Sumar todo lo posible para la realización de este objetivo estratégico –
para el país y para la integración latinoamericana – es la propuesta de
trabajo político electoral mayoritaria del Partido Humanista de Argentina.
Desde esta perspectiva, lo provincial y lo municipal pueden adquirir
distintas configuraciones electorales según situaciones y protagonistas en
cada lugar, pero se debería promover e integrar la que pueda aportar la
mayor cantidad de votos a la permanencia del actual modelo nacional.
Un gobierno provincial progresista dentro de un país gobernado por
la derecha, difícilmente pasaría de lo meramente testimonial o podría
desarrollar de modo efectivo sus propias políticas.
Si queremos que para luego del 2015 se multipliquen y profundicen los
escenarios de transformación con una dinámica cada vez más centrada en
la humanización, es imprescindible que ahora no gane la derecha.
Este proyecto debe continuar
La continuidad de la participación Argentina en el proceso de
integración latinoamericana es determinante para las posibilidades de
desarrollo coherente de nuestros países, y por consiguiente también
lo es para nuestras provincias, ciudades y pueblos.
Esto es determinante ahora, en este instante presente, pero también
para el largo plazo y para la aspiración humanista de avanzar hacia
una Nación Humana Universal.
Mantener este rumbo de creciente complementación regional
es imprescindible para las necesidades de todas las provincias
y ciudades. Representa un punto de necesidad e intereses
convergentes. Por lo tanto ese rumbo es innegociable (o debería
serlo) hasta para la más pequeña comunidad rural. Sin integración
no habrá progreso para nadie.
La consigna es: Primero la integración, luego lo demás.
Es bien visible que el proyecto nacional y popular K está ideológica,
económica y políticamente involucrado y trabaja fuertemente a favor
de la integración de Latinoamérica.
Los Humanistas apoyamos los lineamientos y las políticas activas del
gobierno porque de su entremezclada y confusa dinámica de aciertos,
de contradicciones y de errores, captamos una intencionalidad transformadora que está haciendo surgir cambios y nuevas
condiciones que son válidas para avanzar hacia una sociedad que
tenga al ser humano como máximo valor.
Escenarios tóxicos y escenarios estériles
Conforme a las actuales circunstancias, si este gobierno perdiera
las próximas elecciones (2011), de ninguna manera su reemplazo
sería – como algunos por sus ambigüedades parecieran creer – un
pensamiento y un partido o alianza que pudiera, más allá de las
intenciones y los discursos, continuar los grandes lineamientos de
Estado que están en marcha y superar en eficacia a la actual gestión.
(…si no es para superarla, entonces ¿para qué el reemplazo?)
La única corriente (retro corriente) que tiene posibilidades ciertas
de acceder al próximo gobierno si el oficialismo lo perdiera, es la
derecha.
Una derecha desesperada porque está viendo que si un próximo
gobierno profundiza los lineamientos actuales, pueden comenzar
a caer de verdad sus criminales privilegios; una derecha que de
gobernar endurecería brutalmente todas sus políticas para recuperar,
para prevenir, para dar escarmiento y para vengarse. Una derecha
que enfriaría toda integración real de Latinoamérica y trabajaría a favor de las
corporaciones imperiales. Mucho más aplicadamente que en otros
lugares de Latinoamérica porque «domesticar» Argentina representa un gran
paso para la compulsión de dominio regional con que ensueñan los
antihumanistas.
Por otra parte, excepto el oficialismo, ninguna de las fuerzas afines
– o agrupamiento de ellas – con cierta proximidad al pensamiento
humanista o al de este gobierno, cuenta con estructura, extensión y
recursos suficientes para tener posibilidades de ganar las elecciones
del período 2011-2015.
Y si creyéramos que aún sin esas condiciones igualmente alguna
fuerza progresista podría ganar, debemos aceptar que luego, para
poder gobernar, tendría que compartir inmediatamente el poder
obtenido y realizar con sus opositores acuerdos que neutralizarían
su capacidad de transformación. Quedaría por tanto en situación de
mayor debilidad que la del gobierno actual y totalmente vulnerable
frente a la derecha. En vez de avanzar, estaríamos retrocediendo.
Entonces, ¿cuál es la razón de trasfondo que a veces nos lleva
a dispersar pensamiento y fuerzas en alternativas políticas
improbables, cuando estamos ante circunstancias decisivas que
exigen máxima convergencia?
¿Será en parte porque al imaginarnos dentro de un conglomerado
electoral de distrito que incluya energúmenos derechosos y
dinosaurios mañosos nos sobreviene automáticamente la sensación
de lo repulsivo e indigno y dejamos que eso decida por nosotros?
¿Será porque inadvertidamente se nos impone lo circundante
inmediato y perceptual, y lo terminamos disociando de su contexto,
de esa trama mayor de acontecimientos condicionantes que
ineludiblemente imprimen la forma básica en la que se modela
nuestra realidad cotidiana?
Escenario más saludable
Queda claro que bajo las actuales condiciones y de cara a las
aspiraciones humanistas, la mejor opción es que gane el oficialismo y que lo haga del modo más contundente posible. Esto ayudaría a
acelerar el proceso. Por ejemplo, que en el orden nacional gane en
1a. vuelta y en las provincias obtenga una mayoría de gobernadores
aliados – aunque estos no fueran plenamente «propios» o “como uno”
y aunque luego haya que “lidiar” con algunos- y así siguiendo.
Estamos en una situación especial en la que por sus consecuencias
sería un verdadero y amplio desastre que gane la derecha.
El objetivo principal para el progresismo en general, hoy debería ser: La derecha no debe ganar la nación. Asegurémoslo sumándonos
todos a quien hoy está en mejores condiciones político-electorales de
lograrlo.
