que nunca sucedió antes. El poder no está realmente en manos del gobierno sino del pueblo. Hay una cierta dicotomía porque el régimen quiere controlar la revolución, pero apartentemente no tienen problemas en dejar que la gente controle las calles. Hace 50 años que los militares controlan el país, las personas tienen miedo de soñar y después decepcionarse, pero advierten que el régimen puede “reventar” en cualquier momento y hacer algo muy malo, entonces están listas para volver a las calles en cualquier momento. De todos modos, la juventud está en la plaza ahora no sólo contra Mubarak sino contra el régimen como un todo.
¿Cuál es la probabilidad de establecer un gobierno islámico en Egipto?
Mubarak está usando la Fraternidad Musulmana para asustar a la gente, pero ellos son mucho menos representativos de lo que se cree. Todo eso nació de la clase media, no de la Fraternidad Musulmana. Cuando hubo elecciones legislativas, ellos ganaron sólo dos bancas en el Parlamento. Está claro que ellos no están en el poder; los jóvenes son los que están y ellos son los que tomarán las decisiones.
Con traducción de Nelly Bassily