Algunos manifestantes gritaban indignados: *“El dictador ha conseguido que nos enfrentemos egipcios contra egipcios. Está completamente loco, sólo por unos meses más de poder”*. Mientras las piedras arreciaban en ambas direcciones.
Durante la jornada del miércoles se preparó una contraprotesta de unos pocos centenares de personas, entre los cuales se podían ver a policías que habían participado de la fuerte represión del viernes pasado. De hecho, blandían las mismas porras y barras de hierro en una clara provocación.
La plaza repleta y en un ambiente que empieza a dar signos de ansiedad, repelió los primeros ataques de esta horda que cantaba alabanzas al dictador y enseñaban retratos enormes del, según ellos, gran estadista Hosni Mubarak.
Los hasta ahora pacíficos manifestantes se abalanzaron sobre los provocadores, tomando unos cuantos *“prisioneros”*. A estas personas, que eran protegidas por los mismos que los habían capturado de aquellos que querían lincharlos, se los inspeccionó y se les encontraron acreditaciones de la Policía, así como del Ministerio del Interior. Mostrando que tras esta operación está el gobierno, queriendo legitimar con una *“guerra civil”* el levantamiento armado y la represión más sangrienta.
Lo cierto es que algunos soldados abandonaron sus puestos para unirse a los partidarios de la salida del presidente, entre abrazos y lágrimas.
Incluso los islamistas están manifestándose ahora contra Mubarak, lo cual muestra que sólo cuenta con el apoyo exterior. Dentro de Egipto le quedan muy pocas fuerzas leales.
Esta estrategia de sembrar el terror y el pánico está comenzando a encontrar eco, hoy más que nunca es necesario mostrar el apoyo incondicional para con el pueblo egipcio, que se esfuerza por no retroceder en este pulso.
El ejército, en la noche del martes, actuó para controlar los enfrentamientos que continuaban. Pusieron sus tanques en medio de ambos bandos y dispersaron poco a poco los focos de violencia.
Esperemos que los encuentros entre Suleimán, el novedoso vicepresidente, con las fuerzas de oposición dé sus frutos y convenza al presidente de dejar su cargo y adelantar unas elecciones verdaderamente democráticas.