Escenarios provinciales
Analicemos ahora (hipotéticamente, y considerando que pueden
aparecer imprevistos) la posibilidad de que en el distrito (por caso
Santa Fe) perdiera en las internas el kirchnerista Rossi y resultara
candidato un PJ de centroderecha o derecha.
Como parte del armado de ese frente el PH participaría de
las generales con ellos… pero sería un grueso error olvidar
que los “progres” también seríamos parte y contrapesamos o
promediamos.
No obstante, es cierto que ese conjunto quedaría más a la derecha
de lo que estaría si el candidato elegido fuera Rossi… pero más grave
que eso sería ir con un armado más débil (PJ por un lado y FpV por
otro) y por un “delirio purista”, perder la provincia ante un opositor
que quedaría aún más inclinado a la derecha (UCR-PS-ARI, etc.) y
que NO va a sumar ningún voto para el oficialismo nacional.
Recordemos que por el grado de influencia sobre variables
fundamentales, lo que suceda a nivel nacional en esta encrucijada de
nivel latinoamericano es central respecto de lo que pueda ocurrir en
uno o más distritos.
Dicho de otro modo: si no se puede ganar simultáneamente en
nación y también en provincia, entonces es preferible tener un
gobierno nacional K y un gobierno provincial «mafioderechoso»
pero encorsetado por alianzas y acuerdos electorales; antes
que un gobierno provincial “bien progre” con un gobierno
nacional “mafioderechoso”.
Así, la primera opción nos asegura bastante el desarrollo de
la política de integración latinoamericana, la continuidad de
políticas distributivas, aplicación plena de la ley de medios (factor
indispensable para realimentar la integración), viviendas, asignación
universal, paritarias, etc., etc.
En cambio, la segunda opción traería retroceso y represión… y a un
eventual gobierno “progresista” provincial, aislado y gastando su
energía en una permanente gestión defensiva.
Desde este punto de vista la acción política provincial válida para
las elecciones es la que puede aportar la mayor cantidad de votos
posibles, a la fórmula y listas nacionales. Y si al mismo tiempo se
logra un gobierno provincial empujando en la misma dirección,
mucho mejor. Pero para decidir debe estar claro cuál es el
orden de prioridades.
Como es mucho y vital lo que se juega en este año electoral,
conviene centrar las energías en las variantes políticas y electorales
que con más probabilidad pueden generar escenarios y condiciones
favorables a la humanización. Las innovaciones experimentales
están bien, forman parte de las exploraciones que pueden construir
alternativas superadoras, pero si al mismo tiempo ya existen en el
lugar o están en marcha armados que puedan asegurar una mayor
tracción de votos favorables al nacional, deberían estimarse como
relaciones por afuera de lo electoral o para después de lo electoral.
Esta mirada de apariencia electoralista no está, como a veces se
sugiere, motivada por el patético y difundido interés por un puestito.
Esta mirada intenciona todo lo que pueda crear y fortalecer ámbitos
de democracia real y transformación creciente, y es por eso que
considera a lo electoral uno de sus recursos importantes.
Escenarios futuros
Se puede considerar que si este año el proyecto nacional y popular
vuelve a triunfar electoralmente podría continuar evolucionando
más allá del 2015, pero también que su versión actual, quizá no
vaya más allá. La razón de fondo radicaría en que las imágenes del
paisaje mental generacional que inspiran sus iniciativas y programa,
estarían agotadas o por agotarse luego de 12 años continuados de
gobierno; su ideología y supuestos básicos a desencajar; su mirada
a repetirse; su dinámica a cristalizarse; su permanencia a molestar
hasta a aquellos leales que acompañaron…y también a los jóvenes
que la siguen hoy, pero que en ese momento ya estarán urgidos a
bajar a la realidad y por banda ancha, sus propios paisajes mentales
de transformación.
Por la concurrencia de diversas razones, tan discutibles como
fuera de lugar exponerlas acá, es en esa situación futura que el
progresismo y el humanismo en particular tendrían posibilidades de
alcanzar un grado de protagonismo político y social que represente
un verdadero salto de nivel y una ventana más allá del capitalismo.
El período 2015 – 2019 reunirá muchas condiciones tangibles
e intangibles para que todas las relaciones que las nuevas
organizaciones estamos estableciendo y construyendo hoy, de
apariencia general algo caótica y desordenada, se polaricen
y articulen dando lugar a una sensibilidad que resonará
inequívocamente con fundamentos humanistas. Todos necesitaremos
acceder a un nivel acorde en capacidad de comunicación pública
(necesitamos plena aplicación de democratización de medios
audiovisuales) y otros recursos. Necesitaremos de todas las
relaciones entretejidas hasta ese momento…
De estas imágenes sueltas de proceso proyectado, surge que trabajar
para ayudar al oficialismo a ganar las próximas elecciones es, para
todas las fuerzas del progresismo, construirnos un puente entre
2011-2015 que nos facilite ese tránsito y podamos encontrarnos en
los escenarios futuros con formas de convivencia más adecuadas para
profundizar el desarrollo de una sociedad más humana.
Así, lo fundamental es establecer un trazado básico y no detenerse
a buscar coincidencias en detalles y aspectos secundarios. Esos
aspectos que no suman ni restan al proceso social profundo, que es el
que en definitiva rodea y atraviesa nuestras vidas, impactándolas con
más violencia y sufrimiento, o con más humanidad.
Resaltemos lo obvio: para ninguna persona ni para ninguna
fuerza progresista será lo mismo transitar 2015-2019, si el
próximo gobierno 2011-2015 resultara de derecha. Es fácil
imaginar situaciones en uno u otro escenario.