Este nuevo movimiento, no-violento, fuertemente libertario, hace un mes atacó a las empresas que se opusieron a Wikileaks saliendo en defensa inmediata de Julián Assange.

*»Somos una legión, no perdonamos, no olvidamos, espéranos. Anonymous»*. Así es como firman sus avisos y comunicados los de este movimiento que no tiene portavoces y cuyos integrantes usan la máscara del anarquista revolucionario de la novela gráfica de Alan Moore, *“V de Vendetta”*, que inspirara la película en la que actúan Natalie Portman y Hugo Weaving. Esa máscara se ha convertido ya en el símbolo de un movimiento de activistas cibernéticos que salieron en inmediata defensa del joven de 26 años que se inmolara en Túnez y precipitara la que hoy es conocida como la* “Revolución de los Jazmines”*. La semana anterior le habían dado a la web del partido irlandés Fine Gael. Y justo antes atacaron a la de SGAE y de los partidos políticos españoles al filo de la ley antidescargas. Hace un mes arremetieron con éxito contra Visa, PayPal, Mastercard, y Amazon, las empresas que le dieron la espalda a Wikileaks.
Los ciberactivistas de Anonymous están muy motivados y no piensan detenerse.

*»Nos opondremos a cualquier violación de derechos humanos. Nos opondremos a cualquier ataque del Gobierno. Si esto sigue así, la revolución será la única opción», declaró un jóven enmascarado de 22 años, Magnonymous, apoyando a Julián Assange a su salida de la Real Corte de Justicia en Woolwich, a 45 minutos del centro de Londres, el 11 de enero junto a una treintena de activistas.
Magnonymous es uno más, no es portavoz de nadie, y menos de un movimiento que no quiere portavoces, que no quiere liderazgos ni jefes, como se declaran todos los miembros de Anonymous cuando hablan con la prensa. «No somos miembros de ningún grupo político, no somos políticos, somos activistas. Me ofendería si me adscribieran a cualquier corriente política»*.

El fenómeno es el fiel reflejo del nuevo mundo en el que estamos viviendo, con las formas de una nueva sociedad basada en la revolución digital, en la que los jóvenes consideran más que superada la vieja dialéctica entre izquierda y derecha. Porque qué importa si gobierna el centro-izquierda o el centro-derecha, todos hacen lo mismo, todos están al servicio de los grandes capitales, de los bancos y las grandes empresas.

En ese contexto, surge este puñado de muchachos que no quieren que se oculte el modo de proceder de los poderosos, no quieren que se disfrace el robo, la coima, la corrupción, no quieren que se oculte la censura que el sistema ejerce contra quienes disienten. No quieren que se oculte nada. La nueva dialéctica es estar a favor del ocultamiento o de la transparencia. Este movimiento internacional, transversal, se gestó en la Red, con la cultura propia de Internet y con las formas de la no-violencia activa.

Es producto del momento, de la interacción, de la necesidad de movilizarse en un mundo cínico, corrupto e injusto. Se ha tejido de forma orgánica, conversación sobre conversación, idea sobre idea, propuesta sobre propuesta. Cualquiera puede formar parte de Anonymous, cualquiera puede entrar cuando quiera y sumarse a la conversación en webs como [www.whyweprotest.net](www.whyweprotest.net).

Entrará en un mundo en el que la gente se va poniendo progresivamente de acuerdo sobre una idea hasta que una suerte de consenso espontáneo indica cuál es el siguiente objetivo, contra quién hay que lanzar el próximo ataque. Y de este modo informal están tremendamente coordinados.

No todos los miembros de Anonymous son hackers. Los hackers son una minoría, la mayoría son ciberactivistas que participan en la conversación online y, ocasionalmente, en la protesta en la calle. En torno a unos 1.000 integrantes ponen sus ordenadores al servicio de los ataques contra webs, los que descargan el dispositivo que permite que su computador pueda ser parte de los llamados DDoS, ataques distribuidos de denegación de servicio, el arma que usan con más frecuencia. Sus acciones consiguen un considerable eco mediático que afecta la imagen de la marca contra la que se dirigen. Consiste en mandar simultáneamente, coordinadamente, miles de peticiones a un servidor para que éste colapse.

Sin embargo, pese a su eficacia, la organización Anonymous es más bien una des-organización. Anonymous no es nadie y puede ser cualquiera. Son personas independientes y coordinadas para acciones puntuales, unidas por una misma sensibilidad que no tolera formas muy precisas de violencia: la corrupción, el cinismo, la censura, la mentira. Cuando se plantean una operación, si se coordinan, recibe apoyos de todo el planeta. Su principal punto de encuentro no es una web o un foro, sino una red de chat conocida como IRC, también llamada el IRC Anonops. Luego las estrategias concordadas se difunden por redes, por blogs y por webs anonymous, hasta los Twitter y Facebook de anonymous individuales. Sólo es necesario contar con un genio informático que programe la herramienta a usar y cuando ella pasa a ser usada por miles de personas anónimas, aunque no sean expertos, es como un ciberejército de miles de hackers que se pone en marcha para inutilizar cualquier red o sistema informático que se hayan propuesto inhabilitar.

Las organizaciones reivindicativas del siglo XX, siempre corrieron el riesgo de que un topo se infiltrara y con el tiempo llegara a formar parte de la cúpula para desbaratar la organización desde dentro; eso sería imposible con anonymous, ya que no existen líderes, ni jerarquías formales. No obstante existen agresiones externas contra Anonymous, como es la investigación del FBI abierta a raíz de los ataques DDoS a Mastercard y PayPal. La naturaleza descentralizada de Anonymous hace imposible cualquier injerencia externa.

El movimiento Anonymous parece que va a trascender al caso Assange y el episodio Wikileaks. La persecución del fundador de la web de las filtraciones, que puso al desnudo a la diplomacia norteamericana y destapó maniobras y corrupción en las cuatro esquinas del planeta, ha sido un detonante. Wikileaks representa como pocas organizaciones los valores de los anonymous: transparencia, derechos humanos, libertad de expresión. Así, Julián Assange se ha convertido en un símbolo para los integrantes de esta comunidad.

*»No debemos utilizar la violencia en ningún caso. Cualquier miembro que propusiera utilizar la violencia sería rechazado por el grupo»*, declara Magnonymous. A los anonymous no les gusta la seudociencia ni tampoco las religiones. Sostienen que la tecnología debe servir para expandir el conocimiento, no para controlar las mentes.

En febrero de 2008, los miembros que se reunían en la Red desde sus casas trasladaron sus protestas a la calle, a la *»vida real»*. Hubo manifestaciones en Londres, Ámsterdam, Berlín, Sidney.

PayPal. Visa. Mastercad. Amazon. PostFinance. La web de la fiscalía sueca, la del partido irlandés Fine Gael, las del régimen tunecino. No hay fronteras para Anonymous. La lucha contra la cienciología les unió. La lucha pro Wikileaks les ha reunido de nuevo. Cualquier ataque a los derechos humanos, cualquier intento de censurar, se produzca donde se produzca, será castigado por ellos con las armas que tienen a su alcance. *»Si hubiera una revolución, Internet nos proporcionaría la tecnología»*, dicen.